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En 2018, la Comisión Europea, junto con Europol, decidió lanzar una acción específica sobre producción ecológica en el marco de la operación OPSON VIII. El objetivo de esta operación era proteger la reputación del logotipo ecológico de la UE y garantizar la confianza de los consumidores europeos en él. El fraude en productos ecológicos no presenta riesgos para la inocuidad de los alimentos, solo supone que se vendan como ecológicos productos que son convencionales.
La acción tuvo como objetivo identificar los puntos vulnerables dentro de la cadena de suministro y se centró en cadenas de suministro internacionales complejas. También investigó las sospechas de fraude, la certificación falsa dirigida, se concentró en alimentos y piensos en cantidades significativas, principalmente importados y destinados a la redistribución bajo la etiqueta ecológica de la UE.
Como resultado de la acción, se iniciaron varios procedimientos administrativos y penales, se incautaron productos, se arrestó a personas y se sancionó a operadores. Las investigaciones aún están en curso y se esperan más resultados en los próximos meses. Y es que no hay nada limpio, tampoco lo que nos quieren vender como sano y producido sin posibles contaminantes.
Hoy quisiera invitarlos a reflexionar sobre un aspecto de la vida actual que parece extremadamente novedoso por sus avances agigantados en el mundo de la tecnología, pero cuyo planteo persiste desde Platón hasta nuestros días, a saber, la realidad virtual inmiscuida hasta el tuétano en nuestra cotidianidad y la posibilidad de que llegue el día en que no podamos distinguir entre "lo real" y "lo virtual".
Algo ocurre con la salud de las democracias en el mundo. Hasta hace pocas décadas, el prestigio de las democracias establecía límites políticos y éticos y articulaba las formas de convivencia entre estados y entre los propios sujetos. Reglas comunes que adquirían vigencia por imperio de lo consuetudinario y de los grandes edificios jurídicos y filosófico político y que se valoraban positivamente en todo el mundo, al que denominábamos presuntuosamente “libre”.
Pienso que habrá cada vez más Cat Cafés y no solamente cafeterías, cualquier ciudadano que tenga un negocio podría colaborar. Sólo le hace falta una habitación dedicada a los gatos. Es horrible en muchos países del planeta, el caso de los abandonos de animales, el trato hacia los toros, galgos… las que pasan algunos de ellos… Y sin embargo encuentro gente que se vuelca en ayudarles y llegan a tener un número grande de perros y gatos.
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