Sin dudas, el presidente Kirchner logró revertir el momento, tal vez más amargo e inseguro para muchos argentinos, de esos días del 2001-02 en los que los políticos parecían ausentes, o a quienes repentinamente los había sorprendido una sordera inédita, mientras el pueblo casi al unísono cantaba -o mejor dicho, gritaba- y exigía: “Que se vayan todos".
Lo más trascendental es que la sociedad había perdido la confianza en el sistema político y en sus dirigentes al igual que el descreimiento generalizado en las instituciones, todo lo cual colocaba al país en verdadero tembladeral.
El primer mandatario logró un éxito notable en algunos campos, en restaurar la autoridad y en parte la confianza del pueblo en el sistema, si bien aún es mucha la distancia que nos separa de una sociedad democráticamente justa e igualitaria.
Kirchner sabe y conoce la idiosincrasia de nuestro pueblo, el cual no difiere mucho de los latinoamericanos en general, y que la necesidad de una figura paternalista y dominante es primordial en los argentinos. Si analizamos la historia desde sus inicios encontraremos prueba suficiente de ello.
La base teórica de este culto a la personalidad radica en la concepción idealista de la historia, según la cual el curso de esta última es determinado por los deseos y la voluntad de los grandes hombres (caudillos militares, héroes, ideólogos destacados, etc).
Una multitud heterogénea de manifestantes, reunida bajo diversas banderas, marchó a la Plaza de Mayo para manifestar su apoyo al presidente Néstor Kirchner en sus tres años de gestión. Tanto derroche de energías y de monumentales recursos económicos para la enorme movilización se justificaban por 3 años de gestión.
Varios ministros encabezaron columnas con manifestantes, como la ministra de Economía, Felisa Miceli, que lideró desde el mediodía la Corriente Nacional y Popular 25 de Mayo. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, encabezó otra columna que se sumó a los festejos. El titular de Trabajo, Carlos Tomada, otra, y el ministro Fernández también participó en una marcha de 15 mil personas. Además, marcharon por la Avenida de Mayo simpatizantes que ocupaban unas seis cuadras con el vicepresidente Daniel Scioli, la ministra de Defensa, Nilda Garré, y el de Educación, Daniel Filmus.
Resulta más que evidente el apoyo incondicional y casi vertical al primer mandatario de sus ministros, algo inusual hasta ahora en nuestra política, en la cual se entiende el respeto de los ministros a las directivas presidenciales en sus áreas, no así oficiando de punteros políticos al mando de columnas de apoyo a la gestión presindencial y al mismo tiempo la suya.
Varios colectivos fueron aportados por el gastronómico Luis Barrionuevo; José Manuel de la Sota, gobernador de cordoba; Díaz Bancalari, el hombre de mayor confianza de Eduardo Duhalde; Hugo Curto, también hombre Duhalde; el gobernador tucumano José Alperovich; y otros tantos políticos de esa dirigencia política peronista que se caía sin remedio tras la gran crisis de 2001 y 2002. El presidente actual los ha salvado de una muerte inequívoca, por eso la devoción y la ciega lealtad.
La disciplina partidaria puede explicarse por un solo motivo: Kirchner es, definitivamente, el nuevo patrón del peronismo. La conducción le pertenecerá mientras conserve el poder electoral.
Hubo una enorme cantidad de gente en la plaza, tanta como nunca se vio en los 22 años de democracia. La inmensidad de esa heterogénea multitud la condujo el viejo justicialismo. El aparato peronista en movilización se observó fácilmente en la cantidad de colectivos estacionados en todas las arterias cercanas a la plaza.
Hubo pocos carteles. El que rezaba "Kirchner 2007" sobresalía de los demás. Y algunos cantos se entonaron para reclamarle al presidente un segundo turno electoral. Habrá comenzado el 25 de mayo el proceso de un intento de reelección de Kirchner.
Para el Buenos Aires Herald, "la oposición, los observadores independientes y muchos oficialistas coinciden en que esta jornada marca realmente el comienzo de la campaña por la reelección de Kirchner en 2007, pese a que el Presidente no confirmó esa intención".
En su discurso, el jefe del Estado sólo anunció la necesidad de un gobierno plural, el flamante slogan del gobierno, que tal vez ni los ministros comprendan.
El gobierno plural significa la elaboración de políticas de Estado, significa un diálogo habitual e inteligente con la oposición y también la asimilación de todos los sectores sociales en igualdad de condiciones, para una verdadera discusión de nuestro futuro.
Esperemos que esto haya querido decir el presidente, aunque nos invada una gran incertidumbre.