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Poco que decir tras una final de Copa del Rey bastante poco lucida donde otra cosa no, pero vimos una caída precipitada de estrellas del lado blanco quedando su casillero de títulos a cero esta temporada. Si el debate de la salida de Mourinho estaba casi cerrado, después de esta actuación queda más que sentenciado.

Lágrimas de San Lorenzo

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Adelantándonos a las perseidas y cómo si del mismo mes de agosto se tratase, en la final de la Copa del Rey vivimos todo un espectáculo digno de ser bautizado como Lágrimas de San Lorenzo. Vimos caer estrellas., una tras otra como si del mismo cielo se fueran despegando y rindiendo.

La cosa va de comparaciones y en este momento no se yo quién se libra de la quema. La plantilla del Real Madrid comenzó fuerte, motivada y compacta. Como en una noche de verano…todo parece que se va relajando poco a poco, el calor te da confianza y las cosas terminan cayendo por su propio peso.  Pues tras el gol de Cristiano, que se vio todopoderoso y grande, la caída comenzó a precipitarse del lado blanco.

Si falla el icono parece también que el resto van detrás. Desde la delantera impersonal bajo las botas del “gato” que más bien maulló poco y a destiempo, hasta la desconfianza y la agresividad de la defensa.

Fútbol o boxeo, muchas veces hasta no sabemos muy bien si hemos acudido al estadio o al rin. Si hemos pagado una entrada para ver juego limpio, buen fútbol y sana competitividad o si nos hemos gastado los euros en un duelo donde todo vale. Ahora bien, dos no se “zurran” si uno no quiere, así que saquen conclusiones de quien incitó a quien y si lo que verdaderamente importa es eso o el espectáculo y la imagen que recorrió medio planeta.

Dos de los grandes de la “mejor Liga del mundo”, que ni esa etiqueta creo ya que nos corresponda y mucho menos tras lo acontecido en el Bernabéu lo de encasillarlos como tal, ofrecieron un espectáculo flojito flojito donde lo único que templaba el frío ambiente de la noche madrileña era la incansable y entregada afición colchonera que se logró poner de acuerdo en el coliseo blanco. Todos a una debieron decir….hagámoslo nosotros y trasmitámoselos a los nuestros.  Dicho y hecho. Pocas llegadas, poco acierto,  pero suficiente para humillar y cobrarse de la mejor manera posible una revancha que venía forjándose en silencio desde hace 14 años. Qué mejor forma que pasar por encima del eterno rival en su propio estado, en una final y arrebatándole el único título que devolvería un poco la honra y el espíritu esta temporada a la casa blanca.

En cualquier caso, justo rival. Los palos, los porteros con la garra y el carácter como Courtois y la fortuna de cara al gol, determinan este tipo de encuentros. Y por qué no decirlo también el arbitraje…que no estuvo acertado en ninguno de los dos lados. Va siendo hora de que los árbitros o por lo menos algunos de ellos, aprendan que su lugar es estar en un segundo plano. Que deben ser fieles a su estilo, pitar lo que ven y no lo que les pasa por la mente y sobre todo no quedarse como pasmarotes impidiendo el buen desarrollo de jugadas que podrían ser decisivas. Esta temporada es cierto que han estado mucho en el punto de mira, pero a título personal ellos mismos lo han provocado. Imparcialidad y contundencia.no sé mucho de arbitraje ni de su mundillo, pero creo que son posiblemente dos de las claves más importantes para que todo fluya. 

Y poco más que añadir, el Atlético se alzó con justicia con la copa que le acredita como actual campeón. Premio a la constancia, el esfuerzo y la nueva filosofía de club que ha instalado a orillas del manzanares un tal Simeone. Hombre de palabra, entrenador de altura y forofo de corazón. 

Lágrimas de San Lorenzo

Poco que decir tras una final de Copa del Rey bastante poco lucida donde otra cosa no, pero vimos una caída precipitada de estrellas del lado blanco quedando su casillero de títulos a cero esta temporada. Si el debate de la salida de Mourinho estaba casi cerrado, después de esta actuación queda más que sentenciado.
Lara Franco Andrés
sábado, 18 de mayo de 2013, 21:45 h (CET)

Adelantándonos a las perseidas y cómo si del mismo mes de agosto se tratase, en la final de la Copa del Rey vivimos todo un espectáculo digno de ser bautizado como Lágrimas de San Lorenzo. Vimos caer estrellas., una tras otra como si del mismo cielo se fueran despegando y rindiendo.

La cosa va de comparaciones y en este momento no se yo quién se libra de la quema. La plantilla del Real Madrid comenzó fuerte, motivada y compacta. Como en una noche de verano…todo parece que se va relajando poco a poco, el calor te da confianza y las cosas terminan cayendo por su propio peso.  Pues tras el gol de Cristiano, que se vio todopoderoso y grande, la caída comenzó a precipitarse del lado blanco.

Si falla el icono parece también que el resto van detrás. Desde la delantera impersonal bajo las botas del “gato” que más bien maulló poco y a destiempo, hasta la desconfianza y la agresividad de la defensa.

Fútbol o boxeo, muchas veces hasta no sabemos muy bien si hemos acudido al estadio o al rin. Si hemos pagado una entrada para ver juego limpio, buen fútbol y sana competitividad o si nos hemos gastado los euros en un duelo donde todo vale. Ahora bien, dos no se “zurran” si uno no quiere, así que saquen conclusiones de quien incitó a quien y si lo que verdaderamente importa es eso o el espectáculo y la imagen que recorrió medio planeta.

Dos de los grandes de la “mejor Liga del mundo”, que ni esa etiqueta creo ya que nos corresponda y mucho menos tras lo acontecido en el Bernabéu lo de encasillarlos como tal, ofrecieron un espectáculo flojito flojito donde lo único que templaba el frío ambiente de la noche madrileña era la incansable y entregada afición colchonera que se logró poner de acuerdo en el coliseo blanco. Todos a una debieron decir….hagámoslo nosotros y trasmitámoselos a los nuestros.  Dicho y hecho. Pocas llegadas, poco acierto,  pero suficiente para humillar y cobrarse de la mejor manera posible una revancha que venía forjándose en silencio desde hace 14 años. Qué mejor forma que pasar por encima del eterno rival en su propio estado, en una final y arrebatándole el único título que devolvería un poco la honra y el espíritu esta temporada a la casa blanca.

En cualquier caso, justo rival. Los palos, los porteros con la garra y el carácter como Courtois y la fortuna de cara al gol, determinan este tipo de encuentros. Y por qué no decirlo también el arbitraje…que no estuvo acertado en ninguno de los dos lados. Va siendo hora de que los árbitros o por lo menos algunos de ellos, aprendan que su lugar es estar en un segundo plano. Que deben ser fieles a su estilo, pitar lo que ven y no lo que les pasa por la mente y sobre todo no quedarse como pasmarotes impidiendo el buen desarrollo de jugadas que podrían ser decisivas. Esta temporada es cierto que han estado mucho en el punto de mira, pero a título personal ellos mismos lo han provocado. Imparcialidad y contundencia.no sé mucho de arbitraje ni de su mundillo, pero creo que son posiblemente dos de las claves más importantes para que todo fluya. 

Y poco más que añadir, el Atlético se alzó con justicia con la copa que le acredita como actual campeón. Premio a la constancia, el esfuerzo y la nueva filosofía de club que ha instalado a orillas del manzanares un tal Simeone. Hombre de palabra, entrenador de altura y forofo de corazón. 

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