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La habitual tendencia a la indefinición del señor Sánchez y sus correligionarios de la izquierda y el separatismo protagonizan un vergonzoso acto de descortesía parlamentaria

​Desaire de los congresistas de izquierdas al presidente del Perú

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Hay ocasiones en las que cualquier español que ame a su país, que se sienta orgulloso de la historia y las aportaciones de la nación a la civilización europea y, cómo no, a la de aquellos países americanos a los que llevamos la cultura, la religión, los adelantos de la civilización y de la ciencia; uno no puede menos que estar agradecido al destino que le permitió nacer en un país que, por añadidura, posee un clima privilegiado como vienen reconociendo los 80 millones de turistas que lo visitaron durante el año 2018 y que siguen acudiendo a la llamada de nuestras incomparables bellezas paisajistas, bonanza climática y habitual excelente acogida con la que son recibidos por parte de nuestros conciudadanos. Sin embargo, lastimosamente, hay otros momentos en los que nos sentimos abochornados por el comportamiento de nuestros políticos, en esta ocasión a la que nos vamos a referir, los (no me atrevo a llamarlos “señorías” dada su poca calidad humana, su falta de educación y su evidente condición de palurdos paletos) miembros del PSOE, Podemos, PNV, ERC y demás formaciones separatistas, aquellas que siempre se decantan por seguir el rastro de las izquierdas, sabiendo que, con las derechas, poco iban a conseguir en sus reiterados intentos de obtener del Gobierno español la separación de Cataluña de España.

Y un inciso: parece que La Vanguardia de Barcelona no entiende que, después de más de 500 años de la existencia de España como nación, Cataluña forma parte indivisible de la nación española, cuando se da la circunstancia de que, su dirección, consiente que en su número 49.374, un artículo de un tal Francesc Bracero lleve el siguiente titular: “Cataluña y España abren pequeñas empresas en el MWC”. No se crean que se trata de un descuido o una equivocación, sino que, una vez más, este periódico permite que, en sus páginas, se utilice de forma subliminal el viejo truco de imbuir en los lectores la idea de que la comunidad catalana es algo distinto de España. No sabemos lo que tendrán que ver los señores Godó en la línea editorial de La Vanguardia pero, mientras no se demuestre lo contrario, este diario sigue incluido en el Grupo Godó, lo que permite suponer que sus directivos forman parte de este sentimiento separatista que parece que tienen los dos millones de los que presumen los señores Torra y compañía, sin darse cuenta de que, cuando hablan de un 80% de catalanes que quieren la independencia, se olvidan de que más del 50% de los catalanes no comulgan con tales ideas aunque, es probable que sí tengan el normal sentimiento catalanista de apego a su tierra y costumbres.

No acabamos de entender, aunque conociendo el paño de nuestras izquierdas y sus compañeros del separatismo catalán y vasco es fácil suponer cuáles son sus motivos, aunque parezcan impropios de personas a las que se les consideran, por los puestos que ocupan, como de una cierta cultura, educación, formación parlamentaria, conocimiento de las fórmulas vigentes de cortesía parlamentaria y, por encima de todo, sentido común, que no cuesta nada y que, sin embargo, tanto cuesta encontrarlo en muchos de nuestros políticos, que parece que sólo los tenemos en nuestras dos cámara para ir vegetando, cobrando sus emolumentos y, en ocasiones, incordiar y meter la pata como si, en lugar de personas en las que el pueblo ha puesto su confianza, fueran patanes sacados del lumpen de los peores rincones de las alcantarillas de nuestra sociedad. El caso es que, cuando el señor presidente del Perú ha hecho una visita de cortesía a las cámaras representativas de la soberanía nacional, Congreso de Diputados y Senado, y ha tenido a bien pronunciar unas palabras en las que, sin tocar ninguno de los temas concernientes a la política española, que pudieran haberse considerado como una injerencia en nuestros asuntos internos; con una exquisitez propia de una persona culta, como es el señor Martín Vizcarra, ha tenido a bien mencionar un problema que hoy en día es motivo de preocupación en toda Europa y, por supuesto, en toda América, mostrándose partidario de que, tanto Perú como España, sigan defendiendo al señor Juan Guaidó, presidente provisional de Venezuela, para restablecer la verdadera democracia en el país venezolano frente a un régimen, el de Nicolás Maduro que “oprime a su pueblo” y le priva de toda posibilidad de expresarse mediante las urnas.

Contrariamente a lo esperado y a las más elementales fórmulas de cortesía parlamentaria, en cualquier organismo de representación popular de otra nación democrática del mundo civilizado, con premeditación ( es evidente que se había dado orden de que no se aplaudiese al mandatario peruano si hacía mención al tema venezolano) y, podríamos decir, con alevosía en toda la parte en la que estaba ubicada la izquierda, se ha producido un silencio ominoso mientras, en los banquillos del PP y Ciudadanos se ha desencadenado una salva cerrada de aplausos que ha servido para dejar más evidenciada la horterada de aquellos grupos que, antes que cumplir con sus deberes como miembros de las cámaras populares, que les debieran de haber hecho olvidar sus intereses políticos, en el bien entendido de que unos aplausos, si se quiere poco entusiastas, aunque haya disconformidad con lo dicho por el orador en cuestión, no significan, en modo alguno, un apoyo a los argumentos aportados por quien las pronuncia, sino un reconocimiento cortés para la persona del mandatario que, no lo olvidemos, representa a todo el pueblo peruano. ¿Ignorancia, falta de pedigrí en cultura parlamentaria, partidismo sectario o estrategia parlamentaria? Pues, como podríamos decir siguiendo el refranero español: “de todo hay en botica”.

¿Pero cómo les podemos pedir peras al olmo? Si el propio presidente del Gobierno, señor P.Sánchez ha participado directamente en esta boutade siendo, con toda probabilidad, el inductor de este comportamiento que tan bajo ha dejado el prestigio de nuestras cámara, en un momento en el que, los separatistas siguen empeñados en desprestigiar a nuestra Justicia y en preparar una estrategia para los encausados ante el TS, para intentar conseguir, ante el TEDH, que se dé un varapalo a la Justicia española, buscando hacer pasar como una causa contra las ideas políticas lo que, en realidad se trata de un intento de conseguir separar a una autonomía española del resto de España. Flaco favor va a hacérsele al prestigio de nuestra nación este comportamiento sectario, promovido por Sánchez para complacer a P.Iglesias y sus adláteres, con el fin de que los sigan apoyando en su intento de conseguir gobernar el país a partir del 28 de Abril, si es que consiguen el triunfo en los comicios de entonces.

Y ya que nos hemos referido a la convocatoria de elecciones legislativas para el próximo mes de Abril, conviene que comentemos lo que están llevando a cabo los socialistas y su gobierno para utilizar el poder que ostentan para dictar una serie de leyes, (eludiendo el Congreso y el Senado), sin reparar en los miles de millones que comportaría el poner todo lo que se promete en práctica, evidentemente fuera del alcance de cualquier presupuesto del Estado que no supusiese pasarse de todos los límites, del control de la UE y, por supuesto, de las posibilidades de recaudación de impuestos si es que, el futuro Gobierno, suponiendo que fuese del PSOE, se empeñase en machacar, aún más, a ciudadanos y empresas, poniendo más impuestos y aumentando el peso de los actuales. Aparte de constituir una práctica ruin, falta de toda ética (ya sabemos que esto les importa poco a las izquierdas), completamente catastrófica para nuestra industria y comercio, devastadora para la ciudadanía y ruinosa para nuestras finanzas públicas. Supondría tener que aumentar nuestro endeudamiento público que ya está rondando el billón de euros, con “b” y no con “m”, en varios miles de millones más y, con toda probabilidad, nuestro déficit público volvería a las cifras que nos dejaron los socialistas, del señor Rodríguez Zapatero, cercanas al 9%.


Como era de esperar, los socialistas del señor P. Sánchez, dispuestos a usar todo aquello que les pueda beneficiar y contando con el poder y las llaves del Tesoro Público, no reparan en gastos para intentar llevarse la victoria, -no olvidemos que las mayorías absolutas no es fácil que se repitan mientras las formaciones políticas sigan aumentando y el voto siga dividiéndose- por lo que no han descuidado usar de sus infiltrados en las instituciones, en este caso el señor Tezanos, el actual mandamás del CIS, que no olvidemos que, ya daba al PSOE, en diciembre del 2018, una amplia ventaja sobre el PP, algo que fue motivo de chanzas y críticas acompañadas de acusaciones de parcialidad; ahora, en plena precampaña, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, ha querido darle otro empujón al PSOE del señor Pedro Sánchez, otorgándole todavía más votos que en la anterior ocasión, de modo que para él y su CIS ( no nos olvidemos que modificó los métodos para encuestar a la gente para favorecer al PSOE) sobre una muestra de 3.000 personas ( no sabemos de dónde fueron escogidas, de qué ciudades, de entre qué tipo de profesiones o si sólo en barrios obreros) se produce un aumento espectacular a favor del PSOE que lo sitúa a ¡16 puntos! del PP del señor Casado. Como es natural, de todas estas encuestas, con toda probabilidad bien cocinadas para favorecer al partido del señor P.Sánchez, no nos debemos fiar, aunque es evidente que su finalidad es la de promover el voto hacia el partido que aparece como vencedor una técnica que suele dar buenos resultados para los indecisos. No obstante, también entraña un peligro y es que, si la gente ve que una formación política va sobrada de presuntos votantes, puede dejar de ir a votar dando por supuesta su victoria.

En todo caso, nos vamos a enfrentar con una campaña cuajada de irregularidades, en la que las izquierdas van a emplear todos sus trucos, ilegalidades, maquinaciones y maldades que sean precisas para intentar asegurarse la victoria en las urnas, lo que les permitiría, en coalición PSOE-Podemos y seguramente apoyados por los separatistas catalanes y vascos, poner en marcha todo aquello que, hasta ahora, no se han atrevido a hacer. Y, en primer lugar, aumentar todos los impuestos, sin lo cual todas sus promesas hechas a los trabajadores (deshacer la reforma laboral, establecer un salario mínimo para todos los españoles, cambiar el sistema educativo ´Ley Celaá` y que, sabios y tontos, puedan disfrutar de becas etc.) quedarían convertidas en agua de borrajas. Y el gran enigma ¿cómo iban a justificar un aumento del gasto público y del déficit público, así como de gran endeudamiento público, ante los señores de Bruselas?, que ya han advertido, repetidamente, al Gobierno español de lo que en Europa consideran graves errores en la confección de los presupuestos que presentaron, en su día, y que, comparados con las promesas electorales que ya, en algunos casos se han anticipado mediante decretos-ley, quedan obsoletos ante los nuevos ofrecimientos de los socialistas, con fines electorales y que, como es evidente, todavía no figuran en lo que serían los presupuestos para la nueva legislatura y lo que queda de esta.


O así es como, desde la óptica de un ciudadano de a pie, con creciente estupor vemos como, cada día que pasa, nos vamos acercando a una situación más dramática, capaz de acabar de un plumazo con todo lo que durante los últimos cuatro años ha estado haciendo el PP, con todos los errores y carencias que se quiera, pero que, en cuanto a la salida de la crisis y remontada de la situación económica y laboral ( se ha conseguido rebajar en varios cientos de miles los desempleados que, en una ocasión llegaron a superar el 20% y hoy se encuentran en un 14,3% pese a que en los últimos meses, fruto de las políticas socialistas, ha vuelto a aumentar, especialmente en enero, el número de parados y lo que es peor, el de afiliados a la Seguridad Social), el trabajo del PP ha sido meritorio aunque, en el tema catalán, el gobierno de Rajoy fracasó en cuanto a la forma de tratarlo. Sin embargo, lo que tenemos por delante no deja de ser lo suficientemente preocupante como para que, los ciudadanos que no comulgamos con los postulados de esta izquierda destructiva y de este separatismo que pretende romper la unidad de España, nos planteemos qué, el papel que nos corresponde como españoles para intentar que nuestro voto no favorezca a quienes intentan destruir todo lo que se lleva construyendo, en nuestra nación, desde la llegada de la democracia con nuestra Constitución de 1978. Lo contrario sería un suicidio político.

​Desaire de los congresistas de izquierdas al presidente del Perú

La habitual tendencia a la indefinición del señor Sánchez y sus correligionarios de la izquierda y el separatismo protagonizan un vergonzoso acto de descortesía parlamentaria
Miguel Massanet
viernes, 1 de marzo de 2019, 14:45 h (CET)

Hay ocasiones en las que cualquier español que ame a su país, que se sienta orgulloso de la historia y las aportaciones de la nación a la civilización europea y, cómo no, a la de aquellos países americanos a los que llevamos la cultura, la religión, los adelantos de la civilización y de la ciencia; uno no puede menos que estar agradecido al destino que le permitió nacer en un país que, por añadidura, posee un clima privilegiado como vienen reconociendo los 80 millones de turistas que lo visitaron durante el año 2018 y que siguen acudiendo a la llamada de nuestras incomparables bellezas paisajistas, bonanza climática y habitual excelente acogida con la que son recibidos por parte de nuestros conciudadanos. Sin embargo, lastimosamente, hay otros momentos en los que nos sentimos abochornados por el comportamiento de nuestros políticos, en esta ocasión a la que nos vamos a referir, los (no me atrevo a llamarlos “señorías” dada su poca calidad humana, su falta de educación y su evidente condición de palurdos paletos) miembros del PSOE, Podemos, PNV, ERC y demás formaciones separatistas, aquellas que siempre se decantan por seguir el rastro de las izquierdas, sabiendo que, con las derechas, poco iban a conseguir en sus reiterados intentos de obtener del Gobierno español la separación de Cataluña de España.

Y un inciso: parece que La Vanguardia de Barcelona no entiende que, después de más de 500 años de la existencia de España como nación, Cataluña forma parte indivisible de la nación española, cuando se da la circunstancia de que, su dirección, consiente que en su número 49.374, un artículo de un tal Francesc Bracero lleve el siguiente titular: “Cataluña y España abren pequeñas empresas en el MWC”. No se crean que se trata de un descuido o una equivocación, sino que, una vez más, este periódico permite que, en sus páginas, se utilice de forma subliminal el viejo truco de imbuir en los lectores la idea de que la comunidad catalana es algo distinto de España. No sabemos lo que tendrán que ver los señores Godó en la línea editorial de La Vanguardia pero, mientras no se demuestre lo contrario, este diario sigue incluido en el Grupo Godó, lo que permite suponer que sus directivos forman parte de este sentimiento separatista que parece que tienen los dos millones de los que presumen los señores Torra y compañía, sin darse cuenta de que, cuando hablan de un 80% de catalanes que quieren la independencia, se olvidan de que más del 50% de los catalanes no comulgan con tales ideas aunque, es probable que sí tengan el normal sentimiento catalanista de apego a su tierra y costumbres.

No acabamos de entender, aunque conociendo el paño de nuestras izquierdas y sus compañeros del separatismo catalán y vasco es fácil suponer cuáles son sus motivos, aunque parezcan impropios de personas a las que se les consideran, por los puestos que ocupan, como de una cierta cultura, educación, formación parlamentaria, conocimiento de las fórmulas vigentes de cortesía parlamentaria y, por encima de todo, sentido común, que no cuesta nada y que, sin embargo, tanto cuesta encontrarlo en muchos de nuestros políticos, que parece que sólo los tenemos en nuestras dos cámara para ir vegetando, cobrando sus emolumentos y, en ocasiones, incordiar y meter la pata como si, en lugar de personas en las que el pueblo ha puesto su confianza, fueran patanes sacados del lumpen de los peores rincones de las alcantarillas de nuestra sociedad. El caso es que, cuando el señor presidente del Perú ha hecho una visita de cortesía a las cámaras representativas de la soberanía nacional, Congreso de Diputados y Senado, y ha tenido a bien pronunciar unas palabras en las que, sin tocar ninguno de los temas concernientes a la política española, que pudieran haberse considerado como una injerencia en nuestros asuntos internos; con una exquisitez propia de una persona culta, como es el señor Martín Vizcarra, ha tenido a bien mencionar un problema que hoy en día es motivo de preocupación en toda Europa y, por supuesto, en toda América, mostrándose partidario de que, tanto Perú como España, sigan defendiendo al señor Juan Guaidó, presidente provisional de Venezuela, para restablecer la verdadera democracia en el país venezolano frente a un régimen, el de Nicolás Maduro que “oprime a su pueblo” y le priva de toda posibilidad de expresarse mediante las urnas.

Contrariamente a lo esperado y a las más elementales fórmulas de cortesía parlamentaria, en cualquier organismo de representación popular de otra nación democrática del mundo civilizado, con premeditación ( es evidente que se había dado orden de que no se aplaudiese al mandatario peruano si hacía mención al tema venezolano) y, podríamos decir, con alevosía en toda la parte en la que estaba ubicada la izquierda, se ha producido un silencio ominoso mientras, en los banquillos del PP y Ciudadanos se ha desencadenado una salva cerrada de aplausos que ha servido para dejar más evidenciada la horterada de aquellos grupos que, antes que cumplir con sus deberes como miembros de las cámaras populares, que les debieran de haber hecho olvidar sus intereses políticos, en el bien entendido de que unos aplausos, si se quiere poco entusiastas, aunque haya disconformidad con lo dicho por el orador en cuestión, no significan, en modo alguno, un apoyo a los argumentos aportados por quien las pronuncia, sino un reconocimiento cortés para la persona del mandatario que, no lo olvidemos, representa a todo el pueblo peruano. ¿Ignorancia, falta de pedigrí en cultura parlamentaria, partidismo sectario o estrategia parlamentaria? Pues, como podríamos decir siguiendo el refranero español: “de todo hay en botica”.

¿Pero cómo les podemos pedir peras al olmo? Si el propio presidente del Gobierno, señor P.Sánchez ha participado directamente en esta boutade siendo, con toda probabilidad, el inductor de este comportamiento que tan bajo ha dejado el prestigio de nuestras cámara, en un momento en el que, los separatistas siguen empeñados en desprestigiar a nuestra Justicia y en preparar una estrategia para los encausados ante el TS, para intentar conseguir, ante el TEDH, que se dé un varapalo a la Justicia española, buscando hacer pasar como una causa contra las ideas políticas lo que, en realidad se trata de un intento de conseguir separar a una autonomía española del resto de España. Flaco favor va a hacérsele al prestigio de nuestra nación este comportamiento sectario, promovido por Sánchez para complacer a P.Iglesias y sus adláteres, con el fin de que los sigan apoyando en su intento de conseguir gobernar el país a partir del 28 de Abril, si es que consiguen el triunfo en los comicios de entonces.

Y ya que nos hemos referido a la convocatoria de elecciones legislativas para el próximo mes de Abril, conviene que comentemos lo que están llevando a cabo los socialistas y su gobierno para utilizar el poder que ostentan para dictar una serie de leyes, (eludiendo el Congreso y el Senado), sin reparar en los miles de millones que comportaría el poner todo lo que se promete en práctica, evidentemente fuera del alcance de cualquier presupuesto del Estado que no supusiese pasarse de todos los límites, del control de la UE y, por supuesto, de las posibilidades de recaudación de impuestos si es que, el futuro Gobierno, suponiendo que fuese del PSOE, se empeñase en machacar, aún más, a ciudadanos y empresas, poniendo más impuestos y aumentando el peso de los actuales. Aparte de constituir una práctica ruin, falta de toda ética (ya sabemos que esto les importa poco a las izquierdas), completamente catastrófica para nuestra industria y comercio, devastadora para la ciudadanía y ruinosa para nuestras finanzas públicas. Supondría tener que aumentar nuestro endeudamiento público que ya está rondando el billón de euros, con “b” y no con “m”, en varios miles de millones más y, con toda probabilidad, nuestro déficit público volvería a las cifras que nos dejaron los socialistas, del señor Rodríguez Zapatero, cercanas al 9%.


Como era de esperar, los socialistas del señor P. Sánchez, dispuestos a usar todo aquello que les pueda beneficiar y contando con el poder y las llaves del Tesoro Público, no reparan en gastos para intentar llevarse la victoria, -no olvidemos que las mayorías absolutas no es fácil que se repitan mientras las formaciones políticas sigan aumentando y el voto siga dividiéndose- por lo que no han descuidado usar de sus infiltrados en las instituciones, en este caso el señor Tezanos, el actual mandamás del CIS, que no olvidemos que, ya daba al PSOE, en diciembre del 2018, una amplia ventaja sobre el PP, algo que fue motivo de chanzas y críticas acompañadas de acusaciones de parcialidad; ahora, en plena precampaña, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, ha querido darle otro empujón al PSOE del señor Pedro Sánchez, otorgándole todavía más votos que en la anterior ocasión, de modo que para él y su CIS ( no nos olvidemos que modificó los métodos para encuestar a la gente para favorecer al PSOE) sobre una muestra de 3.000 personas ( no sabemos de dónde fueron escogidas, de qué ciudades, de entre qué tipo de profesiones o si sólo en barrios obreros) se produce un aumento espectacular a favor del PSOE que lo sitúa a ¡16 puntos! del PP del señor Casado. Como es natural, de todas estas encuestas, con toda probabilidad bien cocinadas para favorecer al partido del señor P.Sánchez, no nos debemos fiar, aunque es evidente que su finalidad es la de promover el voto hacia el partido que aparece como vencedor una técnica que suele dar buenos resultados para los indecisos. No obstante, también entraña un peligro y es que, si la gente ve que una formación política va sobrada de presuntos votantes, puede dejar de ir a votar dando por supuesta su victoria.

En todo caso, nos vamos a enfrentar con una campaña cuajada de irregularidades, en la que las izquierdas van a emplear todos sus trucos, ilegalidades, maquinaciones y maldades que sean precisas para intentar asegurarse la victoria en las urnas, lo que les permitiría, en coalición PSOE-Podemos y seguramente apoyados por los separatistas catalanes y vascos, poner en marcha todo aquello que, hasta ahora, no se han atrevido a hacer. Y, en primer lugar, aumentar todos los impuestos, sin lo cual todas sus promesas hechas a los trabajadores (deshacer la reforma laboral, establecer un salario mínimo para todos los españoles, cambiar el sistema educativo ´Ley Celaá` y que, sabios y tontos, puedan disfrutar de becas etc.) quedarían convertidas en agua de borrajas. Y el gran enigma ¿cómo iban a justificar un aumento del gasto público y del déficit público, así como de gran endeudamiento público, ante los señores de Bruselas?, que ya han advertido, repetidamente, al Gobierno español de lo que en Europa consideran graves errores en la confección de los presupuestos que presentaron, en su día, y que, comparados con las promesas electorales que ya, en algunos casos se han anticipado mediante decretos-ley, quedan obsoletos ante los nuevos ofrecimientos de los socialistas, con fines electorales y que, como es evidente, todavía no figuran en lo que serían los presupuestos para la nueva legislatura y lo que queda de esta.


O así es como, desde la óptica de un ciudadano de a pie, con creciente estupor vemos como, cada día que pasa, nos vamos acercando a una situación más dramática, capaz de acabar de un plumazo con todo lo que durante los últimos cuatro años ha estado haciendo el PP, con todos los errores y carencias que se quiera, pero que, en cuanto a la salida de la crisis y remontada de la situación económica y laboral ( se ha conseguido rebajar en varios cientos de miles los desempleados que, en una ocasión llegaron a superar el 20% y hoy se encuentran en un 14,3% pese a que en los últimos meses, fruto de las políticas socialistas, ha vuelto a aumentar, especialmente en enero, el número de parados y lo que es peor, el de afiliados a la Seguridad Social), el trabajo del PP ha sido meritorio aunque, en el tema catalán, el gobierno de Rajoy fracasó en cuanto a la forma de tratarlo. Sin embargo, lo que tenemos por delante no deja de ser lo suficientemente preocupante como para que, los ciudadanos que no comulgamos con los postulados de esta izquierda destructiva y de este separatismo que pretende romper la unidad de España, nos planteemos qué, el papel que nos corresponde como españoles para intentar que nuestro voto no favorezca a quienes intentan destruir todo lo que se lleva construyendo, en nuestra nación, desde la llegada de la democracia con nuestra Constitución de 1978. Lo contrario sería un suicidio político.

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