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El conjunto blanco ofrece un recita del buen baloncesto y defenderá su título de campeón de la Supercopa de España ante el Barcelona.

El Real Madrid arrolla al Fuenlabrada (116-61)

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Fotonoticia 20190921230013 640


Avalancha de puntos y baloncesto de altos vuelos. Así se resume el excelente encuentro trenzado por el Real Madrid. Con ello, obtuvo, no ya una victoria tan aplastante como convincente ante Fuenlabrada, sino la recompensa de defender su corona de campeón de la Supercopa de España. El adversario será el Barcelona, con el regreso de Mirotic, con el recuerdo del desenlace de la última Copa del Rey. Todo esto en el mismo escenario. Otro clásico con el que arrancar el curso. Una temporada que supone el noveno año de Pablo Laso como entrenador. Una nueva campaña que arrancó en modo arrollador, no sólo en el marcador, sino con el baloncesto desplegado, de auténticos quilates. Ese baloncesto que gusta y que enamora porque su objetivo es ofrecer espectáculo.


No se trata de una tarea sencilla. No todos los equipos y jugadores son capaces de alcanzar un nivel tan excelso de buen baloncesto. Hay que ser un bloque, un verdadero equipo, y ésta es la mayor virtud del Real Madrid. El equipo está por encima de todos. Es un equipo con mayúsculas, consecuencia del trabajo de unos cuantos años, permitiendo dibujar unos esquemas aprendidos de memoria. La confianza en el proyecto es clave en esta circunstancia. El resto aparece con una fluidez absoluta: defensa asfixiante, rápidas transiciones, ágil movimiento del balón y certeros en el aro. El fondo de armario es otro pilar por considerar, donde todos aportan. Y como guinda está el gen competitivo y ganador. Si todos estos elementos confluyen al mismo tiempo se desencadena una avalancha perfecta de puntos y baloncesto de altos vuelos.  


El Fuenlabrada fue la víctima, pero cualquier otro equipo hubiera padecido enormes dolores. Fue un Real Madrid absolutamente maravilloso. De comienzo al final. Porque no hubo ni un ápice de relajación con el encuentro completamente decidido. El Real Madrid no dejó de apretar el acelerador. Empezó con el dúo Carroll y Randolph, que dieron la primera ventaja en apenas tres minutos (10-3). Aunque el Fuenlabrada se aproximó (10-7), todo quedó en un simple espejismo, pues nunca tuvo la oportunidad de adentrarse en el encuentro. Ni una mínima opción. Era un Real Madrid en plena ebullición.  


Si las defensas eran abrumadoras, con Tavares y Mickey intimidando con sus centímetros y envergadura, los ataques eran a la velocidad de la luz. Las canastas se sucedían en cascadas. Rápidamente se alcanzó un 23-9 y se siguió hasta el 28-11 (máxima del primer cuarto). El segundo no cambió el guion. El Real Madrid se mantuvo firme, incluso yendo a más para deleite de sus seguidores. Y cerró con un marcador abultado: 31 puntos de diferencia (52-21). Los porcentajes blancos daban miedo: 57% de acierto en tiros y un 64% en triples (nueve aciertos). Las 18 asistencias certificaban ese baloncesto de quilates, el ser solidarios para encontrar el tiro más cómodo. En el Fuenlabrada poco que destacar, salvo los 7 puntos de Rowland y un triste, y preocupante, 25% en tiros de campo.  


Nunca sabremos qué hubiera pasado si hubiera empezado de otro modo el encuentro. El Fuenlabrada se vio incapaz, era difícil enfrentarse a la avalancha perfecta del Real Madrid. No hay antídoto alguno. No se ha inventado. Y esta avalancha no se detuvo tras el descanso. Está demostrado que cuando el Real Madrid huele la sangre del rival ataca con más fuerza. Durante el tercer cuarto se alcanza otra plusmarca de récord: 44 puntos de distancia (80-36). Y eso que el Fuenlabrada sumó su mejor parcial con 22 puntos; lo que viene a ser un punto más que todos los sumados en los dos cuartos anteriores. El baloncesto se explica en datos muchas veces. Y por entonces, el Real Madrid había convertido 16 triples (de 23 intentos) y mantenía el ritmo de asistencias: 23.  


El suplicio para el Fuenlabrada continúo durante otros diez minutos. El Real Madrid superó el centenar de puntos y cerró su exhibición de juego con unos números para enmarcar: 116 puntos; 19 triples; 63% de acierto; 32 asistencias; 167 de valoración global; y con todos los jugadores habiendo anotado puntos, con Carroll como máximo anotador con 18 puntos. Cifras que explican lo abultado del marcador, de un triunfo abrumador en puntos y juego en vísperas de medirse con el Barcelona por el título de la Supercopa de España. 

El Real Madrid arrolla al Fuenlabrada (116-61)

El conjunto blanco ofrece un recita del buen baloncesto y defenderá su título de campeón de la Supercopa de España ante el Barcelona.
Rafael Merino
sábado, 21 de septiembre de 2019, 22:54 h (CET)

Fotonoticia 20190921230013 640


Avalancha de puntos y baloncesto de altos vuelos. Así se resume el excelente encuentro trenzado por el Real Madrid. Con ello, obtuvo, no ya una victoria tan aplastante como convincente ante Fuenlabrada, sino la recompensa de defender su corona de campeón de la Supercopa de España. El adversario será el Barcelona, con el regreso de Mirotic, con el recuerdo del desenlace de la última Copa del Rey. Todo esto en el mismo escenario. Otro clásico con el que arrancar el curso. Una temporada que supone el noveno año de Pablo Laso como entrenador. Una nueva campaña que arrancó en modo arrollador, no sólo en el marcador, sino con el baloncesto desplegado, de auténticos quilates. Ese baloncesto que gusta y que enamora porque su objetivo es ofrecer espectáculo.


No se trata de una tarea sencilla. No todos los equipos y jugadores son capaces de alcanzar un nivel tan excelso de buen baloncesto. Hay que ser un bloque, un verdadero equipo, y ésta es la mayor virtud del Real Madrid. El equipo está por encima de todos. Es un equipo con mayúsculas, consecuencia del trabajo de unos cuantos años, permitiendo dibujar unos esquemas aprendidos de memoria. La confianza en el proyecto es clave en esta circunstancia. El resto aparece con una fluidez absoluta: defensa asfixiante, rápidas transiciones, ágil movimiento del balón y certeros en el aro. El fondo de armario es otro pilar por considerar, donde todos aportan. Y como guinda está el gen competitivo y ganador. Si todos estos elementos confluyen al mismo tiempo se desencadena una avalancha perfecta de puntos y baloncesto de altos vuelos.  


El Fuenlabrada fue la víctima, pero cualquier otro equipo hubiera padecido enormes dolores. Fue un Real Madrid absolutamente maravilloso. De comienzo al final. Porque no hubo ni un ápice de relajación con el encuentro completamente decidido. El Real Madrid no dejó de apretar el acelerador. Empezó con el dúo Carroll y Randolph, que dieron la primera ventaja en apenas tres minutos (10-3). Aunque el Fuenlabrada se aproximó (10-7), todo quedó en un simple espejismo, pues nunca tuvo la oportunidad de adentrarse en el encuentro. Ni una mínima opción. Era un Real Madrid en plena ebullición.  


Si las defensas eran abrumadoras, con Tavares y Mickey intimidando con sus centímetros y envergadura, los ataques eran a la velocidad de la luz. Las canastas se sucedían en cascadas. Rápidamente se alcanzó un 23-9 y se siguió hasta el 28-11 (máxima del primer cuarto). El segundo no cambió el guion. El Real Madrid se mantuvo firme, incluso yendo a más para deleite de sus seguidores. Y cerró con un marcador abultado: 31 puntos de diferencia (52-21). Los porcentajes blancos daban miedo: 57% de acierto en tiros y un 64% en triples (nueve aciertos). Las 18 asistencias certificaban ese baloncesto de quilates, el ser solidarios para encontrar el tiro más cómodo. En el Fuenlabrada poco que destacar, salvo los 7 puntos de Rowland y un triste, y preocupante, 25% en tiros de campo.  


Nunca sabremos qué hubiera pasado si hubiera empezado de otro modo el encuentro. El Fuenlabrada se vio incapaz, era difícil enfrentarse a la avalancha perfecta del Real Madrid. No hay antídoto alguno. No se ha inventado. Y esta avalancha no se detuvo tras el descanso. Está demostrado que cuando el Real Madrid huele la sangre del rival ataca con más fuerza. Durante el tercer cuarto se alcanza otra plusmarca de récord: 44 puntos de distancia (80-36). Y eso que el Fuenlabrada sumó su mejor parcial con 22 puntos; lo que viene a ser un punto más que todos los sumados en los dos cuartos anteriores. El baloncesto se explica en datos muchas veces. Y por entonces, el Real Madrid había convertido 16 triples (de 23 intentos) y mantenía el ritmo de asistencias: 23.  


El suplicio para el Fuenlabrada continúo durante otros diez minutos. El Real Madrid superó el centenar de puntos y cerró su exhibición de juego con unos números para enmarcar: 116 puntos; 19 triples; 63% de acierto; 32 asistencias; 167 de valoración global; y con todos los jugadores habiendo anotado puntos, con Carroll como máximo anotador con 18 puntos. Cifras que explican lo abultado del marcador, de un triunfo abrumador en puntos y juego en vísperas de medirse con el Barcelona por el título de la Supercopa de España. 

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