Las teorías son construidas por una razón muy sencilla: ofrecer una explicación sobre una determinada realidad. Un ejemplo sería la pirámide de Maslow, en la cual se construyen, de forma jerárquica, unos niveles de necesidades.
Cabe destacar, que las teorías tienen una lucha constante contra el cambio. Éste es permanente en la realidad que conocemos e inherente al ser humano. De este modo, el cambio de la realidad provoca que muchas teorías dejen de tener sentido, porque ya no ofrecen una explicación actual, sino anticuada. En consecuencia, muchas teorías son superadas por esas modificaciones, dejan de tener un sentido explicativo y desaparecen.
Ciertamente, en general, las teorías están destinadas a desaparecer. Éstas son muy útiles en determinados momentos, no obstante, su supervivencia está cuestionada. Y es que, las teorías tienen una característica común con los alimentos: la fecha de caducidad.
Por otra banda, una característica bastante frecuente de las teorías es su carácter generalista al dar explicaciones. Es decir, pretenden ofrecer un relato sobre una determinada circunstancia, hecho, acontecimiento o situación, y muchas veces se olvidan de que esas proposiciones deben englobar la multitud de casos. De este modo, la consecuencia es clara: varios casos, aparentemente invisibles, no entran en esa explicación, y por lo tanto, la teoría se convierte en cuestionable.
En definitiva, las teorías pueden ser muy útiles, no obstante, no podemos olvidar que son construcciones humanas, suelen ser temporales y limitadas al contexto.
Por último, cabe destacar, que este artículo de opinión también tiene dos riesgos: su carácter generalista y el límite de éste a causa de la misma dimensión del cambio.