Tres semanas y media hace que empezó el Campeonato del Mundo de Fútbol y ya vemos cercano su final. Por el camino se han quedado veintiocho de las treinta y dos selecciones participantes, unas con más merecimientos y otras con menos. En fin, quedan los cuatro elegidos que disputarán las semifinales y finales, todos ellos europeos.
Un dato a tener en cuenta es que sigue muy viva la tradición de que en Europa ganan los europeos. Esto sólo lo rompió Brasil en 1958 ganando a Suecia en su propia casa, y fue el primer Mundial que ganó un tal Pelé. A lo mejor es que hace falta otro como él (y parece que no va a ser Ronaldinho) para romper esta tradición, pero tendremos que esperar al menos ocho años para comprobarlo.
Siguiendo con las tradiciones, el conocido dicho de que "al fútbol juegan once contra once y ganan los alemanes" se viene cumpliendo a la perfección, sobre todo en el partido frente a Argentina, el único que no han merecido ganar de todo el campeonato pese al gran nivel de juego exhibido hasta el momento por los de Jurgen Klinsmann.
Y, por supuesto, Italia. Aún disponiendo de los cruces más favorables entre los favoritos a la victoria final, la suerte (o lo que sea) sigue estando de su lado, como se demostró en el partido frente a Australia (¿hay algo más italiano que ganar de penalty injusto en el último minuto?) o en el que les enfrentó a Ucrania, en el que a cada ocasión manifiesta de los amarillos se oponía un gol azzurro.
Así pues, en este Mundial está pasando, más o menos, lo mismo de siempre. Y aún así sigue capturando nuestra admiración. Cosas del fútbol.