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Lo peor de esta época no es que se haya perdido la fe en los políticos, sino que hemos perdido la fe en los banqueros

Los corrales de Europa

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Lo peor de esta época no es que se haya perdido la fe en los políticos (si existió alguna vez) sino que hemos perdido la fe en los banqueros. ¡Con lo que a mí me gustaba el señor. Botín y el señor González! Y cuando se pierde la fe en los banqueros ya no hay nada en lo que creer, salvo en Angela Merkel, esa santa varona.

Los políticos europeos han puesto de moda los corrales. Han acabado convertidos en El Okala de turno, aquel que no más decía el verso azul y la canción profana: “Opá, yo vi acé un corrá, pa eshá/ gallina, y pa eshá minino/. Opá, yo vi acé un corrá, pa eshá/ perdice, y eshá pajarillo”. Amigos de los corralitos, la única solución que han inventado ha sido la mordida de los pobres y pequeños ahorradores.

Pero Guindos, que estaba allí con ese corral de finos corralistas, ha dicho que el dinero es sagrado. Y eso creíamos nosotros hasta ahora, que el banco, esencia del capitalismo, era algo sagrado: el becerro de oro que quita los pecados del mundo. Pero cuando un político dice que no hay nada de lo que preocuparse es cuando se produce el subidón y afloran los nervios. El dinero produce muchos nervios, sobre todo cuando te lo quitan. El dinero es nervioso por naturaleza. Lo saben bien en Lehman Brothers.

De hecho, fíjense si el dinero es sagrado que, cuando vamos al cajero, hacemos una ligera reverencia o inclinación del cuerpo en señal de respeto y veneración como si estuviéramos ante la tumba de Napoleón. Y es que donde se ponga un banco… Pero una vez abandonadas estas últimas creencias sagradas, ¿en qué vamos a creer ahora? Cada vez nos están haciendo desistir de más ideales. Primero fue el Ratoncito Pérez, después los Reyes Magos, más tarde la Iglesia, luego los otros Reyes Magos, la Política (esa fulana)…, y ahora los Bancos. ¡Ay, Dios mío! Eran nuestra tabla de salvación, nuestra vejez, nuestra vaca sagrada.

Han creado un corral y en él todos cacareamos por nuestros ahorros. Así habla cualquier chipriota. Pero el que esté limpio de pecado, que tire la primera piedra. Todos los ahorradores de Europa son ahora chipriotas acongojados y acojonados. Europa se está acabando de convertir en una pilindingui si antes fue señora, creadora de corrales y pocilgas. Y cuando se toca el dinero, eso que tienen a espuertas los bancos alemanes y prestan con tanta devoción para recuperarlo con alevosía, lo sagrado ya no existe.

Angela Merkel, que va a pasar a la historia por no tener alma, va a convertir a los ciudadanos europeos en guarrillos que hozan y gruñen por sus ahorros esfumados: “Opá, yo vi acé un corrá, pa eshá/ guarrilla y sacá guarrillos… oink”.

Los corrales de Europa

Lo peor de esta época no es que se haya perdido la fe en los políticos, sino que hemos perdido la fe en los banqueros
Francisco Morales Lomas
jueves, 21 de marzo de 2013, 11:05 h (CET)
Lo peor de esta época no es que se haya perdido la fe en los políticos (si existió alguna vez) sino que hemos perdido la fe en los banqueros. ¡Con lo que a mí me gustaba el señor. Botín y el señor González! Y cuando se pierde la fe en los banqueros ya no hay nada en lo que creer, salvo en Angela Merkel, esa santa varona.

Los políticos europeos han puesto de moda los corrales. Han acabado convertidos en El Okala de turno, aquel que no más decía el verso azul y la canción profana: “Opá, yo vi acé un corrá, pa eshá/ gallina, y pa eshá minino/. Opá, yo vi acé un corrá, pa eshá/ perdice, y eshá pajarillo”. Amigos de los corralitos, la única solución que han inventado ha sido la mordida de los pobres y pequeños ahorradores.

Pero Guindos, que estaba allí con ese corral de finos corralistas, ha dicho que el dinero es sagrado. Y eso creíamos nosotros hasta ahora, que el banco, esencia del capitalismo, era algo sagrado: el becerro de oro que quita los pecados del mundo. Pero cuando un político dice que no hay nada de lo que preocuparse es cuando se produce el subidón y afloran los nervios. El dinero produce muchos nervios, sobre todo cuando te lo quitan. El dinero es nervioso por naturaleza. Lo saben bien en Lehman Brothers.

De hecho, fíjense si el dinero es sagrado que, cuando vamos al cajero, hacemos una ligera reverencia o inclinación del cuerpo en señal de respeto y veneración como si estuviéramos ante la tumba de Napoleón. Y es que donde se ponga un banco… Pero una vez abandonadas estas últimas creencias sagradas, ¿en qué vamos a creer ahora? Cada vez nos están haciendo desistir de más ideales. Primero fue el Ratoncito Pérez, después los Reyes Magos, más tarde la Iglesia, luego los otros Reyes Magos, la Política (esa fulana)…, y ahora los Bancos. ¡Ay, Dios mío! Eran nuestra tabla de salvación, nuestra vejez, nuestra vaca sagrada.

Han creado un corral y en él todos cacareamos por nuestros ahorros. Así habla cualquier chipriota. Pero el que esté limpio de pecado, que tire la primera piedra. Todos los ahorradores de Europa son ahora chipriotas acongojados y acojonados. Europa se está acabando de convertir en una pilindingui si antes fue señora, creadora de corrales y pocilgas. Y cuando se toca el dinero, eso que tienen a espuertas los bancos alemanes y prestan con tanta devoción para recuperarlo con alevosía, lo sagrado ya no existe.

Angela Merkel, que va a pasar a la historia por no tener alma, va a convertir a los ciudadanos europeos en guarrillos que hozan y gruñen por sus ahorros esfumados: “Opá, yo vi acé un corrá, pa eshá/ guarrilla y sacá guarrillos… oink”.

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