Con total naturalidad, este Gobierno o cualquier otro que le suceda, debería otorgar el título honorífico de embajadora de España a Pepa Fernández, la directora de ‘No es un día cualquiera’, el programa matutino del fin de semana de Radio Nacional de España (RNE). La locutora se ha hecho acreedora igualmente a sendas distinciones de la Real Academia de la Lengua Española y del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, por la ingente labor que viene realizando durante los últimos 14 años a favor de la lengua castellana y de la buena literatura. Semejante dedicación no tiene paragón en la radio española.
Pepa Fernández, mitad catalana, mitad gallega, se hizo cargo en 1998 de un programa que hasta ese momento habían conducido Magín Reguillo y Nuria Guitart, pareja en las ondas y también en la vida real. Pero la irrupción de la ilerdense en ‘No es un día cualquiera’ no supuso un mero cambio en la dirección y presentación. De hecho, lo único que quedó en pie fue el nombre del programa. En aquel momento en España la radio ya estaba excesivamente politizada, tanto que apenas había hueco para lo que no fuera un virulento choque dialéctico-partidista de los tertulianos profesionales, esos ‘sabelotodos’ que con total descaro actúan como correas de transmisión de los partidos para los que trabajan. Son pájaros de mal agüero que no están dispuestos ni a debatir, ni a contrastar pareceres, por la sencilla razón de que prefieren decantarse por el vomito de las ideas. Vómito acompañado de bilis en no pocas ocasiones.
El cambio emprendido por Pepa Fernández fue en buena medida revolucionario. Se propuso hacer las mañanas del fin de semana en RNE amenas y entretenidas, sin política y sin noticias del cuore, y doy fe de que lo ha conseguido. Mucho entretenimiento a través de la Cultura en general, y de la gramática y la ortografía en particular. Y reverencial respeto por la verdad y la razón, como queda de manifiesto en todas y cada una de las tertulias que los sábados y domingos modera Pepa entre las diez y las once de la mañana. En ellas, rara vez se abordan cuestiones de carácter político.
La inteligencia de Fernández no queda acreditada únicamente por su apuesta por el buen gusto, la Cultura y la ortografía. También por la elección de los invitados y tertulianos, así como por la recuperación de míticas voces que llevaban años olvidadas y arrinconadas. Sin ir más lejos, José María Iñigo y José Ramón Pardo. Tipos excepcionales a los que también acompañan en antena otros no menos interesantes como Forges, Juan Carlos Ortega, Jaime Azpilicueta, Diego Galán o Nieves Concostrina.
Podría decirse que Pepa Fernández es la locutora docente. Una mujer que habla por la radio y que constantemente está enseñando a sus escuchantes. Ha demostrado que se puede hacer una tertulia de lo más interesante debatiendo sobre un tomate o un huevo, y todas sus posibles derivadas.
Y por supuesto, cabría recordar que Pepa es la conductora de un programa que viaja por toda la geografía nacional, realizando una impagable labor de promoción turística, de la que año tras año, se benefician entre otros muchos, los promotores de las bodegas de La Rioja o de Ribera del Duero, las cerezas del Valle del Jerte, la alcachofa de Benicarló, el lechazo de Aranda de Duero o el Festival de Jazz de Vitoria.