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Luciano Sabatini

Lippi frente a Doménech

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Llega el partido en el que todos querían estar, el tantas veces nombrado 9 de Julio, lugar de la cita, Berlín, motivo de la misma, la final de la Copa del Mundo de la FIFA. Por el camino han ido cayendo selecciones, jugadores y seleccionadores, que en algunos casos habían desplegado un fútbol de muchos kilates, como los casos de Alemania, Argentina o la propia España. Pero sólo son dos los elegidos para estar en la final, dos equipos, dos países detrás, y dos seleccionadores con estilos muy diferentes, pero una sola ilusión: ser campeón.

En el Olimpiastadion de Berlín vamos a tener la oportunidad de vivir el choque de dos grandes selecciones que defienden desde su lugar formas diferentes de ver y entender el fútbol, sin que esto quiera decir que sean las únicas. Por un lado está Italia, los que siempre de una manera u otra acaban estando. Yo personificaría el espíritu italiano, en Marcello Lippi, un técnico al que experiencia no le va a faltar, puesto que ya sabe lo que es ser campeón de Europa y del Calcio con la Juvenus. De su mano Italia no ha diferido mucho de sus cánones de juego tradicionales: lucha en el medio, una defensa muy dura a la que los centrocampistas juntan mucho su línea, buscando que los ataques de los contrarios acaben muriendo sin que lleguen al área. Arriba Italia siempre tiene al típico delantero que acaba enganchando alguna. Por ejemplo Massaro, en el 94 o Inzaghi en el 2002. Hoy Italia no sólo cuenta con uno, sino que Gilardino, Toni y Iaquinta pueden garantizar gol. A priori, la inclusión de Tutti como media punta era la mejor noticia para la azurra al comenzar el Mundial. El de la Roma le da el toque de calidad y desborde que su selección precisa. No obstante Tutti no ha sido el de otras citas, y no está brillando en el torneo, veremos que pasa en la final. Para suplirle, Del Piero y Pirlo han destapado el tarro de las esencias y sus minutos en la cancha destilan fútbol a raudales.

Raymond Doménech tiene su particular punto de vista de su selección. Sabedor de que el cambio generacional estaba más cerca que lejos, fue pragmático y se atrvió a dejaar fuera de la convocatoria para el mundial al barcelonista Guily, para dar entrada a la juventud y hambre de títulos de Ribery, y el del Marsella está devolviendo esa confianza con fútbol y goles. Dicen que el bueno de Franck podría ser el sustituto de Zidane, pero sinceramente a mí me parecen jugadores completamente diferentes: Zizou, elegante, pelota al pie, fútbol control, Ribery, rapidez, regate, desborde y gol. La Francia de Domenech basa el secreto de su éxito en el férreo centro del campo y en la inspiración de sus estrellas, Zidane y Henry, nada más. Si le quitáramos estos jugadores a los “bleus”, se quedaría en un equipo ramplón que no hubiera pasado de primera fase. Si Zizou y Henry ponen las gotas de magia, Viera y Makelele tienden la red de seguridad para que los demás puedan practicar sus piruetas. No hay un doble pivote que frustre más ataques de los contrarios, bien sea robando la pelota o recurriendo a la falta, que el que forman ellos dos. Con un Thuram serio atrás, y el trabajo de Abidal por la izquierda se cierra la nómina de una selección práctica donde las haya, y que yo creo que tiene muchas posibilidades de hacerse con su segundo título mundial

Las espadas en todo lo alto, y los himnos llenando los corazones. Dos estilos, dos técnicos, Lippi frente Doménech y un mismo sueño. El que logre imponer su fútbol demostrará la validez y superioridad de sus ideas.

Lippi frente a Doménech

Luciano Sabatini
Luciano Sabatini
domingo, 9 de julio de 2006, 20:42 h (CET)
Llega el partido en el que todos querían estar, el tantas veces nombrado 9 de Julio, lugar de la cita, Berlín, motivo de la misma, la final de la Copa del Mundo de la FIFA. Por el camino han ido cayendo selecciones, jugadores y seleccionadores, que en algunos casos habían desplegado un fútbol de muchos kilates, como los casos de Alemania, Argentina o la propia España. Pero sólo son dos los elegidos para estar en la final, dos equipos, dos países detrás, y dos seleccionadores con estilos muy diferentes, pero una sola ilusión: ser campeón.

En el Olimpiastadion de Berlín vamos a tener la oportunidad de vivir el choque de dos grandes selecciones que defienden desde su lugar formas diferentes de ver y entender el fútbol, sin que esto quiera decir que sean las únicas. Por un lado está Italia, los que siempre de una manera u otra acaban estando. Yo personificaría el espíritu italiano, en Marcello Lippi, un técnico al que experiencia no le va a faltar, puesto que ya sabe lo que es ser campeón de Europa y del Calcio con la Juvenus. De su mano Italia no ha diferido mucho de sus cánones de juego tradicionales: lucha en el medio, una defensa muy dura a la que los centrocampistas juntan mucho su línea, buscando que los ataques de los contrarios acaben muriendo sin que lleguen al área. Arriba Italia siempre tiene al típico delantero que acaba enganchando alguna. Por ejemplo Massaro, en el 94 o Inzaghi en el 2002. Hoy Italia no sólo cuenta con uno, sino que Gilardino, Toni y Iaquinta pueden garantizar gol. A priori, la inclusión de Tutti como media punta era la mejor noticia para la azurra al comenzar el Mundial. El de la Roma le da el toque de calidad y desborde que su selección precisa. No obstante Tutti no ha sido el de otras citas, y no está brillando en el torneo, veremos que pasa en la final. Para suplirle, Del Piero y Pirlo han destapado el tarro de las esencias y sus minutos en la cancha destilan fútbol a raudales.

Raymond Doménech tiene su particular punto de vista de su selección. Sabedor de que el cambio generacional estaba más cerca que lejos, fue pragmático y se atrvió a dejaar fuera de la convocatoria para el mundial al barcelonista Guily, para dar entrada a la juventud y hambre de títulos de Ribery, y el del Marsella está devolviendo esa confianza con fútbol y goles. Dicen que el bueno de Franck podría ser el sustituto de Zidane, pero sinceramente a mí me parecen jugadores completamente diferentes: Zizou, elegante, pelota al pie, fútbol control, Ribery, rapidez, regate, desborde y gol. La Francia de Domenech basa el secreto de su éxito en el férreo centro del campo y en la inspiración de sus estrellas, Zidane y Henry, nada más. Si le quitáramos estos jugadores a los “bleus”, se quedaría en un equipo ramplón que no hubiera pasado de primera fase. Si Zizou y Henry ponen las gotas de magia, Viera y Makelele tienden la red de seguridad para que los demás puedan practicar sus piruetas. No hay un doble pivote que frustre más ataques de los contrarios, bien sea robando la pelota o recurriendo a la falta, que el que forman ellos dos. Con un Thuram serio atrás, y el trabajo de Abidal por la izquierda se cierra la nómina de una selección práctica donde las haya, y que yo creo que tiene muchas posibilidades de hacerse con su segundo título mundial

Las espadas en todo lo alto, y los himnos llenando los corazones. Dos estilos, dos técnicos, Lippi frente Doménech y un mismo sueño. El que logre imponer su fútbol demostrará la validez y superioridad de sus ideas.

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