Ante las constantes alusiones a futuras reformas de nuestro sistema político, me atrevo a aportar a sus beneméritas señorías la idea de cambiar el nombre del debate, que hemos tenido que soportar esta semana y que llaman “sobre el estado de la Nación”.
Lo primero que nuestros augustos representantes deberían plantearse es el nombre. Ya que en España parece que hay varias naciones, lo mejor sería llamarlo Debate sobre el estado Plurinacional, multinacional, de las autonomías o cualquiera de esos términos tan supuestamente progresistas que están tan de moda y son tan políticamente correctos.
Lo segundo a reformar es el desastroso debate. Es incomprensible como tienen mucha más presencia en el debate las opiniones de los nacionalistas, que no creen en nuestra nación y que no se preocupan de los intereses generales, que las intervenciones del primer, y único, partido de la oposición y que representa a casi la mitad de España. Gracias a este sistema cuando Mariano Rajoy finaliza sus intervenciones el debate concluye, ya que el resto se dedica a llamar fascista a la derecha, cuando algunos son más derecha que nadie, y a hacer oposición a la oposición. De esta forma tenemos que aguantar en la tribuna a señores de la Chunta Aragonesista o de Nafarroa Bai ( que ni se lo que significa, ni si se escribe así), y de tantos otros grupúsculos, que representan a “cuatro gatos”. Esto ocurre por la misma nefasta ley electoral que hace que los convergentes sean la tercera fuerza del país por delante de Izquierda Unida, cuando solo se presentan en un pequeño porcentaje del territorio del estado y tienen miles de votos menos.
A parte de esto, necesitaríamos líderes que debatieran de verdad sobre la Nación. No puedo reprocharle esto al señor Zapatero, ya que el pobre no sabe lo que es una nación.Él solo se guía por el socialismo más rancio y arcaico, aquél decimonónico contrario al sistema liberal, cuya base es la nación, la soberanía de esta y las libertades y derechos individuales. El primer socialismo, dónde se quedó Zapatero, negaba estos conceptos tildados de burgueses y que sustentan toda democracia.
En el debate estaban también los nacionalistas, cuyo pasatiempo principal es someter los derechos de los individuos en bien de su nación, de su pueblo o incluso de su raza. Esto pueden leerlo en cualquier manual de historia. Y por esto mismo tachan de malos catalanes o malos vascos (incluso ya hay malos gallegos, malos andaluces y un largo y triste etcétera) a todo aquel que no piensen como ellos.
Ante este plantel de corte antidemocrático, por definición misma y no porque yo lo diga, el único que quedaba como representante del sistema liberal y democrático era Mariano Rajoy. Pero parece ser que no queda bien hablar de estas cosas, valla a ser que los antidemocráticos nos tachen de lo mismo y es que solo ocurre en España que los fascistas llamen fascistas a los demócratas y estos se callen.