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Etiquetas | Reflexión | Política | PSOE
Quizá esta ha sido la más rocambolesca época de distrofia política, donde el futuro de España se está jugando al “estraperlo”

Rivera apela al transfuguismo político. Quien no corre vuela

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Estábamos dispuestos a aceptar cualquier boutade de los políticos cuando ya nos encontramos en el último tramo en el que, la posible investidura del señor Pedro Sánchez del PSOE, va a depender exclusivamente de los posibles apoyos para su candidatura que pueda presentar ante el Rey. Sin embargo, si hubiéramos tenido que apostar por alguien que estuviera acostumbrado a actuar como un verdadero camaleón, no nos quedaría más remedio que concederle esta facultad de cambiar de color político con mayor facilidad, a este joven líder del partido de Ciudadanos, a quien no le importa nada desdecirse, abrazar a unos para a los pocos días deshacerse en abrazos con otros sin que parezca que, en su fuero interno, ningún sentimiento, ninguna de sus neuronas ni, tan siquiera, ninguna de sus lealtades lleguen a estar afectadas por este transformismo oportunista del que hace gala el señor Albert Rivera, cuando lo que se está jugando es conseguir situarse en una posición ventajista en su camino trazado en busca de conseguir su verdadera meta, la jefatura del Estado.

Claro que se cura en salud y cuando llega el momento de pedir compensaciones al señor Pedro Sánchez, del PSOE ¬-otro que tampoco parece que vea con claridad el horizonte que se le presenta tanto si pacta con Podemos como si decide enfrentarse a unas nuevas elecciones que, a pesar de que todas las encuestas le dan el carácter de favorito, no podemos olvidar que unos comicios, como las armas de fuego, los carga el Diablo -; no parece que el señor Rivera se haya quedado corto, no por pedir un número exagerado de concesiones para abstenerse, que no lo ha hecho, sino porque lo que pide, tres simples concesiones, abarca la suficiente carga política y económica para que los proyectos del señor Sánchez de incremento del gasto público y la elevación exagerada de impuestos, no entraran entre las facultades del nuevo ejecutivo socialista. Todos sabemos que, cuando se habla de poner impuestos sólo a los ricos, no es más que un eufemismo que utilizan los políticos para ocultar que, los que soportarán la verdadera carga fiscal, van a ser los de siempre: la sufrida clase media, la mayor parte y la que más contribuye al erario público con sus aportaciones.

Albert Rivera, no sabemos si previa consulta con Pedro Sánchez, del PSOE, o por su cuenta motu proprio, ha hecho lo que se podría considerar como un brindis al Sol, recuperando una propuesta que queremos recordar que ya le había hecho el PP, quizá no en los mismos términos pero si en forma de un posible Pacto de Estado en cuanto a una serie de temas fundamentales que, en aquellos momentos, quizá debido a un excesivo optimismo del líder de los socialistas, que se veía investido sin problema algo que, el tiempo y su falta de flexibilidad, han demostrado que no era tan sencillo. Al parecer se trata de tres siguientes condiciones que se podrían resumir de la siguiente forma: "Si Sánchez dice sí a un gobierno constitucionalista en Navarra, al respeto a las sentencias del procés y a no indultar a los condenados y se compromete con la economía española, Ciudadanos estaría dispuesto a desbloquear la investidura".

Alguien podría ver, en los rechazos continuados de Rivera a las propuestas del PP de formar coalición para presentarse a unas nuevas elecciones, en el caso de que las hubiera, el interés del líder de Podemos de no desvelar este proyecto que acaba de dar a conocer, para reservarse el mérito a él mismo y a su partido. Extraña el hecho de que, muchos de los que han abandonado recientemente Ciudadanos, precisamente por discrepancias con la forma excesivamente inflexible de no querer dar apoyo a Sánchez mediante su abstención en la votación de investidura, si hubieran conocido esta propuesta final de Rivera, con toda seguridad no se hubieran dado de baja de Ciudadanos y hubieran evitado la crisis que se produjo dentro del partido de Rivera que, evidentemente, no favoreció a los intereses de la formación. En fin, doctores tiene la Iglesia que sabrán contestar a esta aparente sinrazón.

La celeridad con la que Pedro Sánchez ha entrado al trapo, saliendo al paso de la propuesta de Rivera con un apresuramiento insospechado pero, sin decir si estaba conforme con las tres condiciones que se le pedían o, simplemente, hacía mención a una propuesta que ellos hubieran hecho con anterioridad, nos tememos que sin contraprestaciones algunas que, en su día, no fue aceptada ni por el PP ni por Ciudadanos. Cuando Sánchez dice: “No hay ningún obstáculo para que el PP y Ciudadanos se abstengan” se podría entender como una perogrullada, ya que es evidente que para abstenerse ambos partidos tienen la absoluta libertad para poderlo hacer. Otra cosa sería si, con estas palabras, quisiera dar a entender que las condiciones le parecerían razonables y estuviera dispuesto, su partido el PSOE, a negociarlas. Como siempre, el señor Pedro Sánchez, usa términos ambiguos, poco entendibles y que se prestan a varias interpretaciones algo que, dada la premura con la que se deben tomar las decisiones si se quiere evitar que el PSOE se presente ante el Rey sin poder aportar los apoyos precisos para la investidura de Sánchez, puede resultar una forma elegante de escurrir el bulto dejando pasar el plazo para ir a elecciones.

No está, como es evidente, al alcance de un simple ciudadano de a pie, la facultad de poder conocer si esta propuesta que acaba de hacer Albert Rivera, ya la tenían apalabrada con el PP de Casado o si, también ha sido una sorpresa para él, como ha ocurrido con la mayoría de ciudadanos, que les haya cogido con el pie cambiado. No obstante, parece ser que Casado está dispuesto a reunirse con Rivera y también con Pedro Sánchez recordando, sin embargo, que con anterioridad el líder del PSOE siempre rechazó de plano propuestas semejantes a las que ahora se le formulan. Podríamos alegar que quizá, el señor Pedro Sánchez, ha tenido tiempo suficiente para valorar los problemas que le representaría el gobernar con el apoyo de Podemos, viéndose obligado a aceptar miembros de los comunistas en su ejecutiva y, ahora, se encuentre más propicio a hacer cesiones algo que, en los primeros días posteriores a las elecciones, seguramente no habría aceptado en modo alguno.

No nos atreveríamos a pronosticar lo que puede suceder o si, esta propuesta de Rivera, aparte de beneficiarle a él y su partido, podría moderar a un gobierno socialista que ha prometido el oro y el moro a aquellos que lo votaron y que, va a verse obligado a responder de sus promesas ante aquellos que confiaron en que votaron a quienes las iban a cumplir. Una abstención, en la investidura de Pedro Sánchez, de Ciudadanos y el PP, evidentemente no presupone una apoyo a todo lo que decidan hacer los socialistas que, a su vez, es muy probable que tengan que soportar el enfrentamiento continuo con los secuaces de Pablo Iglesias que, obviamente, si se llegara a materializar este acuerdo de gobierno con PP y Ciudadanos, se iban a quedar solamente con el derecho al pataleo, algo que, por otra parte, son expertos en hacer.

Es probable que, ya que no parece que la derecha tenga, de momento y probablemente en unos años, posibilidad alguna de poder alcanzar una mayoría que le permitiera suplir el PSOE a la hora de formar gobierno, quizá la solución mejor sería un gobierno en minoría del PSOE, no dependiente ni de Podemos ni, por supuesto, de los partidos nacionalistas; lo que les permitiría mantener a raya a los nacionalistas vascos y catalanes y dar una cierta estabilidad a la nación.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos hacemos cruces de la forma en la que se viene desarrollando este largo proceso, que ya dura cinco meses, en el que los que ganaron las elecciones han sido incapaces de conseguir los apoyos que confiaban que iban a tener de aquellos que les apoyaron, cuando se tenía que formular la moción de censura contra don Mariano Rajoy y, no obstante, al llegar el momento de repartirse las estampitas, por un quítame allá unas pajas, las izquierdas se han enfrentado entre ellas, echando abajo lo que en un principio tenía todas las apariencias de estar acordado de antemano. Ver para creer.

Rivera apela al transfuguismo político. Quien no corre vuela

Quizá esta ha sido la más rocambolesca época de distrofia política, donde el futuro de España se está jugando al “estraperlo”
Miguel Massanet
martes, 17 de septiembre de 2019, 10:41 h (CET)

Estábamos dispuestos a aceptar cualquier boutade de los políticos cuando ya nos encontramos en el último tramo en el que, la posible investidura del señor Pedro Sánchez del PSOE, va a depender exclusivamente de los posibles apoyos para su candidatura que pueda presentar ante el Rey. Sin embargo, si hubiéramos tenido que apostar por alguien que estuviera acostumbrado a actuar como un verdadero camaleón, no nos quedaría más remedio que concederle esta facultad de cambiar de color político con mayor facilidad, a este joven líder del partido de Ciudadanos, a quien no le importa nada desdecirse, abrazar a unos para a los pocos días deshacerse en abrazos con otros sin que parezca que, en su fuero interno, ningún sentimiento, ninguna de sus neuronas ni, tan siquiera, ninguna de sus lealtades lleguen a estar afectadas por este transformismo oportunista del que hace gala el señor Albert Rivera, cuando lo que se está jugando es conseguir situarse en una posición ventajista en su camino trazado en busca de conseguir su verdadera meta, la jefatura del Estado.

Claro que se cura en salud y cuando llega el momento de pedir compensaciones al señor Pedro Sánchez, del PSOE ¬-otro que tampoco parece que vea con claridad el horizonte que se le presenta tanto si pacta con Podemos como si decide enfrentarse a unas nuevas elecciones que, a pesar de que todas las encuestas le dan el carácter de favorito, no podemos olvidar que unos comicios, como las armas de fuego, los carga el Diablo -; no parece que el señor Rivera se haya quedado corto, no por pedir un número exagerado de concesiones para abstenerse, que no lo ha hecho, sino porque lo que pide, tres simples concesiones, abarca la suficiente carga política y económica para que los proyectos del señor Sánchez de incremento del gasto público y la elevación exagerada de impuestos, no entraran entre las facultades del nuevo ejecutivo socialista. Todos sabemos que, cuando se habla de poner impuestos sólo a los ricos, no es más que un eufemismo que utilizan los políticos para ocultar que, los que soportarán la verdadera carga fiscal, van a ser los de siempre: la sufrida clase media, la mayor parte y la que más contribuye al erario público con sus aportaciones.

Albert Rivera, no sabemos si previa consulta con Pedro Sánchez, del PSOE, o por su cuenta motu proprio, ha hecho lo que se podría considerar como un brindis al Sol, recuperando una propuesta que queremos recordar que ya le había hecho el PP, quizá no en los mismos términos pero si en forma de un posible Pacto de Estado en cuanto a una serie de temas fundamentales que, en aquellos momentos, quizá debido a un excesivo optimismo del líder de los socialistas, que se veía investido sin problema algo que, el tiempo y su falta de flexibilidad, han demostrado que no era tan sencillo. Al parecer se trata de tres siguientes condiciones que se podrían resumir de la siguiente forma: "Si Sánchez dice sí a un gobierno constitucionalista en Navarra, al respeto a las sentencias del procés y a no indultar a los condenados y se compromete con la economía española, Ciudadanos estaría dispuesto a desbloquear la investidura".

Alguien podría ver, en los rechazos continuados de Rivera a las propuestas del PP de formar coalición para presentarse a unas nuevas elecciones, en el caso de que las hubiera, el interés del líder de Podemos de no desvelar este proyecto que acaba de dar a conocer, para reservarse el mérito a él mismo y a su partido. Extraña el hecho de que, muchos de los que han abandonado recientemente Ciudadanos, precisamente por discrepancias con la forma excesivamente inflexible de no querer dar apoyo a Sánchez mediante su abstención en la votación de investidura, si hubieran conocido esta propuesta final de Rivera, con toda seguridad no se hubieran dado de baja de Ciudadanos y hubieran evitado la crisis que se produjo dentro del partido de Rivera que, evidentemente, no favoreció a los intereses de la formación. En fin, doctores tiene la Iglesia que sabrán contestar a esta aparente sinrazón.

La celeridad con la que Pedro Sánchez ha entrado al trapo, saliendo al paso de la propuesta de Rivera con un apresuramiento insospechado pero, sin decir si estaba conforme con las tres condiciones que se le pedían o, simplemente, hacía mención a una propuesta que ellos hubieran hecho con anterioridad, nos tememos que sin contraprestaciones algunas que, en su día, no fue aceptada ni por el PP ni por Ciudadanos. Cuando Sánchez dice: “No hay ningún obstáculo para que el PP y Ciudadanos se abstengan” se podría entender como una perogrullada, ya que es evidente que para abstenerse ambos partidos tienen la absoluta libertad para poderlo hacer. Otra cosa sería si, con estas palabras, quisiera dar a entender que las condiciones le parecerían razonables y estuviera dispuesto, su partido el PSOE, a negociarlas. Como siempre, el señor Pedro Sánchez, usa términos ambiguos, poco entendibles y que se prestan a varias interpretaciones algo que, dada la premura con la que se deben tomar las decisiones si se quiere evitar que el PSOE se presente ante el Rey sin poder aportar los apoyos precisos para la investidura de Sánchez, puede resultar una forma elegante de escurrir el bulto dejando pasar el plazo para ir a elecciones.

No está, como es evidente, al alcance de un simple ciudadano de a pie, la facultad de poder conocer si esta propuesta que acaba de hacer Albert Rivera, ya la tenían apalabrada con el PP de Casado o si, también ha sido una sorpresa para él, como ha ocurrido con la mayoría de ciudadanos, que les haya cogido con el pie cambiado. No obstante, parece ser que Casado está dispuesto a reunirse con Rivera y también con Pedro Sánchez recordando, sin embargo, que con anterioridad el líder del PSOE siempre rechazó de plano propuestas semejantes a las que ahora se le formulan. Podríamos alegar que quizá, el señor Pedro Sánchez, ha tenido tiempo suficiente para valorar los problemas que le representaría el gobernar con el apoyo de Podemos, viéndose obligado a aceptar miembros de los comunistas en su ejecutiva y, ahora, se encuentre más propicio a hacer cesiones algo que, en los primeros días posteriores a las elecciones, seguramente no habría aceptado en modo alguno.

No nos atreveríamos a pronosticar lo que puede suceder o si, esta propuesta de Rivera, aparte de beneficiarle a él y su partido, podría moderar a un gobierno socialista que ha prometido el oro y el moro a aquellos que lo votaron y que, va a verse obligado a responder de sus promesas ante aquellos que confiaron en que votaron a quienes las iban a cumplir. Una abstención, en la investidura de Pedro Sánchez, de Ciudadanos y el PP, evidentemente no presupone una apoyo a todo lo que decidan hacer los socialistas que, a su vez, es muy probable que tengan que soportar el enfrentamiento continuo con los secuaces de Pablo Iglesias que, obviamente, si se llegara a materializar este acuerdo de gobierno con PP y Ciudadanos, se iban a quedar solamente con el derecho al pataleo, algo que, por otra parte, son expertos en hacer.

Es probable que, ya que no parece que la derecha tenga, de momento y probablemente en unos años, posibilidad alguna de poder alcanzar una mayoría que le permitiera suplir el PSOE a la hora de formar gobierno, quizá la solución mejor sería un gobierno en minoría del PSOE, no dependiente ni de Podemos ni, por supuesto, de los partidos nacionalistas; lo que les permitiría mantener a raya a los nacionalistas vascos y catalanes y dar una cierta estabilidad a la nación.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos hacemos cruces de la forma en la que se viene desarrollando este largo proceso, que ya dura cinco meses, en el que los que ganaron las elecciones han sido incapaces de conseguir los apoyos que confiaban que iban a tener de aquellos que les apoyaron, cuando se tenía que formular la moción de censura contra don Mariano Rajoy y, no obstante, al llegar el momento de repartirse las estampitas, por un quítame allá unas pajas, las izquierdas se han enfrentado entre ellas, echando abajo lo que en un principio tenía todas las apariencias de estar acordado de antemano. Ver para creer.

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