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Etiquetas | Real Madrid | Panathinaikos | Euroliga
El actual campeón de Europa, que rindió homenaje a Doncic, se apunta el primer punto de la eliminatoria tras desperdiciar varias ventajas y jugárselo todo en una final de alta tensión en donde reinó el temple de Campazzo.

El Real Madrid vence con susto al Panathinaikos (75-72)

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Europa es otro mundo. Europa es una zona de confort para el Real Madrid. Generar una atmósfera óptima es una cuestión sencilla. Se alcanza sin querer. Los jugadores están más mentalizados, incluso si se tiene como ausente a Llull; el público acude conectado desde casa; y encima se rinde homenaje al icono de la Euroliga de Belgrado. La primera gran ovación, y consiguiente encendido de la mecha, fue con destino a Doncic. El esloveno acudió como un aficionado más a empujar al Real Madrid en el primer asalto contra el Panathinaikos. Lo dicho, el Palacio estaba ya en ebullición sin necesidad de moverse el balón.

Así es Europa cuando aparece en el camino del Real Madrid. Ni las vacaciones evitaron que más de 10.000 espectadores presenciaran el encuentro. El mismo comenzó con una clarísima puesta en escena: detener a Calathes (Rudy y Taylor se ocuparon de primeras); enviar balones a Tavares; enlazar rápidas transiciones; y si no había opción de adentrarse a canasta era el momento de tirar del perímetro: 9 intentos con cuatro aciertos, tres de ellos a manos de Taylor. Rápidamente, el Real Madrid se disparó en el marcador: 14-8. Los griegos andaban buscándose, como ubicándose. Y también se comprobó que si Calathes está bloqueado o desacertado (erró canastas sencillas), sus compañeros se mueven con más libertad. No están tan encorsetados a los movimientos de su jugador franquicia. Éste, además, tardó 16 minutos en anotar su primera canasta en juego.

Mientras cada equipo presentaba sus bazas, el primer cuarto se cerró equilibrado (21-17) y con dos apuntes negativos: Taylor y Rudy, claves en defensa, sumaban dos faltas cada uno. Poco después se unió Calathes. Y entre medias, un triple de Carroll supuso la máxima renta (26-19). Quizá era el momento de despegar. No sucedió así. El Panathinaikos se movió bien sin Calathes. Langford, Lekavicius y Vougioukas devolvieron los golpes al Real Madrid. De esa máxima diferencia de siete puntos se pasó a un empate técnico (32-31). Y entonces se vivió ese gen competitivo del Real Madrid, capaz de reaccionar de inmediato. Seis puntos de Causeur y un triple de Thompkins derivaron en una nueva máxima de 8 puntos (41-35). Suficiente para alcanzar el descanso con un mayor aire en el marcador (41-35).

Las sensaciones eran positivas, restaba ese despegue definitivo en el marcador que dejara tocado al Panathinaikos. Como, por ejemplo, ponerse muy por encima de los diez puntos psicológicos: 49-35 tras canastas de Taylor, Tavares y Causeur a la vuelta de vestuarios. Lo negativo: la tercera falta de Taylor, condicionando la defensa y el ataque (sumaba 13 puntos, más que nadie). Una piedra en el momento más propicio para encarrilar el primer punto del cruce. Y todo en dos minutos. Arreones típicos del Real Madrid. O como cuando se obstinan en ataques locos. Se falla. Como Calathes. Fallo tras fallo y los griegos aferrándose a salvadores. Como Papapetrou que detuvo la sangría con dos triples: 51-46. O Thomas. Y los griegos salvaron el cuarto (58-52).

El primer asalto se resolvería en 10 minutos. Y qué mejor que coger confianza con triples de Carroll y Prepelic (correcto dando descanso a Campazzo). Dos minutos menos y 8 puntos arriba ante un rival griego obstinado en recuperar a Calathes (64-56). Y éste apareció para repartir juego al resto del grupo. El Panathinaikos no sólo regresó al encuentro, lo volteó: 64-69. Y quedaba cinco minutos. Al Real Madrid le faltó dinamita. Y ahora le faltaba gasolina en defensa y tranquilidad en ataque. Los griegos estaban en su mejor momento tras verse varias veces al borde del precipicio.

Su dulzura tampoco duró en demasía. Calathes anotó un triple, pero erró otros dos. Se obstinó en anotar, y eso que hizo 12 puntos en el cuarto. Pero dejó de asistir, desde donde hizo daño. Rudy respondió con otro triple (vaya temple) y Campazzo, desde el tiro libre, dejaron al Real Madrid a tiro de remontada: 71-72. Quedaba menos de 1 minuto. Y tras una buena defensa, dos tiros libres de Carroll volvieron a elevar a los blancos (73-72). La tensión también es máxima en Europa. Que se lo digan a Langford. Falló su tiro. Y Campazzo no tembló desde el adicional (75-72). No corrió la misma suerte Thomas. Su triple no entró y Tavares se encargó de taponar otro intento. El Real Madrid se apuntó, no sin una buena dosis de sufrimiento, el primer punto hacia la Final Four de Vitoria. Este viernes, segundo duelo, y también en Madrid.

El Real Madrid vence con susto al Panathinaikos (75-72)

El actual campeón de Europa, que rindió homenaje a Doncic, se apunta el primer punto de la eliminatoria tras desperdiciar varias ventajas y jugárselo todo en una final de alta tensión en donde reinó el temple de Campazzo.
Rafael Merino
miércoles, 17 de abril de 2019, 23:13 h (CET)
Europa es otro mundo. Europa es una zona de confort para el Real Madrid. Generar una atmósfera óptima es una cuestión sencilla. Se alcanza sin querer. Los jugadores están más mentalizados, incluso si se tiene como ausente a Llull; el público acude conectado desde casa; y encima se rinde homenaje al icono de la Euroliga de Belgrado. La primera gran ovación, y consiguiente encendido de la mecha, fue con destino a Doncic. El esloveno acudió como un aficionado más a empujar al Real Madrid en el primer asalto contra el Panathinaikos. Lo dicho, el Palacio estaba ya en ebullición sin necesidad de moverse el balón.

Así es Europa cuando aparece en el camino del Real Madrid. Ni las vacaciones evitaron que más de 10.000 espectadores presenciaran el encuentro. El mismo comenzó con una clarísima puesta en escena: detener a Calathes (Rudy y Taylor se ocuparon de primeras); enviar balones a Tavares; enlazar rápidas transiciones; y si no había opción de adentrarse a canasta era el momento de tirar del perímetro: 9 intentos con cuatro aciertos, tres de ellos a manos de Taylor. Rápidamente, el Real Madrid se disparó en el marcador: 14-8. Los griegos andaban buscándose, como ubicándose. Y también se comprobó que si Calathes está bloqueado o desacertado (erró canastas sencillas), sus compañeros se mueven con más libertad. No están tan encorsetados a los movimientos de su jugador franquicia. Éste, además, tardó 16 minutos en anotar su primera canasta en juego.

Mientras cada equipo presentaba sus bazas, el primer cuarto se cerró equilibrado (21-17) y con dos apuntes negativos: Taylor y Rudy, claves en defensa, sumaban dos faltas cada uno. Poco después se unió Calathes. Y entre medias, un triple de Carroll supuso la máxima renta (26-19). Quizá era el momento de despegar. No sucedió así. El Panathinaikos se movió bien sin Calathes. Langford, Lekavicius y Vougioukas devolvieron los golpes al Real Madrid. De esa máxima diferencia de siete puntos se pasó a un empate técnico (32-31). Y entonces se vivió ese gen competitivo del Real Madrid, capaz de reaccionar de inmediato. Seis puntos de Causeur y un triple de Thompkins derivaron en una nueva máxima de 8 puntos (41-35). Suficiente para alcanzar el descanso con un mayor aire en el marcador (41-35).

Las sensaciones eran positivas, restaba ese despegue definitivo en el marcador que dejara tocado al Panathinaikos. Como, por ejemplo, ponerse muy por encima de los diez puntos psicológicos: 49-35 tras canastas de Taylor, Tavares y Causeur a la vuelta de vestuarios. Lo negativo: la tercera falta de Taylor, condicionando la defensa y el ataque (sumaba 13 puntos, más que nadie). Una piedra en el momento más propicio para encarrilar el primer punto del cruce. Y todo en dos minutos. Arreones típicos del Real Madrid. O como cuando se obstinan en ataques locos. Se falla. Como Calathes. Fallo tras fallo y los griegos aferrándose a salvadores. Como Papapetrou que detuvo la sangría con dos triples: 51-46. O Thomas. Y los griegos salvaron el cuarto (58-52).

El primer asalto se resolvería en 10 minutos. Y qué mejor que coger confianza con triples de Carroll y Prepelic (correcto dando descanso a Campazzo). Dos minutos menos y 8 puntos arriba ante un rival griego obstinado en recuperar a Calathes (64-56). Y éste apareció para repartir juego al resto del grupo. El Panathinaikos no sólo regresó al encuentro, lo volteó: 64-69. Y quedaba cinco minutos. Al Real Madrid le faltó dinamita. Y ahora le faltaba gasolina en defensa y tranquilidad en ataque. Los griegos estaban en su mejor momento tras verse varias veces al borde del precipicio.

Su dulzura tampoco duró en demasía. Calathes anotó un triple, pero erró otros dos. Se obstinó en anotar, y eso que hizo 12 puntos en el cuarto. Pero dejó de asistir, desde donde hizo daño. Rudy respondió con otro triple (vaya temple) y Campazzo, desde el tiro libre, dejaron al Real Madrid a tiro de remontada: 71-72. Quedaba menos de 1 minuto. Y tras una buena defensa, dos tiros libres de Carroll volvieron a elevar a los blancos (73-72). La tensión también es máxima en Europa. Que se lo digan a Langford. Falló su tiro. Y Campazzo no tembló desde el adicional (75-72). No corrió la misma suerte Thomas. Su triple no entró y Tavares se encargó de taponar otro intento. El Real Madrid se apuntó, no sin una buena dosis de sufrimiento, el primer punto hacia la Final Four de Vitoria. Este viernes, segundo duelo, y también en Madrid.

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