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Es posible que Artur Mas, con su deriva nacionalista, quisiera dar la vuelta a unas encuestas desfavorables tras dos años de recortes

El sorpasso catalán

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Son muchas las personas que creen que Artur Mas se cayó del caballo el 11 de septiembre de 2012, que vio la luz al contemplar asombrado el gentío que deambulaba por las calles de Barcelona para reclamar la independencia. Este argumento se justificaría en el hecho de que todo nacionalista lleva dentro de sí un independentista, que se manifiesta públicamente en cuanto tiene ocasión. Puede ser, no digo que no. Pero pudiera ocurrir que haya habido también otras circunstancias determinantes. Por ejemplo: las encuestas.

Y es que la crisis está arrasando con todo. Catalunya tiene cerca de un millón de desempleados. Aquel territorio del que siempre dijimos que era la avanzadilla de Europa en España (o en el Estado, para no herir suceptibilidades), resulta que también está sufriendo las feroces consecuencias de la depresión económica. Y comenzó a padecerlas de manera muy especial a partir de la celebración de las elecciones autonómicas del 28 de noviembre de 2010, cuando CiU reconquistó el poder y emprendió un entusiasta programa de recortes sociales, que dejaron muy dañados los servicios públicos, fundamentalmente, la sanidad.

La fiebre recortadora y la existencia de un enemigo común (los socialistas) llevó al entendimiento de CiU y Partido Popular, que hicieron frente común para aprobar los presupuestos autonómicos de Catalunya en el Parlament y para conformar nuevas mayorías de gobierno en los ayuntamientos, tras la celebración de las elecciones autonómicas del 22 de mayo de 2011. CiU se hacía por fin con la alcaldía de Barcelona y el PP conseguía el voto favorable de los nacionalistas en la investidura de Xavier García Albiol como alcalde de Badalona, a pesar de los preocupantes pronunciamientos xenófobos que éste había protagonizado contra la comunidad rumana de Catalunya.

Pero en política todo puede cambiar de la noche a la mañana, sobre todo en situaciones excepcionales como la que nos está tocando vivir. A la gente le cuesta menos cambiar de voto cuando ve amenazada su supervivencia. Y fueron seguramente las encuestas las que determinaron el drástico giro protagonizado por Artur Mar a partir de la Diada de 2012. Aquél fue un momento de inflexión espectacular, que le llevó a la apuesta inmediata por la independencia y a la ruptura con el Partido Popular. Y seguramente, a su final político.

Porque jugó tan fuerte, que se pasó de frenada. Pensó que envolviéndose en la senyera estelada podría parar el golpe e incluso dar la vuelta a las encuestas. Pero la noche del 25 de noviembre de 2012 ya se vio que, habiendo ganado CiU en número de escaños, el gran perdedor de la jornada electoral no era otro que Artur Mas, que se quedó con 50 escaños, muy lejos de esa gran mayoría que había solicitado al electorado para poder emprender el viaje hacia la independencia.

Perdió 12 diputados y se vio obligado a echarse en manos de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), y entonces, se agudizó su problema. Porque ERC está en el Govern sin estar, de manera que la impresión que se transmite es que los pasos que da Artur Mas hacia la independencia son forzados por el líder de ERC, Oriol Junqueras, mientras que los recortes que se siguen haciendo son obra de Mas, por mucho que presione Montoro desde Madrid.

Y así llegamos a la encuesta que hoy publica El periódico, en la que se dice que si en estos momentos se celebraran elecciones autonómicas en Catalunya, se produciría el sorpasso. Por primera vez, ERC ganaría los comicios, al obtener entre 39 y 40 escaños, mientras que CiU habría de conformarse con 34 o 35. Es decir, que en tan solo dos años y medio, los republicanos han pasado de los infiernos a la gloria, porque conviene recordar que el 28 de noviembre de 2010 tan solo obtuvieron 10 diputados. En este tiempo, han multiplicado por cuatro el número de escaños, mientras CiU ha perdido prácticamente la mitad.

¿Qué quiere esto decir? Pues entre otras muchas cosas, que si de lo que se trata es de jugar a la independencia, los más indicados para pilotar el proceso son los republicanos. Aunque también cabría poner el foco en aquella parte del electorado que, sin ser muy nacionalista, siempre se ha sentido cómoda votando a CiU y fundamentalmente, a Jordi Pujol. Que la encuesta de El periódico otorgue entre 12 y 13 escaños a Ciutadans, hace pensar que quizá este partido haya podido recoger una parte del voto moderado que antaño se refugiaba en CiU.

Aunque también es posible que el partido de Albert Rivera esté recogiendo a otra parte del electorado que otrora votaba al PSC y que ahora no acaba de entender el encaje de bolillos que los socialistas están haciendo alrededor del proceso soberanista iniciado por Artur Mas. Y es que el PSC se sigue hundiendo. Si el 25 de noviembre quedó seriamente tocado, al obtener tan solo 20 asientos en el Parlament, El periódico reduce hoy esa cifra a 16 o 17.

Parece evidente que los socialistas sangran por todos sus poros. Son castigados por la gestión de Zapatero, son los principales perjudicados por el desgaste generado por los tripartitos de Maragall y Montilla, y son presa del rumbo errático de su líder, Pere Navarro, que en una situación de crisis tan dura como la actual, se pierde en la maraña soberanista, sin poner el acento en lo realmente importante para la que hasta ahora ha sido su gente: el paro, la falta de horizonte, los recortes en los servicios públicos y el hambre. Sí, sí, el hambre.

Así las cosas, otro de los grandes beneficiados de la situación es Iniciativa per Catalunya Verds, que de celebrarse ahora elecciones obtendría entre 15 y 16 representantes en la cámara catalana, convirtiéndose en la tercera fuerza política y relegando al PSC a la cuarta posición, pero con riesgo de descender hasta la quinta porque Ciutadans le viene pisando con fuerza los talones.

El sorpasso catalán

Es posible que Artur Mas, con su deriva nacionalista, quisiera dar la vuelta a unas encuestas desfavorables tras dos años de recortes
Rafa García
viernes, 7 de junio de 2013, 09:30 h (CET)
Son muchas las personas que creen que Artur Mas se cayó del caballo el 11 de septiembre de 2012, que vio la luz al contemplar asombrado el gentío que deambulaba por las calles de Barcelona para reclamar la independencia. Este argumento se justificaría en el hecho de que todo nacionalista lleva dentro de sí un independentista, que se manifiesta públicamente en cuanto tiene ocasión. Puede ser, no digo que no. Pero pudiera ocurrir que haya habido también otras circunstancias determinantes. Por ejemplo: las encuestas.

Y es que la crisis está arrasando con todo. Catalunya tiene cerca de un millón de desempleados. Aquel territorio del que siempre dijimos que era la avanzadilla de Europa en España (o en el Estado, para no herir suceptibilidades), resulta que también está sufriendo las feroces consecuencias de la depresión económica. Y comenzó a padecerlas de manera muy especial a partir de la celebración de las elecciones autonómicas del 28 de noviembre de 2010, cuando CiU reconquistó el poder y emprendió un entusiasta programa de recortes sociales, que dejaron muy dañados los servicios públicos, fundamentalmente, la sanidad.

La fiebre recortadora y la existencia de un enemigo común (los socialistas) llevó al entendimiento de CiU y Partido Popular, que hicieron frente común para aprobar los presupuestos autonómicos de Catalunya en el Parlament y para conformar nuevas mayorías de gobierno en los ayuntamientos, tras la celebración de las elecciones autonómicas del 22 de mayo de 2011. CiU se hacía por fin con la alcaldía de Barcelona y el PP conseguía el voto favorable de los nacionalistas en la investidura de Xavier García Albiol como alcalde de Badalona, a pesar de los preocupantes pronunciamientos xenófobos que éste había protagonizado contra la comunidad rumana de Catalunya.

Pero en política todo puede cambiar de la noche a la mañana, sobre todo en situaciones excepcionales como la que nos está tocando vivir. A la gente le cuesta menos cambiar de voto cuando ve amenazada su supervivencia. Y fueron seguramente las encuestas las que determinaron el drástico giro protagonizado por Artur Mar a partir de la Diada de 2012. Aquél fue un momento de inflexión espectacular, que le llevó a la apuesta inmediata por la independencia y a la ruptura con el Partido Popular. Y seguramente, a su final político.

Porque jugó tan fuerte, que se pasó de frenada. Pensó que envolviéndose en la senyera estelada podría parar el golpe e incluso dar la vuelta a las encuestas. Pero la noche del 25 de noviembre de 2012 ya se vio que, habiendo ganado CiU en número de escaños, el gran perdedor de la jornada electoral no era otro que Artur Mas, que se quedó con 50 escaños, muy lejos de esa gran mayoría que había solicitado al electorado para poder emprender el viaje hacia la independencia.

Perdió 12 diputados y se vio obligado a echarse en manos de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), y entonces, se agudizó su problema. Porque ERC está en el Govern sin estar, de manera que la impresión que se transmite es que los pasos que da Artur Mas hacia la independencia son forzados por el líder de ERC, Oriol Junqueras, mientras que los recortes que se siguen haciendo son obra de Mas, por mucho que presione Montoro desde Madrid.

Y así llegamos a la encuesta que hoy publica El periódico, en la que se dice que si en estos momentos se celebraran elecciones autonómicas en Catalunya, se produciría el sorpasso. Por primera vez, ERC ganaría los comicios, al obtener entre 39 y 40 escaños, mientras que CiU habría de conformarse con 34 o 35. Es decir, que en tan solo dos años y medio, los republicanos han pasado de los infiernos a la gloria, porque conviene recordar que el 28 de noviembre de 2010 tan solo obtuvieron 10 diputados. En este tiempo, han multiplicado por cuatro el número de escaños, mientras CiU ha perdido prácticamente la mitad.

¿Qué quiere esto decir? Pues entre otras muchas cosas, que si de lo que se trata es de jugar a la independencia, los más indicados para pilotar el proceso son los republicanos. Aunque también cabría poner el foco en aquella parte del electorado que, sin ser muy nacionalista, siempre se ha sentido cómoda votando a CiU y fundamentalmente, a Jordi Pujol. Que la encuesta de El periódico otorgue entre 12 y 13 escaños a Ciutadans, hace pensar que quizá este partido haya podido recoger una parte del voto moderado que antaño se refugiaba en CiU.

Aunque también es posible que el partido de Albert Rivera esté recogiendo a otra parte del electorado que otrora votaba al PSC y que ahora no acaba de entender el encaje de bolillos que los socialistas están haciendo alrededor del proceso soberanista iniciado por Artur Mas. Y es que el PSC se sigue hundiendo. Si el 25 de noviembre quedó seriamente tocado, al obtener tan solo 20 asientos en el Parlament, El periódico reduce hoy esa cifra a 16 o 17.

Parece evidente que los socialistas sangran por todos sus poros. Son castigados por la gestión de Zapatero, son los principales perjudicados por el desgaste generado por los tripartitos de Maragall y Montilla, y son presa del rumbo errático de su líder, Pere Navarro, que en una situación de crisis tan dura como la actual, se pierde en la maraña soberanista, sin poner el acento en lo realmente importante para la que hasta ahora ha sido su gente: el paro, la falta de horizonte, los recortes en los servicios públicos y el hambre. Sí, sí, el hambre.

Así las cosas, otro de los grandes beneficiados de la situación es Iniciativa per Catalunya Verds, que de celebrarse ahora elecciones obtendría entre 15 y 16 representantes en la cámara catalana, convirtiéndose en la tercera fuerza política y relegando al PSC a la cuarta posición, pero con riesgo de descender hasta la quinta porque Ciutadans le viene pisando con fuerza los talones.

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