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Opinión
Etiquetas | Euroliga / Londres 2013
El Madrid avanza pero todavía no es suficiente

Olympiacos consigue el doblete en una Final Four desubicada

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Roberto Carrera / Londres

Bartzokas puede estar orgulloso. Intentar repetir título en un club en pleno proceso de reestructuración económica era un reto mayúsculo. Y no solo ha levantado el trofeo en Londres. La lección de coherencia táctica del ateniense unida a la veteranía de un grupo infatigable ha logrado repetir un éxito impensable hace solo un par de días.


Reválida histórica para los griegos (AGENCIAS)

De nuevo la magia y carisma de Spanoulis ha guiado otra remontada histórica. No tan salvaje como la del año pasado, no tan espectacular, pero de mucha más calidad en su progresión. Sólo el jugador de Larissa podría marcarse una primera parte sin anotar y con un contundente -12 de valoración y terminar el encuentro con veintidós puntos, máximo anotador y MVP de la final. Legendario.

Pero el éxito de Olympiacos en Londres fue mucho más que un nombre. La velocidad de Law o la contundencia de Pero Antic permitieron solventar con éxito los momentos más complicados. La paciencia de campeón que transmite todo el equipo dejó en simple anécdota un primer cuarto que destrozaría psicológicamente a cualquier otro (10-27). Y por encima de todos ellos, por encima de cualquier otro factor, la demostración exacerbada de pasión, fidelidad y compromiso de una afición inigualable permitió que la palabra imposible nunca tomara asiento en el banquillo griego.

Lección de motivación la que puso en escena la hinchada de Olympiacos. No dejaron de animar ni en los partidos donde no jugaba su equipo, dejando en evidencia la dispersión y poca preparación del resto de aficiones. No necesitan más que una canasta o un rebote defensivo para volver a calentar ánimos aunque su equipo se encuentre quince abajo. Si en deporte todo cuenta, ellos han demostrado ser un valor impagable.

Cada vez más cerca, pero sigue doliendo

En la gloria griega nació la decepción merengue. El Real Madrid sigue hacia delante pasito a pasito en busca de evitar las dos décadas sin Euroliga. Los blancos demostraron mayor hechura y saber hacer en una semifinal donde manejaron con frialdad y acierto los siempre problemáticos últimos minutos. Pero un Barcelona con bajas es poco más que un tentempié frente a la experiencia de este Olympiacos.



Spanoulis y Llull. Dos formas de encarar una final
(AGENCIAS)
Comenzaron arrasando, confirmando su favoritismo y soñando con un triunfo por la vía rápida. Pero de nuevo falló la cabeza. Solo desde ahí podía llegar el traspié, y lo hizo además a ritmo constante. El rival se acercó canasta a canasta, sin locuras, sin acciones a todo o nada. Y así cuarto tras cuarto, muriendo lentamente y siendo incapaz de empujar hacia el otro lado la pared griega.

Sergio Rodríguez apareció demasiado tarde, a Llull todavía le falta ese empuje de rabia que permita explotar su enorme talento en las grandes citas, Reyes no puede (ni debe) ser el salvador en dos partidos seguidos y Rudy, el mejor jugador de este Madrid, necesita un grado de empatía mayor para convertirse en el líder del equipo y no solo en la estrella que va por libre. Prometen volver el año próximo, y tienen base de sobra para ello. Quizá esta haya sido la última lección que necesitaba un grupo que ha puesto de nuevo al club entre los más grandes de Europa.

Orgullo y decepción

Barça y CSKA llegaban en puntos opuestos, compitieron a nivel inesperado y finalmente terminaron en la misma orilla.


Jawai apenas pisó el parqué un par de minutos
(AGENCIAS)

Los de Pascual supieron sobreponerse a las bajas en una semifinal de gran mérito, donde solo los nervios, imprecisiones y excitación provocaron que la moneda cayera del lado blanco en la lotería final. Nadie dudaba que a pesar de los problemas físicos que acarreaban venían a Londres a por la victoria, y bajo la tutela de un Navarro infinito a punto estuvieron de volver a liarla. Nos regalaron una semifinal preciosa que ha promocionado nuestro baloncesto en toda Europa, y dadas las circunstancias, poco más se podía pedir para un equipo al que la Euroliga nunca le da un respiro.

En el otro lado, el conjunto de Messina no se le vio por la capital inglesa en ningún momento. La derrota ante Olympiacos fue clara, sin paliativos, de un rival tremendamente superior a otro perdido en pista. Las apuestas los colocaban como grandes favoritos, pero jamás dieron la sensación de ser un equipo merecedor de ganar esta Final Four. Se llevan un tercer puesto descafeinado, con la certeza de que hacen falta cambios y la urgencia por descubrir qué ha sucedido en solo un año para mostrar prestaciones tan diferentes en el momento clave.

“Basketball meets London”


Algo así como “el baloncesto se cita o se encuentra con Londres” fue la frase a la que los organizadores han recurrido para promocionar el choque. El orden de factores no podía ser más acertado. El básquet se ha reunido en Londres, pero Londres se ha hecho la sueca con el básquet.



Al final fiesta en el O2, aunque con deberes
pendientes (DSXXI)
El fantástico O2 había reducido su aforo en vistas a la poca afición a este deporte de los ingleses. Dieciocho mil butacas que apenas consiguieron llenarse a marchas forzadas. Dos mil griegos, siempre presentes, algo menos de merengues, algo menos de barcelonistas y mucho algo menos de rusos. Faltaron equipos de viajes masivos como los turcos del Efes o el otro griego, el Panathinaikos, pero ligar el éxito de un evento a los equipos clasificados es de poca categoría.

Al final el resultado no fue el peor posible, las semis tuvieron color y la final se vivió con tensión. Pero la sensación general era de café con mucha agua para un campeonato de esta relevancia. Si el año que viene repite Londres, al menos el precio de las entradas debería ser más respetuoso con la situación económica. Sabiendo que el pueblo local se va a dedicar a otras cosas (nada que ver el ambiente este mismo fin de semana en Twickenham para el Sevens de rugby), es importante cuidar a los que vienen de fuera.

Todo para que la fiesta deportiva que hemos vivido en Londres se traslade a las gradas. Tenemos un potencial enorme en el continente, y la amenaza de una NBA europea o las visitas de equipos yanquis en sus giras cruzando el Atlántico no deben ser dinamita suficiente para resquebrajar a una competición fantástica. El baloncesto europeo ya no debe acomplejarse ante nada, y la Euroliga debe ser la cabeza visible de una forma diferente de vivir la canasta.

Olympiacos consigue el doblete en una Final Four desubicada

El Madrid avanza pero todavía no es suficiente
Roberto Carrera Hernández
domingo, 12 de mayo de 2013, 21:59 h (CET)
Roberto Carrera / Londres

Bartzokas puede estar orgulloso. Intentar repetir título en un club en pleno proceso de reestructuración económica era un reto mayúsculo. Y no solo ha levantado el trofeo en Londres. La lección de coherencia táctica del ateniense unida a la veteranía de un grupo infatigable ha logrado repetir un éxito impensable hace solo un par de días.


Reválida histórica para los griegos (AGENCIAS)

De nuevo la magia y carisma de Spanoulis ha guiado otra remontada histórica. No tan salvaje como la del año pasado, no tan espectacular, pero de mucha más calidad en su progresión. Sólo el jugador de Larissa podría marcarse una primera parte sin anotar y con un contundente -12 de valoración y terminar el encuentro con veintidós puntos, máximo anotador y MVP de la final. Legendario.

Pero el éxito de Olympiacos en Londres fue mucho más que un nombre. La velocidad de Law o la contundencia de Pero Antic permitieron solventar con éxito los momentos más complicados. La paciencia de campeón que transmite todo el equipo dejó en simple anécdota un primer cuarto que destrozaría psicológicamente a cualquier otro (10-27). Y por encima de todos ellos, por encima de cualquier otro factor, la demostración exacerbada de pasión, fidelidad y compromiso de una afición inigualable permitió que la palabra imposible nunca tomara asiento en el banquillo griego.

Lección de motivación la que puso en escena la hinchada de Olympiacos. No dejaron de animar ni en los partidos donde no jugaba su equipo, dejando en evidencia la dispersión y poca preparación del resto de aficiones. No necesitan más que una canasta o un rebote defensivo para volver a calentar ánimos aunque su equipo se encuentre quince abajo. Si en deporte todo cuenta, ellos han demostrado ser un valor impagable.

Cada vez más cerca, pero sigue doliendo

En la gloria griega nació la decepción merengue. El Real Madrid sigue hacia delante pasito a pasito en busca de evitar las dos décadas sin Euroliga. Los blancos demostraron mayor hechura y saber hacer en una semifinal donde manejaron con frialdad y acierto los siempre problemáticos últimos minutos. Pero un Barcelona con bajas es poco más que un tentempié frente a la experiencia de este Olympiacos.



Spanoulis y Llull. Dos formas de encarar una final
(AGENCIAS)
Comenzaron arrasando, confirmando su favoritismo y soñando con un triunfo por la vía rápida. Pero de nuevo falló la cabeza. Solo desde ahí podía llegar el traspié, y lo hizo además a ritmo constante. El rival se acercó canasta a canasta, sin locuras, sin acciones a todo o nada. Y así cuarto tras cuarto, muriendo lentamente y siendo incapaz de empujar hacia el otro lado la pared griega.

Sergio Rodríguez apareció demasiado tarde, a Llull todavía le falta ese empuje de rabia que permita explotar su enorme talento en las grandes citas, Reyes no puede (ni debe) ser el salvador en dos partidos seguidos y Rudy, el mejor jugador de este Madrid, necesita un grado de empatía mayor para convertirse en el líder del equipo y no solo en la estrella que va por libre. Prometen volver el año próximo, y tienen base de sobra para ello. Quizá esta haya sido la última lección que necesitaba un grupo que ha puesto de nuevo al club entre los más grandes de Europa.

Orgullo y decepción

Barça y CSKA llegaban en puntos opuestos, compitieron a nivel inesperado y finalmente terminaron en la misma orilla.


Jawai apenas pisó el parqué un par de minutos
(AGENCIAS)

Los de Pascual supieron sobreponerse a las bajas en una semifinal de gran mérito, donde solo los nervios, imprecisiones y excitación provocaron que la moneda cayera del lado blanco en la lotería final. Nadie dudaba que a pesar de los problemas físicos que acarreaban venían a Londres a por la victoria, y bajo la tutela de un Navarro infinito a punto estuvieron de volver a liarla. Nos regalaron una semifinal preciosa que ha promocionado nuestro baloncesto en toda Europa, y dadas las circunstancias, poco más se podía pedir para un equipo al que la Euroliga nunca le da un respiro.

En el otro lado, el conjunto de Messina no se le vio por la capital inglesa en ningún momento. La derrota ante Olympiacos fue clara, sin paliativos, de un rival tremendamente superior a otro perdido en pista. Las apuestas los colocaban como grandes favoritos, pero jamás dieron la sensación de ser un equipo merecedor de ganar esta Final Four. Se llevan un tercer puesto descafeinado, con la certeza de que hacen falta cambios y la urgencia por descubrir qué ha sucedido en solo un año para mostrar prestaciones tan diferentes en el momento clave.

“Basketball meets London”


Algo así como “el baloncesto se cita o se encuentra con Londres” fue la frase a la que los organizadores han recurrido para promocionar el choque. El orden de factores no podía ser más acertado. El básquet se ha reunido en Londres, pero Londres se ha hecho la sueca con el básquet.



Al final fiesta en el O2, aunque con deberes
pendientes (DSXXI)
El fantástico O2 había reducido su aforo en vistas a la poca afición a este deporte de los ingleses. Dieciocho mil butacas que apenas consiguieron llenarse a marchas forzadas. Dos mil griegos, siempre presentes, algo menos de merengues, algo menos de barcelonistas y mucho algo menos de rusos. Faltaron equipos de viajes masivos como los turcos del Efes o el otro griego, el Panathinaikos, pero ligar el éxito de un evento a los equipos clasificados es de poca categoría.

Al final el resultado no fue el peor posible, las semis tuvieron color y la final se vivió con tensión. Pero la sensación general era de café con mucha agua para un campeonato de esta relevancia. Si el año que viene repite Londres, al menos el precio de las entradas debería ser más respetuoso con la situación económica. Sabiendo que el pueblo local se va a dedicar a otras cosas (nada que ver el ambiente este mismo fin de semana en Twickenham para el Sevens de rugby), es importante cuidar a los que vienen de fuera.

Todo para que la fiesta deportiva que hemos vivido en Londres se traslade a las gradas. Tenemos un potencial enorme en el continente, y la amenaza de una NBA europea o las visitas de equipos yanquis en sus giras cruzando el Atlántico no deben ser dinamita suficiente para resquebrajar a una competición fantástica. El baloncesto europeo ya no debe acomplejarse ante nada, y la Euroliga debe ser la cabeza visible de una forma diferente de vivir la canasta.

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Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".

Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.

Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.

 
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