Estamos ante uno de los fenómenos y problemas más acuciantes para Occidente desde hace ya varios años y con un simple estudio demográfico y observando las tendencias y crecimientos de población en todo el mundo, el problema va a ir in crescendo.
Me refiero a la inmigración proveniente de Sudamérica, centro América, Africa y parte de Asia que se viene dando al alza, hasta niveles que amenazan con desestabilizar las estructuras políticas y de organización social de Europa y Norteamérica.
Y a ver quién es el guapo que le pone el cascabel al gato. Porque queda muy progre lo de igualdad para todos, papeles para todos, pero no puede ser... porque no cuadran las cifras, simple y llanamente.
Se trata pues de hacer compatible el principio básico de igualdad de todos en los derechos fundamentales (garantizado, en principio) con el de los nacionales de un país (más extensos). Si esto no es así, abolamos los Estados y hala, todos ciudadanos del mundo, al mejor estilo ‘alianza de las civilizaciones’ de Zapatero.
Pero por más que nos pese, mientras existan fronteras, cada país debe tener derecho a establecer criterios para la admisión de entrada de ciudadanos en su territorio. Todos no caben en los países más desarrollados. Es en la barra de medir estos criterios donde debe ponerse toda la atención para que estos respondan a principios éticos y humanistas. Por ejemplo: una medida en que por ley el trabajo de un arquitecto guatemalteco en una empresa alemana no se remunere en ningún caso por debajo de lo establecido en el mínimo del convenio para arquitectos en Alemania.
La principal dificultad estriba en establecer los límites y en los criterios de selección, sin contradicciones con los principios de libertad de circulación de trabajadores, bienes y capitales que existen en la UE y en EE.UU, por citar los dos principales referentes.
Algún agorero ya ha puesto fecha para una ‘Revolución de los pobres’ al más puro estilo ‘Revolución Francesa’, si no se soluciona el problema de la pobreza y el de los límites a la inmigración.
Así, actualmente el Gobierno de Bush se encuentra en pleno intento de reforma de política migratoria, con las dos cámaras del congreso enfrentadas. La postura más radical (la de la Cámara Baja) aboga por castigar penalmente a los indocumentados. Frente a ésta, el Senado ha pedido la intermediación del Presidente para intentar regularizar la situación de los casi doce millones de inmigrantes ilegales que viven en EE.UU.
Más problemas para George W. Bush. De momento, ya ha desplegado a su Guardia Nacional en la frontera de México, con contestación en estados tan representativos como Nuevo México y California, por diferentes motivos.
En todo caso, la situación es tan compleja y tiene tantas implicaciones y efectos colaterales que habría que sentarse a establecer unas bases comunes mínimas para evitar desigualdades de trato en Europa / EE.UU.
Y por supuesto … I+D, incentivos al desarrollo y combate a muerte al dictador y a la corrupción.