En el momento decisivo, surgió el Madrid 'guerrero' ante la desesperación de Dusko Ivanovic. La proeza de los madridistas en el Palau puede tener su continuación este domingo en Vistalegre, que dictará sentencia: clímax final en el quinto, o muerte súbita para los blancos.
Antonio Martín / Enviado especial al Pabellón de Vistalegre
¿Quién lo diría? Sin Igor Rakocevic, Venson Hamilton y Marko Tomas, por diversas lesiones; sin Mickael Gelabale, por decisión técnica, y sin Axel Hervelle, recientemente operado. Y el Madrid está vivo. ¿Razones? Las que llevo esgrimiendo desde este rincón desde el comienzo de la temporada: la casta y la garra.
Podríamos (y lo hacemos) achacar a este equipo decenas de defectos en la configuración a principio de la temporada de esta plantilla. Pero no es el momento. Los madridistas son inferiores en calidad y en la rotación de los jugadores, pero superan a los azulgranas en una cosa, sólo una: las ganas por vencer.
Los dos primeros partidos se los llevó de calle el conjunto de Ivanovic, y no porque el Madrid se lo pusiera fácil, sino porque el conjunto azulgrana logró imponer su superioridad. En el tercer encuentro, la calidad no fue suficiente. Y cuando esto ocurre, hay que apelar a otros factores, que sólo uno de los dos equipos parece conocer.
El Barcelona, que es un super equipo (y que tiene a Milos Vujanic lesionado desde el comienzo de la temporada), no logra engrasar todas sus piezas, y está a años luz de hacer el juego que potencialmente podría realizar. Pero aún así, está por delante en la eliminatoria con toda justicia, y encaran el cuarto encuentro sabedores de que si sus piezas básicas no fallan, darán por concluída la eliminatoria.
La grandeza del baloncesto en juego. La máxima que enseñan todos los entrenadores a los jugadores desde que son alevines, elevada a la máxima categoría: "no hay rival pequeño, ni hay victoria hasta que concluye el partido".
TVE-2, 19.00 horas.