No conocen freno moral alguno. Arnaldo Otegui, etarra encarcelado con Twitter, y Jesús Eguiguren, presidente del PSE sin que se oiga protestar a Rubalcaba, utilizan a sus propias hijas en su enloquecido camino de entregar el País Vasco, y con ello la libertad que les queda a los habitantes de aquella bellísima tierra, a los designios del totalitarismo.
El uno se veía a sí mismo como el Gerry Adams español –el IRA nada tiene que ver con ETA por más que la banda terrorista y la izquierda indocumentada así lo aseveren-y busca ansiosamente su salida de prisión para volver a ocupar el puesto de cara amable del terror. El otro, condenado en firme por maltratar a su primera esposa sin que el feminismo instalado en su partido exija su retirada de la vida pública, prefiere un pacto con ETA antes que un pacto con el PP. Subyace en su inconsciente, como en el de tanta gente de izquierdas, la romántica visión de una banda terrorista que hizo frente al franquismo y que, al fin y al cabo, lo que busca es la Euskal Herria… socialista. La Cuba del Cantábrico. En unos meses seguirán la senda catalana.
Para los Eguiguren de este mundo los de las balas en la nuca, los coches-bomba y los ataúdes blancos son chicos malos, pero, al fin y al cabo, “sus chicos malos”. Los mil muertos deben de ser olvidados. Molestan en el paisaje falsamente pacifista. Las asociaciones de víctimas, testimonio vivo del horror que recuerda sobre qué quieren estos construir su paz, son ninguneadas, cuando no insultadas. Como deben serlo todos aquellos que antaño defendieron firmes posiciones frente al nihilismo. Nicolás Redondo o Mayor Oreja no deben de ser escuchados.
De estos dos individuos, Otegui y Eguiguren, Eguiguren y Otegui, que tanto monta como monta tanto, como les digo, nada se espera. Sin embargo, el PSOE, deja hacer. Grave es el rubalcábido silencio. Eso, junto con el cambio de postura del PP-Pop de Oyarzábal, quien parece empeñado en conseguir que “Chusito” Eguiguren los considere de los suyos y así sumarse al cambio de régimen que pretendiera José Luis Rodríguez Zapatero. Cambio de régimen que pasa indefectiblemente por la entrada de ETA en el consenso de 1978. Y en ello andan. Que se lo pregunten a las niñas.