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Fútbol
Etiquetas | Real Madrid | Levante | Liga | Benzema
El francés, autor de dos goles, exhibe su calidad y liderazgo en uno de los encuentros más completos del Real Madrid en la parcela ofensiva; en defensa, continúa el sufrimiento. Debutó Hazard, el nuevo 7 del Bernabéu.

Benzema ilumina al Real Madrid (3-2)

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Benzema se erigió en líder del Real Madrid. El francés asumió el mando con una pasmosa naturalidad. Tomó los galones e imprimió su sello con goles y juego. Benzema otorgó al Real Madrid su primer triunfo en el Santiago Bernabéu, con el Levante como víctima. El delantero francés marcó dos tantos y contribuyó activamente al despliegue ofensivo. Ese tipo de estilo que mezcla vistosamente unas buenas dosis de presión, una efectiva velocidad de toque y un impecable acierto de cara a la portería. Esa dosis de buen fútbol que gusta y oculta el silencio del Santiago Bernabéu. Buen juego y goles, esa sintonía que hace tiempo se buscaba en el Real Madrid. Lo contrario a la defensa, zona sin defensa y camino de ser un mal endémico si no aparece ningún remedio sanador.

Sin Cristiano Ronaldo, el Real Madrid quedó huérfano. No sólo de goles, de un liderazgo, también. Uno de los pocos jugadores que entendió la nueva situación fue Benzema. El francés asumió su nueva situación en el campo. Tenía, y debía, que asumir los galones. Su temporada pasada fue de los pocos jugadores que mereció una puntuación positiva. Y en esta va camino de mejorar sus prestaciones. Sin Cristiano Ronaldo, el fútbol, y el aficionado, está descubriendo que Benzema era talento puro. Que Benzema era mucho más que un socio fiel de Cristiano Ronaldo. Ahora, Benzema atrae más los focos, y no sólo con goles (ya lleva cuatro este curso y 226 como jugador de Chamartín), sino con una evolución de su asociación al juego: baja a ayudar al mediocampo, incomoda a los centrales con sus continuos movimientos, se asocia con los extremos, busca el primer toque siempre, juega sin complicaciones y es certero cuando debe serlo.

A esta clase magistral de Benzema en una fría y lluviosa mañana en el Santiago Bernabéu se sumó el trío conformado por Casemiro, Kross y James. Los tres impusieron un fuerte ritmo de presión, y de juego, claro, con asistencia incluida de James en el segundo tanto. El Levante acabó reclutándose en sus dominios, incapaz de dar forma a su juego, de enhebrar más de dos pases de seguido con el esférico. Y si esta presión, y consiguiente pronta recuperación del balón, se ve acompañada de rápidos movimientos este Real Madrid es mucho Real Madrid. Porque el talento es innegociable. El Levante hizo aguas, y eso que formó con defensa de cinco. O que se mostrará ambicioso durante los primeros veinte minutos. No era un adversario menor, era el cuarto en la clasificación.

Otra virtud estuvo en las bandas. Si hay juego por los extremos, el campo se hace más campo. Así lo interpretaron Marcelo (en una especie de segunda juventud), Carvajal (asistente del primer gol) y Lucas Vázquez. ¿Vinicius? Fue todo esfuerzo. El chico corre y corre, y atrae y contagia al respetable. Y no se esconde. Pero le falta (aparte más encuentros seguidos) ese toque de serenidad, ese poso de encajar el último pase, en el momento definitivo. Y lo sabe hacer, como demostró en su asistencia al tanto de Casemiro: cabalgada y centro medido al corazón del área. Lástima que viese anulado su tanto en el segundo tiempo. Actitud y aptitudes que habían resuelto el encuentro antes de presentarse el descanso. Había sido el Real Madrid más redondo del curso. Había sido una clase maestra de Benzema. Era el momento de pensar en ver a Hazard correteando por el Bernabéu.

Hazard y una defensa sin defensa
Pero el fútbol es traicionero. No admite ni relajaciones ni disfrutes más allá de lo necesario. No habían trascurrido ni cinco minutos de la reanudación cuando Borja Mayoral superó a Courtois. No fue una jugada de enmarcar, sino de recordar que este Real Madrid padece en temas defensivos. Y sufre el Bernabéu. Y sufre con Ramos (reemplazado por Militao). Otra cosa es cuanto aparece Benzema. El Bernabéu rompe a aplaudir. El francés prosiguió con su clase. Esta vez, con un disparo con parábola que acabó estrellándose en el poste. La foto del gol hubiera sido de cuadro de museo. Y llegó el momento de Hazard. Zidane dio la alternativa al belga y éste fue recibido como un héroe. Y su primera acción, de esas que gustan: recuperar un balón en carrera. Otra ovación, claro. Lo contrario que el VAR. Entró en acción (gol de Casemiro y no gol de Vinicius) y tardó una eternidad en dar su veredicto. Estas demoras de tiempo no son buenas para el espectáculo.

Ni esto importaba al público. Estaba viendo, y disfrutando, al Real Madrid más excelso del curso, en especial en la zona ofensiva. En el flanco izquierdo y algo escorado hacía el centro se ubicó Hazard. El belga se mostró muy asociativo y con colmillo: su remate de gol lo sacó el portero del Levante, de lo mejor del cuadro azulgrana. Ya no hubo más acciones con pólvora. Sí hubo algún susto adicional, como el tanto de Melero. Otra acción aislada que retrató a la defensa, y al portero. Hay cierto runrún cada vez que interviene, y eso que salvó al equipo en el descuento con una parada milagrosa. Y esto desemboca en una demostración empírica: sin Casemiro en el campo, este equipo sufre atrás. Lo contrario que arriba, donde se vivió una jornada de buen fútbol y goles, con un magnífico Benzema que iluminó al Real Madrid.

Benzema ilumina al Real Madrid (3-2)

El francés, autor de dos goles, exhibe su calidad y liderazgo en uno de los encuentros más completos del Real Madrid en la parcela ofensiva; en defensa, continúa el sufrimiento. Debutó Hazard, el nuevo 7 del Bernabéu.
Rafael Merino
sábado, 14 de septiembre de 2019, 14:36 h (CET)


Benzema se erigió en líder del Real Madrid. El francés asumió el mando con una pasmosa naturalidad. Tomó los galones e imprimió su sello con goles y juego. Benzema otorgó al Real Madrid su primer triunfo en el Santiago Bernabéu, con el Levante como víctima. El delantero francés marcó dos tantos y contribuyó activamente al despliegue ofensivo. Ese tipo de estilo que mezcla vistosamente unas buenas dosis de presión, una efectiva velocidad de toque y un impecable acierto de cara a la portería. Esa dosis de buen fútbol que gusta y oculta el silencio del Santiago Bernabéu. Buen juego y goles, esa sintonía que hace tiempo se buscaba en el Real Madrid. Lo contrario a la defensa, zona sin defensa y camino de ser un mal endémico si no aparece ningún remedio sanador.

Sin Cristiano Ronaldo, el Real Madrid quedó huérfano. No sólo de goles, de un liderazgo, también. Uno de los pocos jugadores que entendió la nueva situación fue Benzema. El francés asumió su nueva situación en el campo. Tenía, y debía, que asumir los galones. Su temporada pasada fue de los pocos jugadores que mereció una puntuación positiva. Y en esta va camino de mejorar sus prestaciones. Sin Cristiano Ronaldo, el fútbol, y el aficionado, está descubriendo que Benzema era talento puro. Que Benzema era mucho más que un socio fiel de Cristiano Ronaldo. Ahora, Benzema atrae más los focos, y no sólo con goles (ya lleva cuatro este curso y 226 como jugador de Chamartín), sino con una evolución de su asociación al juego: baja a ayudar al mediocampo, incomoda a los centrales con sus continuos movimientos, se asocia con los extremos, busca el primer toque siempre, juega sin complicaciones y es certero cuando debe serlo.

A esta clase magistral de Benzema en una fría y lluviosa mañana en el Santiago Bernabéu se sumó el trío conformado por Casemiro, Kross y James. Los tres impusieron un fuerte ritmo de presión, y de juego, claro, con asistencia incluida de James en el segundo tanto. El Levante acabó reclutándose en sus dominios, incapaz de dar forma a su juego, de enhebrar más de dos pases de seguido con el esférico. Y si esta presión, y consiguiente pronta recuperación del balón, se ve acompañada de rápidos movimientos este Real Madrid es mucho Real Madrid. Porque el talento es innegociable. El Levante hizo aguas, y eso que formó con defensa de cinco. O que se mostrará ambicioso durante los primeros veinte minutos. No era un adversario menor, era el cuarto en la clasificación.

Otra virtud estuvo en las bandas. Si hay juego por los extremos, el campo se hace más campo. Así lo interpretaron Marcelo (en una especie de segunda juventud), Carvajal (asistente del primer gol) y Lucas Vázquez. ¿Vinicius? Fue todo esfuerzo. El chico corre y corre, y atrae y contagia al respetable. Y no se esconde. Pero le falta (aparte más encuentros seguidos) ese toque de serenidad, ese poso de encajar el último pase, en el momento definitivo. Y lo sabe hacer, como demostró en su asistencia al tanto de Casemiro: cabalgada y centro medido al corazón del área. Lástima que viese anulado su tanto en el segundo tiempo. Actitud y aptitudes que habían resuelto el encuentro antes de presentarse el descanso. Había sido el Real Madrid más redondo del curso. Había sido una clase maestra de Benzema. Era el momento de pensar en ver a Hazard correteando por el Bernabéu.

Hazard y una defensa sin defensa
Pero el fútbol es traicionero. No admite ni relajaciones ni disfrutes más allá de lo necesario. No habían trascurrido ni cinco minutos de la reanudación cuando Borja Mayoral superó a Courtois. No fue una jugada de enmarcar, sino de recordar que este Real Madrid padece en temas defensivos. Y sufre el Bernabéu. Y sufre con Ramos (reemplazado por Militao). Otra cosa es cuanto aparece Benzema. El Bernabéu rompe a aplaudir. El francés prosiguió con su clase. Esta vez, con un disparo con parábola que acabó estrellándose en el poste. La foto del gol hubiera sido de cuadro de museo. Y llegó el momento de Hazard. Zidane dio la alternativa al belga y éste fue recibido como un héroe. Y su primera acción, de esas que gustan: recuperar un balón en carrera. Otra ovación, claro. Lo contrario que el VAR. Entró en acción (gol de Casemiro y no gol de Vinicius) y tardó una eternidad en dar su veredicto. Estas demoras de tiempo no son buenas para el espectáculo.

Ni esto importaba al público. Estaba viendo, y disfrutando, al Real Madrid más excelso del curso, en especial en la zona ofensiva. En el flanco izquierdo y algo escorado hacía el centro se ubicó Hazard. El belga se mostró muy asociativo y con colmillo: su remate de gol lo sacó el portero del Levante, de lo mejor del cuadro azulgrana. Ya no hubo más acciones con pólvora. Sí hubo algún susto adicional, como el tanto de Melero. Otra acción aislada que retrató a la defensa, y al portero. Hay cierto runrún cada vez que interviene, y eso que salvó al equipo en el descuento con una parada milagrosa. Y esto desemboca en una demostración empírica: sin Casemiro en el campo, este equipo sufre atrás. Lo contrario que arriba, donde se vivió una jornada de buen fútbol y goles, con un magnífico Benzema que iluminó al Real Madrid.

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