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A los responsables políticos que están negociando los pactos para formar gobierno en las distintas administraciones públicas, les recomendaría la lectura de los “Pensamientos”, del gran Emperador romano Marco Aurelio. Concretamente el II, 1, donde dice: “Desde el amanecer ha de advertirse uno así mismo: Toparé con un entrometido, un desagradecido, un insolente, un falso, un envidioso, un egoísta. […] Mas como yo he meditado la naturaleza del bien, que es hermoso, y la del mal que es vergonzoso, así como la naturaleza auténtica del que yerra, que está emparentada conmigo –[…]-, no puedo sufrir perjuicio de ninguno de ellos, pues nadie me implicará en algo vergonzoso. […] Hemos nacido para trabajar juntos, como los pies, como las manos, como los párpados, como las filas de los dientes de arriba y de abajo. Va entonces contra la naturaleza obrar unos contra otros, e irritarse y rechazarlos es obrar así
Pienso, y esto no deja de ser una opinión exclusivamente personal, que la literatura debe estar escrita siempre desde el foco de la ilusión y la esperanza. Son los esenciales avituallamientos para la creatividad. No digo ya que las novelas deban tener un matiz rosa y de amores platónicos que nos alejan de la realidad. Porque ante todo hay que tener presente el punto de unión entre la ficción y la realidad.
Estoy arrepintiéndome de votar, arrepintiéndome de leer páginas de opinión política en la prensa, arrepintiéndome de acudir a manifestaciones manipuladas, arrepintiéndome de ver noticiarios de televisión y, mucho más, tertulias generalistas con tertulianos mediocres.
El padre de la Constitución argentina, Juan Bautista Alberdi, en su obra "El Crimen de la Guerra"(1870), afirma: "No puede haber guerra justa, porque no hay guerra juiciosa. La guerra es la pérdida temporal del juicio". Asimismo, añade que "las guerras serán mas raras a medida que la responsabilidad por sus efectos se hagan sentir en todos los que las promueven y las invitan".
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