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“Los hombres se han sacrificado y lisiado a sí mismos física y emocionalmente para alimentar, alojar y proteger a las mujeres y niños. Ninguno de sus sufrimientos y logros es registrado en la retórica feminista que retrata a los hombres como explotadores, opresivos e insensibles” Camille Paglia.

¡El feminismo sin la careta del victimismo! Comunismo feminista integral!

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Hasta ahora habíamos pensado o, mejor dicho, las mismas feministas habían tenido interés de desvincularse de la política, mostrarse como un género castigado por las injusticias machistas, proclamando la postergación que, durante la historia, había tenido que soportar la mujer, su exclusión de la posibilidad de estudiar, su degradación a tareas domésticas, su imposibilidad de votar, su posición subordinada al pater familias, su función exclusivamente reproductiva, su falta de independencia y la escasa importancia que se las daba en sectores como la enseñanza, la ciencia, la medicina y ya no digamos en cuanto a su papel en la milicia, reducido a formar parte de las enfermeras que cuidaban a los heridos en los campos de batalla. Pero todo esto ya no existe hoy en día. Es más, ya hace muchos años que las mujeres tienen la independencia que solicitaban, pueden votar, tienen cargos importantes en las empresas, estudian y se licencian en toda clase de disciplinas, en muchas ocasiones en mayor número que los hombres, participan activamente en la política y forman parte como militares en cualquiera de las distintas unidades del Ejército español, de la policía, de la Guardia Civil o de cualquiera de las fuerzas del orden de las distintas autonomías. ¿Qué es, entonces, lo que hace que el feminismo del siglo XXI siga insistiendo en que la mujer sigue discriminada, pide leyes que le garanticen cuotas en los consejos de administración de las sociedades o en la directiva de los partidos políticos; se queja de que no ganan lo mismo que los hombres y exigen que, por ley, se les garantice que a igual cargo igual retribución etc.? En realidad, lo que quisieran es que se les diera todo hecho, por el simple detalle de ser mujer.


Pues viendo a estas señoras ¿o deberíamos llamarlas asexuadas, para no molestarlas? Que no dejan de pretender inmiscuirse en las sentencias de los tribunales, que han conseguido que la presunción de inocencia en el caso de los hombres, si fueren acusados por una mujer de haberla atacado sexualmente, violado, golpeado o haber sido acosada mentalmente, dejando en una clara situación de desventaja e indefensión al varón, expuesto a que cualquier mujer que se sintiera abandonada, despechada o quisiera causar mal a un varón determinado, pudiera hacerlo simplemente presentando una denuncia acusándolo de algo que, en realidad, no había tenido lugar. ¿Qué pasa si hubo consentimiento, incluso expreso? ; ¿acaso en lo más álgido de una pasión amorosa, el amante se debería sacar un documento del bolsillo para pedir el consentimiento por escrito de su pareja? Puede que alguien se lo pudiera tomar a risa, pero lo que sucede y lo que denuncian las feministas se contradice con la realidad de los casos de denuncias de las mujeres ante los tribunales, porque ellas mismas reconocen que sólo un 15% de las presentadas acaban en sentencias que las favorezcan a ellas.


Culpan a la Justicia española. Se quejan de que los jueces y magistrados tienen concepciones machistas. ¿Acaso estas señoras tan iracundas ignoran que, actualmente, en nuestros juzgados hay más mujeres que hombres y que en las promociones de abogados y de las oposiciones para jueces y magistrados, salen un mayor número de mujeres para ocupar las vacantes de los jueces y magistrados que, cada año mueren o se jubilan? Estas activistas ( no se las puede designar de otra manera) que están promoviendo esta manifestación que nos tienen preparada para el 8 de este mes de marzo, ya han querido dar un paso más, como lo dio la señora Montero de Podemos, ahora sustituyendo a Pablo Iglesias, dedicado a la inefable tarea de cambiar los pañales a su hijo, hablaba de unas nuevas elecciones en las que las mujeres tomarían el mando ( no los candidatos de su partido, sino “las mujeres”, excluyendo de hecho a los candidatos masculinos de su propio partido). Pero resulta ser que, las señoras que forman parte de la Comisión 8 de Marzo, impulsora de la manifestación a la que nos hemos referido, han abandonado sus reivindicaciones victimistas y han pasado al ataque: ahora ya no se conforman con la igualdad entre hombres y mujeres, ahora ya se trata de imponerse al sexo contrario, a negar la misma existencia de diferencias físicas, y a establecer la orgía, en todas sus facetas y condiciones, como algo que ha de ser defendidos por medio de leyes. Las mujeres pueden hacer de sus cuerpos lo que quieran, incluso matar fetos, tener sexo con el primero o la primera que puedan pillar, abolir de la naturaleza el sexo porque, en sus manos cualquier posible diferencia o práctica (incluso el incesto o el sexo con animales) estaría permitida como un derecho normal del ejercicio la sexualidad del ser humano ¡el animal racional con más poder en la tierra! A quien todo tipo de procacidades, desviaciones, ocurrencias, zoofilia, etc. le estarían permitidas sin que la paternidad o maternidad significasen más que aquella que se le puede atribuir a un ñu del Serengueti cuando, por una de estas rarezas de la fauna animal, todas las hembras se ponen de acuerdo ( al menos parecen hacerlo) para parir en los mismos días del mes y año, antes de proceder a la gran emigración que llevará al millón de ejemplares que se reúnen, en busca de nuevos pastos que les permitan sobrevivir. Los niños, como en tiempos de nuestros ancestros, reunidos en manos de un o una guardadora y los padres repartiéndose los alimentos de la caza que, con sus rudimentarios medios, habían conseguido capturar. ¿Civilización, empresas, trabajo, progreso, esfuerzo, defensa contra posibles adversarios que pudieran querer esclavizarnos? ¿Para qué, si de lo que se trataría es que esta mujeres que han sido incapaces de reconocer los grandes adelantos que los científicos, muchos ellos hombres, han sido capaces de lograr para que, la humanidad, haya vencido a innumerables enfermedades que antaño llevaban a los cementerios a nuestros familiares a edades que, hoy en día, se consideran como propias de una nueva juventud ganada a la naturaleza?


¡Sí señores! Estamos ante una nueva avalancha del comunismo tradicional, de lo que en tiempos de la Guerra Civil Española eran las milicianas libertarias ( la mayoría de ellas analfabetas, baqueteadas por la vida, prostitutas y desgraciadas, que mal vivían en tugurios rodeadas de miseria y enfermedades) que formaron parte de aquellos comités de ejecución de curas, católicos, personas de derechas, empresarios e incluso, republicanos que se oponían a aquellas matanzas ( hoy parece que olvidadas por estas nuevos frentistas populares) indiscriminadas y sin sentido alguno. Sólo que, en esta ocasión, las mujeres no quieren tener un papel secundario y lo que en aquellos tiempos fue La Pasionaria (Dolores Ibarruri) que en el Congreso de Diputados anunció al diputado de derechas, señor Calvo Sotelo, lo que le esperaba por oponerse al marxismo; anuncio que fue profético ya que, al poco tiempo, fue vilmente detenido y asesinado por sicarios del gobierno de la República. El programa de estas feministas que amenazan con imponernos sus reivindicaciones, ya no es sólo un programa de reivindicaciones relacionadas con la mujer, porque también presentan la más pura y dura propuesta propia del bolchevismo más radical de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Ni Stalin habría sido más duro y radical en lo que se proponen hacer estas feministas si consiguen el poder. Laicas, que piden una educación “afectivo sexual” que incluya las diversidades sexuales sin “estereotipos” y las identidades o expresiones de género. Ellas no son, precisamente, personas incultas, tienen estudios, trabajan como funcionarias, practican profesiones libres como sus oponentes los hombres, forman parte del mundo de la cultura y se codean, de tú a tú, con sus oponentes del sexo contrario ( muchos de ellos reducidos a meras marionetas abducidas por la nueva filosofía que pretende vendernos al sexo femenino como la quinta esencia de la perfección, calificándonos a los hombres como tontos, imbéciles, incapaces de dirigir el mundo y un escalón por debajo de esta superioridad inventada, que ellas defienden tener sobre los hombres.


En realidad, basta que veamos a estas feministas que tenemos soportar, ocupando cargos importantes de la Administración. ¿Qué concepto les merece la señora Ada Colau y la forma con la que ha dirigido la ciudad de Barcelona, degradándola hasta cotas de deterioro insospechadas? O ¿Qué me explican de la señora May que se comía el mundo y hoy, está pillada en un tema que, seguramente, le vaya a costar el cargo? La misma Merkel, una de las que mejor ha sabido llevar su cargo, cometiendo, seguramente por sensiblería, el error de abrirles las puerta de Alemania a todos los migrantes que quisieran entrar en ella. Sus conciudadanos la han puesto en la picota y, para salvarse de la quema, no ha tenido otro remedio que prometer que no se presentará más a la reelección. ¿O que me dicen de la brasileña Dilma Roussef, presidenta de su país y que, no obstante, ha sido pillada cometiendo errores en las finanzas de su gobierno? ¿Son todas ellas la muestra de lo que serían capaces de hacer la mujeres, elevadas a los más altos cargos de sus propias naciones? Simplemente, ni más ni menos que los hombres, con similares defectos, tontas y listas, trabajadoras y vagas, inteligentes y torpes; ni más ni menos que sus oponentes masculinos. Los que pensaron que una mujer al frente de un ministerio sería mejor que un hombre no sabían en el lío que se metían. Miren ustedes, al gobierno paritario del señor P.Sánchez, en el que las mujeres que escogió, supuestamente, eran de lo mejorcito que tenía su partido, el PSOE, y vean los resultados: una serie de perritos falderos sujetas a los caprichos de su jefe de filas, no han sabido más que ladrar cuando se les ha dicho y meterse el rabo entre piernas cuando han sido reprendidas por haber dicho algo que no le gustaba al señor Sánchez o rectificar a los cinco minutos de haber afirmado que se cambiaría una ley o un protocolo, cuando han recibido desde la Moncloa la orden de hacerlo, si desde ella se consideraba que lo dicho constituía algo que no le convenía a su partido o al propio Presidente del Gobierno.


Verán, me temo que si estas activistas comunistas del feminismo, tienen intención de arrastrar detrás de sí a todas las mujeres españolas, es que no tienen la menor idea de lo que piensan la gran mayoría de ellas que, si bien han sabido reivindicar la igualdad con el género contrario, en materias que era de justicia que se les concediera; el mero hecho de pensar que, todas las señoras españolas que no forman parte de este pensamiento radical, estarían dispuestas a que sus hijos, su familia y sus maridos o ellas mismas formaran parte de este universo afrodisiaco al que pretenden conducirlas, con la imaginaria idea de que, todas nuestras mujeres estuvieran dispuestas a adorar el famoso Becerro de Oro que permitió construir Aarón el hermano de Moisés, es que no tienen idea de cómo son. Es que no son capaces de entender, como se creen, la mentalidad de nuestras mujeres, más arraigadas en nuestras costumbres, más defensoras de nuestra moral y, por supuesto, sin la zorrería de todas estas salidas, que anteponen su libertad sexual a cumplir con su función de madres para que, España, siga disponiendo de jóvenes para ayudarse a sí mismos y a las personas mayores que ya no están en disposición de trabajar.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, elevamos nuestra voz en protesta contra estos grupos de descerebradas, que pretenden convertir nuestra nación en un nuevo matriarcado comunista que, seguramente, si Dios no lo remediase, sería lo peor plaga que pudiera caernos sobre los españoles.

¡El feminismo sin la careta del victimismo! Comunismo feminista integral!

“Los hombres se han sacrificado y lisiado a sí mismos física y emocionalmente para alimentar, alojar y proteger a las mujeres y niños. Ninguno de sus sufrimientos y logros es registrado en la retórica feminista que retrata a los hombres como explotadores, opresivos e insensibles” Camille Paglia.
Miguel Massanet
sábado, 2 de marzo de 2019, 09:56 h (CET)

Hasta ahora habíamos pensado o, mejor dicho, las mismas feministas habían tenido interés de desvincularse de la política, mostrarse como un género castigado por las injusticias machistas, proclamando la postergación que, durante la historia, había tenido que soportar la mujer, su exclusión de la posibilidad de estudiar, su degradación a tareas domésticas, su imposibilidad de votar, su posición subordinada al pater familias, su función exclusivamente reproductiva, su falta de independencia y la escasa importancia que se las daba en sectores como la enseñanza, la ciencia, la medicina y ya no digamos en cuanto a su papel en la milicia, reducido a formar parte de las enfermeras que cuidaban a los heridos en los campos de batalla. Pero todo esto ya no existe hoy en día. Es más, ya hace muchos años que las mujeres tienen la independencia que solicitaban, pueden votar, tienen cargos importantes en las empresas, estudian y se licencian en toda clase de disciplinas, en muchas ocasiones en mayor número que los hombres, participan activamente en la política y forman parte como militares en cualquiera de las distintas unidades del Ejército español, de la policía, de la Guardia Civil o de cualquiera de las fuerzas del orden de las distintas autonomías. ¿Qué es, entonces, lo que hace que el feminismo del siglo XXI siga insistiendo en que la mujer sigue discriminada, pide leyes que le garanticen cuotas en los consejos de administración de las sociedades o en la directiva de los partidos políticos; se queja de que no ganan lo mismo que los hombres y exigen que, por ley, se les garantice que a igual cargo igual retribución etc.? En realidad, lo que quisieran es que se les diera todo hecho, por el simple detalle de ser mujer.


Pues viendo a estas señoras ¿o deberíamos llamarlas asexuadas, para no molestarlas? Que no dejan de pretender inmiscuirse en las sentencias de los tribunales, que han conseguido que la presunción de inocencia en el caso de los hombres, si fueren acusados por una mujer de haberla atacado sexualmente, violado, golpeado o haber sido acosada mentalmente, dejando en una clara situación de desventaja e indefensión al varón, expuesto a que cualquier mujer que se sintiera abandonada, despechada o quisiera causar mal a un varón determinado, pudiera hacerlo simplemente presentando una denuncia acusándolo de algo que, en realidad, no había tenido lugar. ¿Qué pasa si hubo consentimiento, incluso expreso? ; ¿acaso en lo más álgido de una pasión amorosa, el amante se debería sacar un documento del bolsillo para pedir el consentimiento por escrito de su pareja? Puede que alguien se lo pudiera tomar a risa, pero lo que sucede y lo que denuncian las feministas se contradice con la realidad de los casos de denuncias de las mujeres ante los tribunales, porque ellas mismas reconocen que sólo un 15% de las presentadas acaban en sentencias que las favorezcan a ellas.


Culpan a la Justicia española. Se quejan de que los jueces y magistrados tienen concepciones machistas. ¿Acaso estas señoras tan iracundas ignoran que, actualmente, en nuestros juzgados hay más mujeres que hombres y que en las promociones de abogados y de las oposiciones para jueces y magistrados, salen un mayor número de mujeres para ocupar las vacantes de los jueces y magistrados que, cada año mueren o se jubilan? Estas activistas ( no se las puede designar de otra manera) que están promoviendo esta manifestación que nos tienen preparada para el 8 de este mes de marzo, ya han querido dar un paso más, como lo dio la señora Montero de Podemos, ahora sustituyendo a Pablo Iglesias, dedicado a la inefable tarea de cambiar los pañales a su hijo, hablaba de unas nuevas elecciones en las que las mujeres tomarían el mando ( no los candidatos de su partido, sino “las mujeres”, excluyendo de hecho a los candidatos masculinos de su propio partido). Pero resulta ser que, las señoras que forman parte de la Comisión 8 de Marzo, impulsora de la manifestación a la que nos hemos referido, han abandonado sus reivindicaciones victimistas y han pasado al ataque: ahora ya no se conforman con la igualdad entre hombres y mujeres, ahora ya se trata de imponerse al sexo contrario, a negar la misma existencia de diferencias físicas, y a establecer la orgía, en todas sus facetas y condiciones, como algo que ha de ser defendidos por medio de leyes. Las mujeres pueden hacer de sus cuerpos lo que quieran, incluso matar fetos, tener sexo con el primero o la primera que puedan pillar, abolir de la naturaleza el sexo porque, en sus manos cualquier posible diferencia o práctica (incluso el incesto o el sexo con animales) estaría permitida como un derecho normal del ejercicio la sexualidad del ser humano ¡el animal racional con más poder en la tierra! A quien todo tipo de procacidades, desviaciones, ocurrencias, zoofilia, etc. le estarían permitidas sin que la paternidad o maternidad significasen más que aquella que se le puede atribuir a un ñu del Serengueti cuando, por una de estas rarezas de la fauna animal, todas las hembras se ponen de acuerdo ( al menos parecen hacerlo) para parir en los mismos días del mes y año, antes de proceder a la gran emigración que llevará al millón de ejemplares que se reúnen, en busca de nuevos pastos que les permitan sobrevivir. Los niños, como en tiempos de nuestros ancestros, reunidos en manos de un o una guardadora y los padres repartiéndose los alimentos de la caza que, con sus rudimentarios medios, habían conseguido capturar. ¿Civilización, empresas, trabajo, progreso, esfuerzo, defensa contra posibles adversarios que pudieran querer esclavizarnos? ¿Para qué, si de lo que se trataría es que esta mujeres que han sido incapaces de reconocer los grandes adelantos que los científicos, muchos ellos hombres, han sido capaces de lograr para que, la humanidad, haya vencido a innumerables enfermedades que antaño llevaban a los cementerios a nuestros familiares a edades que, hoy en día, se consideran como propias de una nueva juventud ganada a la naturaleza?


¡Sí señores! Estamos ante una nueva avalancha del comunismo tradicional, de lo que en tiempos de la Guerra Civil Española eran las milicianas libertarias ( la mayoría de ellas analfabetas, baqueteadas por la vida, prostitutas y desgraciadas, que mal vivían en tugurios rodeadas de miseria y enfermedades) que formaron parte de aquellos comités de ejecución de curas, católicos, personas de derechas, empresarios e incluso, republicanos que se oponían a aquellas matanzas ( hoy parece que olvidadas por estas nuevos frentistas populares) indiscriminadas y sin sentido alguno. Sólo que, en esta ocasión, las mujeres no quieren tener un papel secundario y lo que en aquellos tiempos fue La Pasionaria (Dolores Ibarruri) que en el Congreso de Diputados anunció al diputado de derechas, señor Calvo Sotelo, lo que le esperaba por oponerse al marxismo; anuncio que fue profético ya que, al poco tiempo, fue vilmente detenido y asesinado por sicarios del gobierno de la República. El programa de estas feministas que amenazan con imponernos sus reivindicaciones, ya no es sólo un programa de reivindicaciones relacionadas con la mujer, porque también presentan la más pura y dura propuesta propia del bolchevismo más radical de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Ni Stalin habría sido más duro y radical en lo que se proponen hacer estas feministas si consiguen el poder. Laicas, que piden una educación “afectivo sexual” que incluya las diversidades sexuales sin “estereotipos” y las identidades o expresiones de género. Ellas no son, precisamente, personas incultas, tienen estudios, trabajan como funcionarias, practican profesiones libres como sus oponentes los hombres, forman parte del mundo de la cultura y se codean, de tú a tú, con sus oponentes del sexo contrario ( muchos de ellos reducidos a meras marionetas abducidas por la nueva filosofía que pretende vendernos al sexo femenino como la quinta esencia de la perfección, calificándonos a los hombres como tontos, imbéciles, incapaces de dirigir el mundo y un escalón por debajo de esta superioridad inventada, que ellas defienden tener sobre los hombres.


En realidad, basta que veamos a estas feministas que tenemos soportar, ocupando cargos importantes de la Administración. ¿Qué concepto les merece la señora Ada Colau y la forma con la que ha dirigido la ciudad de Barcelona, degradándola hasta cotas de deterioro insospechadas? O ¿Qué me explican de la señora May que se comía el mundo y hoy, está pillada en un tema que, seguramente, le vaya a costar el cargo? La misma Merkel, una de las que mejor ha sabido llevar su cargo, cometiendo, seguramente por sensiblería, el error de abrirles las puerta de Alemania a todos los migrantes que quisieran entrar en ella. Sus conciudadanos la han puesto en la picota y, para salvarse de la quema, no ha tenido otro remedio que prometer que no se presentará más a la reelección. ¿O que me dicen de la brasileña Dilma Roussef, presidenta de su país y que, no obstante, ha sido pillada cometiendo errores en las finanzas de su gobierno? ¿Son todas ellas la muestra de lo que serían capaces de hacer la mujeres, elevadas a los más altos cargos de sus propias naciones? Simplemente, ni más ni menos que los hombres, con similares defectos, tontas y listas, trabajadoras y vagas, inteligentes y torpes; ni más ni menos que sus oponentes masculinos. Los que pensaron que una mujer al frente de un ministerio sería mejor que un hombre no sabían en el lío que se metían. Miren ustedes, al gobierno paritario del señor P.Sánchez, en el que las mujeres que escogió, supuestamente, eran de lo mejorcito que tenía su partido, el PSOE, y vean los resultados: una serie de perritos falderos sujetas a los caprichos de su jefe de filas, no han sabido más que ladrar cuando se les ha dicho y meterse el rabo entre piernas cuando han sido reprendidas por haber dicho algo que no le gustaba al señor Sánchez o rectificar a los cinco minutos de haber afirmado que se cambiaría una ley o un protocolo, cuando han recibido desde la Moncloa la orden de hacerlo, si desde ella se consideraba que lo dicho constituía algo que no le convenía a su partido o al propio Presidente del Gobierno.


Verán, me temo que si estas activistas comunistas del feminismo, tienen intención de arrastrar detrás de sí a todas las mujeres españolas, es que no tienen la menor idea de lo que piensan la gran mayoría de ellas que, si bien han sabido reivindicar la igualdad con el género contrario, en materias que era de justicia que se les concediera; el mero hecho de pensar que, todas las señoras españolas que no forman parte de este pensamiento radical, estarían dispuestas a que sus hijos, su familia y sus maridos o ellas mismas formaran parte de este universo afrodisiaco al que pretenden conducirlas, con la imaginaria idea de que, todas nuestras mujeres estuvieran dispuestas a adorar el famoso Becerro de Oro que permitió construir Aarón el hermano de Moisés, es que no tienen idea de cómo son. Es que no son capaces de entender, como se creen, la mentalidad de nuestras mujeres, más arraigadas en nuestras costumbres, más defensoras de nuestra moral y, por supuesto, sin la zorrería de todas estas salidas, que anteponen su libertad sexual a cumplir con su función de madres para que, España, siga disponiendo de jóvenes para ayudarse a sí mismos y a las personas mayores que ya no están en disposición de trabajar.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, elevamos nuestra voz en protesta contra estos grupos de descerebradas, que pretenden convertir nuestra nación en un nuevo matriarcado comunista que, seguramente, si Dios no lo remediase, sería lo peor plaga que pudiera caernos sobre los españoles.

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