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Vivir recordando los colores de las flores que intenté no pisar. Parte I

Castigo inmerecido

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Dejar la vida andar a su ritmo lento, fenomenal, permitir el desprecio de aquel ser que nada significó para mí, que me criticó y denunció por mis acciones. Desear seguir teniendo amistades para presumir de ellas, no para que tengan mi eterna e incondicional confianza, mejor así, dejar la vida andar y contemplar los paisajes que te ofrece gratis. Dejarla y ya está, irse poco a poco creyendo que la sociedad mejorará, y tú en ella, agotándote en medio de tanta ignorancia y pudiendo escribir como la dama de la pluma, contar las cosas que me han sucedido convirtiéndome en una loca, en el fondo incomunicada, de nuestros tiempos y pidiendo a los que se crean un poco tontos, con perdón, que no las lean sólo una vez, no las comprenderían. Tantas y tantas diferencias sociales, salariales, de costumbres y razonamientos de los días del “hoy por hoy” no se lo permitiría.

…Fantasmas de arena entraron en mi cama llenándome de pesadillas sin fin que hoy, no hiere recordar, tenían armas blancas, y yo presa de miedo corrí escaleras abajo y me puse a llorar como una niñita. Volaban, se burlaban, y la arena que me arrojaban me impedía ver bien lo que pasaba, esposaron mis manos y me amarraron a una mesa, el teléfono, lejos. Era noche de luna llena, estaba sola… Nadie me visitaría aquella horrible noche.

Sus caras deformes, sus manos cuadradas, sus cuerpos esqueléticos del hambre pasada, fue largo su encierro en el viejo baúl del sótano de casa… Era tanta su rabia, ganas de venganza.

Mi temblor de piernas, mi angustia, enfrentarme al momento que no deseaba: mi final, sin ley, sin ayuda, sin Dios, sin fe.   

Alargan el momento del golpe final y disfrutan contándose cuentos que no escuché jamás, de arañas rosadas, cucarachas, moscas, serpientes hambrientas que entraban por la boca de maltratados seres humanos. Decidían mi muerte levantando una espada. Larga mi agonía que aumentaba su dicha. No hay despertador, no fue pesadilla, pronto moriré devorada por ellos y lo peor, sin poder verlo, ni soñar… contarlo.

Nadie lamentará la muerte de un ángel que ya no podrá recordar más su pasado lleno de milagros, pasión, ira y gloria:

...Lo que me daba mi viejo, siempre pendiente de mí, llevándome a todas partes, solucionando mis problemas y dándome buenos consejos, lo que me ofrecía tan barato. De noche la fiesta era otra, sus largos besos y tiernos abrazos, por eso es mi gran amor, jamás nadie me ha querido como él, era especial y me llenaba por completo, ahora que se ha muerto ando buscando otro viejo que sea amable y generoso, buen amante y quiera amarme.

Año 2006, estoy de vacaciones armada de valor, jamás con pistola, viendo las flores crecer y nuestro pasado remover. Estoy de vacaciones limpias, no llorosas, que se acaban pero lo pasé bien, paseé, anduve en bici, salí con amigos y algo más que no contaré, que me llevaré a la tumba.

Año 2006, quiero conocer Italia, año 2006 que Dios me lo permita, allí a vivir iría. Año 2006 vacaciones agradables, ceremoniosas, dignas de un recordatorio.

Vivir amando, recordando lo que no fue ni será ya, viéndole los cachos a la vida, a los que me insultan... como mariposa herida voy ya, con poquísima vida por delante.

Vivir amando, luchando y recordando los colores de las flores que intenté no pisar, escribiendo versos que no acaban y viendo tus ojos tan negros, morenazo, talentoso, hombre bueno, que me llamas por teléfono y me das tardes agradables que curan mi pequeña depresión.

Comprar un piso más grande en La Coruña para mis años de vieja, lo haré. Llenaré mis días de felicidad, cuatro habitaciones llenas de armonía, estará muy cerca del mar, bonitas serán las vistas que se ocuparán de mi inquietante soledad, que cubrirán mis años finales, venderé todas mis cosas y me mudaré, mis planes son esos y los realizaré. Amén.

Castigo inmerecido

Vivir recordando los colores de las flores que intenté no pisar. Parte I
Aurora Peregrina Varela Rodriguez
miércoles, 2 de octubre de 2019, 10:46 h (CET)

Dejar la vida andar a su ritmo lento, fenomenal, permitir el desprecio de aquel ser que nada significó para mí, que me criticó y denunció por mis acciones. Desear seguir teniendo amistades para presumir de ellas, no para que tengan mi eterna e incondicional confianza, mejor así, dejar la vida andar y contemplar los paisajes que te ofrece gratis. Dejarla y ya está, irse poco a poco creyendo que la sociedad mejorará, y tú en ella, agotándote en medio de tanta ignorancia y pudiendo escribir como la dama de la pluma, contar las cosas que me han sucedido convirtiéndome en una loca, en el fondo incomunicada, de nuestros tiempos y pidiendo a los que se crean un poco tontos, con perdón, que no las lean sólo una vez, no las comprenderían. Tantas y tantas diferencias sociales, salariales, de costumbres y razonamientos de los días del “hoy por hoy” no se lo permitiría.

…Fantasmas de arena entraron en mi cama llenándome de pesadillas sin fin que hoy, no hiere recordar, tenían armas blancas, y yo presa de miedo corrí escaleras abajo y me puse a llorar como una niñita. Volaban, se burlaban, y la arena que me arrojaban me impedía ver bien lo que pasaba, esposaron mis manos y me amarraron a una mesa, el teléfono, lejos. Era noche de luna llena, estaba sola… Nadie me visitaría aquella horrible noche.

Sus caras deformes, sus manos cuadradas, sus cuerpos esqueléticos del hambre pasada, fue largo su encierro en el viejo baúl del sótano de casa… Era tanta su rabia, ganas de venganza.

Mi temblor de piernas, mi angustia, enfrentarme al momento que no deseaba: mi final, sin ley, sin ayuda, sin Dios, sin fe.   

Alargan el momento del golpe final y disfrutan contándose cuentos que no escuché jamás, de arañas rosadas, cucarachas, moscas, serpientes hambrientas que entraban por la boca de maltratados seres humanos. Decidían mi muerte levantando una espada. Larga mi agonía que aumentaba su dicha. No hay despertador, no fue pesadilla, pronto moriré devorada por ellos y lo peor, sin poder verlo, ni soñar… contarlo.

Nadie lamentará la muerte de un ángel que ya no podrá recordar más su pasado lleno de milagros, pasión, ira y gloria:

...Lo que me daba mi viejo, siempre pendiente de mí, llevándome a todas partes, solucionando mis problemas y dándome buenos consejos, lo que me ofrecía tan barato. De noche la fiesta era otra, sus largos besos y tiernos abrazos, por eso es mi gran amor, jamás nadie me ha querido como él, era especial y me llenaba por completo, ahora que se ha muerto ando buscando otro viejo que sea amable y generoso, buen amante y quiera amarme.

Año 2006, estoy de vacaciones armada de valor, jamás con pistola, viendo las flores crecer y nuestro pasado remover. Estoy de vacaciones limpias, no llorosas, que se acaban pero lo pasé bien, paseé, anduve en bici, salí con amigos y algo más que no contaré, que me llevaré a la tumba.

Año 2006, quiero conocer Italia, año 2006 que Dios me lo permita, allí a vivir iría. Año 2006 vacaciones agradables, ceremoniosas, dignas de un recordatorio.

Vivir amando, recordando lo que no fue ni será ya, viéndole los cachos a la vida, a los que me insultan... como mariposa herida voy ya, con poquísima vida por delante.

Vivir amando, luchando y recordando los colores de las flores que intenté no pisar, escribiendo versos que no acaban y viendo tus ojos tan negros, morenazo, talentoso, hombre bueno, que me llamas por teléfono y me das tardes agradables que curan mi pequeña depresión.

Comprar un piso más grande en La Coruña para mis años de vieja, lo haré. Llenaré mis días de felicidad, cuatro habitaciones llenas de armonía, estará muy cerca del mar, bonitas serán las vistas que se ocuparán de mi inquietante soledad, que cubrirán mis años finales, venderé todas mis cosas y me mudaré, mis planes son esos y los realizaré. Amén.

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