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Adrián Candal

El caso de Diego

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Tras su lesión en el mundial de Corea y Japón, la prometedora carrera de Diego Tristán no ha hecho más que ir de mal en peor. Esa temporada, la 2001-2002, Tristán había sido pichichi del campeonato liguero, y su pareja con Juan Carlos Valerón era una de las duplas de moda. Pero, como decimos, todo se ha ido truncando con el tiempo.

Al principio fue su recuperación de la lesión, algo que no acabo de conseguir. Una vez que estaba listo para volver al campo, Jabo Irureta no le acabó dando la confianza que se merecía, y paralelamente Roy Makaay escribía con letras de oro sus mejores registros con el Dépor. Es bien sabido que Irureta no es un hombre al que le guste tener a muchos hombres delante, y la oportunidad para el de la Algaba tardó en llegar. Se había convertido de repente en suplente. Pero cuando de vendió a Makaay, y más se le necesitaba, el 9 no estuvo ahí.

Tristán es un hombre con una calidad técnica tremenda, pero al que su físico, para muchos llega a la obesidad, o sus problemas psicológicos le han impedido volver a ser el que era. Diego necesita que la afición lo quiera, o incluso lo adore. Que el entrenador lo ponga partidos completos, y que se sienta el mejor del equipo. Pero eso no se puede dar de modo gratuito. Todos se tienen que ganar su puesto, y si Tristán no demuestra su valía sobre el césped, su pasado no le va a servir de mucho. Aunque hasta ahora así ha sido.

Joaquín Caparros lo vio claro: Tristán no estaba a la altura. Y tras el regreso de vacaciones navideñas de este año, partido tras partido, su protagonismo se fue difuminando aún más. A pesar de que en la primera vuelta marcase 10 goles, Diego los había conseguido casi todos de penalti, y su rendimiento era muy deficiente. El entrenador llegó a A Coruña pensando en volver a hacer grande a Tristán. Incluso se dijo que le haría capitán. ‘Diego es el gran fichaje de esta temporada’. Poco tardó en rectificar.

El pasado sábado, Diego recibió la sentencia de su afición. Riazor lo recibió con un fuerte abucheo, y cada balón que tocaba era respondido con pitidos en contra por parte del graderío. Y eso, Tristán no lo pudo aguantar. Para un jugador como él, eso fue una de las peores cosas que le pasaron en su carrera. ‘la afición ha decidido mostrar su desagrado cada vez que salgo y quizás lo mejor es que no siga’, afirma el delantero.

Ayer, Diego Tristán anunció que se ponía a la disposición de Lendoiro para que lo vendiese. Se quiere marchar del Deportivo. Aunque le reste contrato hasta el año 2008, el jugador no quiere continuar en Galicia. A principio de temporada, un club inglés ofreció a Lendoiro 8 millones por el delantero. El presidente los rechazó. Quizás esa fuese una de las peores jugadas de Augusto César. Difícilmente volverá a recibir una cantidad semejante.

Diego Tristán se marchará, y lo hará por la puerta de atrás. Defenestrado por su afición, quien siempre estuvo con él, y probablemente sin que nadie lo eche de menos.

El caso de Diego

Adrián Candal
Adrián Candal
viernes, 21 de abril de 2006, 23:42 h (CET)
Tras su lesión en el mundial de Corea y Japón, la prometedora carrera de Diego Tristán no ha hecho más que ir de mal en peor. Esa temporada, la 2001-2002, Tristán había sido pichichi del campeonato liguero, y su pareja con Juan Carlos Valerón era una de las duplas de moda. Pero, como decimos, todo se ha ido truncando con el tiempo.

Al principio fue su recuperación de la lesión, algo que no acabo de conseguir. Una vez que estaba listo para volver al campo, Jabo Irureta no le acabó dando la confianza que se merecía, y paralelamente Roy Makaay escribía con letras de oro sus mejores registros con el Dépor. Es bien sabido que Irureta no es un hombre al que le guste tener a muchos hombres delante, y la oportunidad para el de la Algaba tardó en llegar. Se había convertido de repente en suplente. Pero cuando de vendió a Makaay, y más se le necesitaba, el 9 no estuvo ahí.

Tristán es un hombre con una calidad técnica tremenda, pero al que su físico, para muchos llega a la obesidad, o sus problemas psicológicos le han impedido volver a ser el que era. Diego necesita que la afición lo quiera, o incluso lo adore. Que el entrenador lo ponga partidos completos, y que se sienta el mejor del equipo. Pero eso no se puede dar de modo gratuito. Todos se tienen que ganar su puesto, y si Tristán no demuestra su valía sobre el césped, su pasado no le va a servir de mucho. Aunque hasta ahora así ha sido.

Joaquín Caparros lo vio claro: Tristán no estaba a la altura. Y tras el regreso de vacaciones navideñas de este año, partido tras partido, su protagonismo se fue difuminando aún más. A pesar de que en la primera vuelta marcase 10 goles, Diego los había conseguido casi todos de penalti, y su rendimiento era muy deficiente. El entrenador llegó a A Coruña pensando en volver a hacer grande a Tristán. Incluso se dijo que le haría capitán. ‘Diego es el gran fichaje de esta temporada’. Poco tardó en rectificar.

El pasado sábado, Diego recibió la sentencia de su afición. Riazor lo recibió con un fuerte abucheo, y cada balón que tocaba era respondido con pitidos en contra por parte del graderío. Y eso, Tristán no lo pudo aguantar. Para un jugador como él, eso fue una de las peores cosas que le pasaron en su carrera. ‘la afición ha decidido mostrar su desagrado cada vez que salgo y quizás lo mejor es que no siga’, afirma el delantero.

Ayer, Diego Tristán anunció que se ponía a la disposición de Lendoiro para que lo vendiese. Se quiere marchar del Deportivo. Aunque le reste contrato hasta el año 2008, el jugador no quiere continuar en Galicia. A principio de temporada, un club inglés ofreció a Lendoiro 8 millones por el delantero. El presidente los rechazó. Quizás esa fuese una de las peores jugadas de Augusto César. Difícilmente volverá a recibir una cantidad semejante.

Diego Tristán se marchará, y lo hará por la puerta de atrás. Defenestrado por su afición, quien siempre estuvo con él, y probablemente sin que nadie lo eche de menos.

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