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Adrián Candal

Cien por Cien Vigo

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Once años después de la llegada al ‘poder’ de Don Horacio Gómez al Celta de Vigo, el Presidente deja los mandos. Anuncia una retirada que es algo parecido a la crónica de una muerte anunciada. Su poder no es como el de su paisano Lendoiro, es decir, casi totalitario. Gómez a penas tenía voz y voto dentro de la estructura celtiña. Así, el hasta la fecha dirigente dimite de una nave a la que él, o el acierto de Vázquez, han dejado en una magnífica quinta plaza. Un éxito para un club que acababa de ascender de la segunda división. Es, además, la campaña en la que el Celta ha conseguido más puntos en su historia (64).

Horacio deja sus acciones en manos de Carlos Mouriño, el nuevo Presidente. Ahora se abren bastantes interrogatorios. ¿Continuarán Félix Carnero y Sabino López, dos hombres que han sido y son manos derechas de Gómez? Esta pareja ha venido siendo, además, la máxima responsable de los éxitos y de los aciertos del Celta en sus decisiones y fichajes. Catanha, Pinto, Ángel, Silva o el goleador Baiano. No solo son dos nombres, son dos personas que suponen un pilar básico. Lo que si es seguro, es que con la renovación bajo el brazo, y con los éxitos deportivos en su aval, el coruñés Fernando Vázquez mantendrá su puesto como entrenador de este renacido Celta.

Gómez deja el Celta entre sollozos. Pero seguirá perteneciendo al Consejo de Administración. Lo cierto es que algo raro hay en esta marcha. El viernes 12 de mayo, Horacio Gómez anunciaba en El Faro De Vigo, el periódico cabecera de la comarca viguesa, que se había replanteado su marcha, aunque no sería de inmediato. Tal son las cosas, que solo una semana después se produce su dimisión. Como se dice en Galiza, aquí ‘cheira a tufo’. O lo que es lo mismo, no huele nada bien.

Y ahora llega Carlos Mouriño. Un hombre que desde el principio pretende dar un viraje en la política del club. Para empezar, se ha caracterizado por el cuidado de su imagen, algo que Horacio Gómez nunca buscó mimar. Un acercamiento personal a cada uno de los periodistas. Un trato de tú a tú con los comunicadores, que pretende cambiar la lejanía con la que se presentaba su predecesor. Y además, se apoya en un lema que en una ciudad tan localista como Vigo seguro que calará. ‘100 % Vigo’.

Cien por Cien Vigo

Adrián Candal
Adrián Candal
lunes, 22 de mayo de 2006, 22:22 h (CET)
Once años después de la llegada al ‘poder’ de Don Horacio Gómez al Celta de Vigo, el Presidente deja los mandos. Anuncia una retirada que es algo parecido a la crónica de una muerte anunciada. Su poder no es como el de su paisano Lendoiro, es decir, casi totalitario. Gómez a penas tenía voz y voto dentro de la estructura celtiña. Así, el hasta la fecha dirigente dimite de una nave a la que él, o el acierto de Vázquez, han dejado en una magnífica quinta plaza. Un éxito para un club que acababa de ascender de la segunda división. Es, además, la campaña en la que el Celta ha conseguido más puntos en su historia (64).

Horacio deja sus acciones en manos de Carlos Mouriño, el nuevo Presidente. Ahora se abren bastantes interrogatorios. ¿Continuarán Félix Carnero y Sabino López, dos hombres que han sido y son manos derechas de Gómez? Esta pareja ha venido siendo, además, la máxima responsable de los éxitos y de los aciertos del Celta en sus decisiones y fichajes. Catanha, Pinto, Ángel, Silva o el goleador Baiano. No solo son dos nombres, son dos personas que suponen un pilar básico. Lo que si es seguro, es que con la renovación bajo el brazo, y con los éxitos deportivos en su aval, el coruñés Fernando Vázquez mantendrá su puesto como entrenador de este renacido Celta.

Gómez deja el Celta entre sollozos. Pero seguirá perteneciendo al Consejo de Administración. Lo cierto es que algo raro hay en esta marcha. El viernes 12 de mayo, Horacio Gómez anunciaba en El Faro De Vigo, el periódico cabecera de la comarca viguesa, que se había replanteado su marcha, aunque no sería de inmediato. Tal son las cosas, que solo una semana después se produce su dimisión. Como se dice en Galiza, aquí ‘cheira a tufo’. O lo que es lo mismo, no huele nada bien.

Y ahora llega Carlos Mouriño. Un hombre que desde el principio pretende dar un viraje en la política del club. Para empezar, se ha caracterizado por el cuidado de su imagen, algo que Horacio Gómez nunca buscó mimar. Un acercamiento personal a cada uno de los periodistas. Un trato de tú a tú con los comunicadores, que pretende cambiar la lejanía con la que se presentaba su predecesor. Y además, se apoya en un lema que en una ciudad tan localista como Vigo seguro que calará. ‘100 % Vigo’.

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