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El pasado viernes leía que Sociedad Civil Catalana ha decidido plantar cara a la ofensiva independentista de Artur Mas y sus socios. Para ellos, nada mejor que una estrategia cercana a las personas. Tocar sus sentimientos. De ahí que en septiembre ponga en marcha en toda la comunidad una campaña en favor de la unidad y de “seguir juntos”. Un lema este último que muchos pueden ver ya en las playas de todo el litoral catalán, anunciado desde aviones. Catalanes, españoles y europeos. Sin renunciar a nada. Sin encerrarse en fronteras artificiales. Esta noticia es buena para todos los españoles pero especialmente para los que en Cataluña vivimos sometidos a la información que se da desde los medios oficiales, casi todos “afines” al independentismo.
Un 23 de abril de 1934, según el diario El Mundo de Buenos Aires, la Sociedad de las Naciones había desmentido actos de canibalismo en las tropas bolivianas que combatían en el Chaco. El New York Times había publicado trascendidos que circulaban en La Paz, dando cuenta de que nativos del Chaco, sin ningún respeto, habían matado y devorado a oficiales bolivianos, en protesta por el reclutamiento forzozo de los pueblos originarios.
Tenemos un país donde miles de personas votan a asesinos. Algo no está bien. Adoctrinados en el odio a España, desde pequeños, votan. El problema es que representan el 0,7% pero influyen en España al 100%. Poco que hacer. Puede ir a peor. Aficiones y aflicciones del personal de allí, allá o acullá; y el de aquí. Por lo que hay y pueda ocurrir, el resultado importa. En el País Vasco sobre todo, también en el resto de España y en la UE.
Las conductas de riesgo son aquellos comportamientos que implican un efecto placentero inmediato pero carecen de una valoración de las consecuencias posteriores. Es preciso comprender que son los mecanismos cognitivos los que guían al adolescente y joven a la asunción de conductas de riesgo.
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