Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Algo más que palabras | Inmigración | ONG | ONU | SOLIDARIDAD
“El signo más auténtico y verdadero de espíritu humanístico es la serenidad constante”.

Cuestiones que nos interpelan

|

Ciertamente somos diversos y son, precisamente, estos variados ritmos los que nos armonizan y embellecen a toda la humanidad, haciéndonos únicos y exclusivos. Todo se enriquece de esta complejidad de lenguas y conocimientos. Lo que hay que tratar es que la pluralidad se reconcilie consigo mismo y no abandone ninguno de sus latidos; porque una especie se hermana y fortalece en la medida que sabe universalizar sentimientos y pasiones, estéticas con éticas, al tiempo que acepta las diferencias, y propicia la convergencia hacia la dimensión humana de entenderse, tanto consigo mismo como con los demás. Dicho lo cual, hemos de comprender que tampoco hay desarrollo humano si no aceptamos esta multiforme composición de caminos y caminantes, donde sólo cabe trabajar unidos por el planeta, que no uniformados, bajo una única consigna, la consideración hacia toda vida humana, lo que nos exige cierta clemencia y mucho corazón. Subsiguientemente, sembrar paz a nuestro alrededor nos dignifica siempre. Pongámonos en acción, pues. No basta con ser humanos, es necesario humanizarse.

El hecho de que las agencias de la ONU y otras ONGs alimentasen a más de 350.000 migrantes y refugiados venezolanos en Colombia durante el 2018 y ayudasen a dar alojamiento a más de diez mil personas, es un claro testimonio que nos engrandece el alma. No olvidemos que somos esencialmente humanos y sociales. Hasta para vivir requerimos la colaboración unos de otros. Es una lástima, por tanto, que la situación humanitaria se deteriore. A propósito, Naciones Unidas se queja de que cada vez tiene menos fondos para responder. En ocasiones, nos falta solidaridad y nos sobra ese espíritu de avaricia, la manera más evidente de un subdesarrollo moral que nos deshumaniza por completo. Los sistemas económicos no pueden girar en torno al dinero, han de circular alrededor del ser humano. Téngase en cuenta que lo que nos enriquece es el compartir, no mirar hacia otro lado, o permanecer pasivos ante el dolor del que nos pide auxilio. Orientémonos en la donación, aunque nos traiga problemas; esto nos honra. Pensemos en que la mejor sapiencia no la dan los títulos, sino el conocernos en primera persona.

Ojalá aprendamos a enriquecernos desde ese amor incondicional, que derriba muros y distancias, al tiempo que nos hace más compasivos; ya que en toda existencia, cohabita una sola tristeza, la de no ser humanitarios. Cien millones de personas son empujadas a la pobreza extrema, cada año, porque no pueden hacer frente a los gastos médicos, según datos recientes de la Organización Mundial de la Salud. Bajo este marco de debilidades, cuesta entender ciertas actitudes de frialdad humanística, cuando en realidad lo que nos ennoblece humanamente es saber acompañar a los que lloran y acompasar sus desvelos con nuestro apoyo. La fuerza del testimonio de los grandes hombres de nuestra historia está, justamente, en vivir en coherencia los pequeños pulsos de cada día y en comunidad ofrecerlos; porque son estos pequeños detalles de entrega los que nos dan vida, en contra de la tendencia mundana actual que termina aislándonos entre sí. Por tanto, activemos la vigilancia y el combate hacia esas políticas engañosas, que nos atontan y nos vuelven inhumanos a más no poder. Coloquémonos, entonces, en disposición de enmendarnos, aunque para ello tengamos que salirnos de nosotros mismos. Rectificar es de sabios. Que la verdadera sabiduría está en reconocer nuestra propia torpeza.

Sea como fuere, el signo más auténtico y verdadero de espíritu humanístico es la serenidad constante. Bajo este triunfo hay siempre una cruz, la lucha permanente por la sensatez y una actitud de servicio inquebrantable. Así compartiremos una felicidad que nadie nos podrá sustraer. No dejemos perdernos y, aún peor, endiosarnos por moradores corruptos. Al fin y al cabo, la mejor enseñanza que uno puede llevar consigo, pasa por eliminar lo que no es indispensable y por incorporar un espíritu positivo y esperanzado. No es cuestión de ponerse tristes, sino de gozarse por vivir y tomar la fuerza requerida para poder liberarnos de ataduras. Somos libres, seamos libres; somos amor, seamos amor; somos algo que late, seamos alguien que despierta; y todo esto, para todo momento y para toda caminata; sabiendo que la cognición también es humilde y sabia a la vez, porque no entiende más que de instantes precisos y concretos.

Cuestiones que nos interpelan

“El signo más auténtico y verdadero de espíritu humanístico es la serenidad constante”.
Víctor Corcoba
jueves, 21 de febrero de 2019, 16:06 h (CET)

Ciertamente somos diversos y son, precisamente, estos variados ritmos los que nos armonizan y embellecen a toda la humanidad, haciéndonos únicos y exclusivos. Todo se enriquece de esta complejidad de lenguas y conocimientos. Lo que hay que tratar es que la pluralidad se reconcilie consigo mismo y no abandone ninguno de sus latidos; porque una especie se hermana y fortalece en la medida que sabe universalizar sentimientos y pasiones, estéticas con éticas, al tiempo que acepta las diferencias, y propicia la convergencia hacia la dimensión humana de entenderse, tanto consigo mismo como con los demás. Dicho lo cual, hemos de comprender que tampoco hay desarrollo humano si no aceptamos esta multiforme composición de caminos y caminantes, donde sólo cabe trabajar unidos por el planeta, que no uniformados, bajo una única consigna, la consideración hacia toda vida humana, lo que nos exige cierta clemencia y mucho corazón. Subsiguientemente, sembrar paz a nuestro alrededor nos dignifica siempre. Pongámonos en acción, pues. No basta con ser humanos, es necesario humanizarse.

El hecho de que las agencias de la ONU y otras ONGs alimentasen a más de 350.000 migrantes y refugiados venezolanos en Colombia durante el 2018 y ayudasen a dar alojamiento a más de diez mil personas, es un claro testimonio que nos engrandece el alma. No olvidemos que somos esencialmente humanos y sociales. Hasta para vivir requerimos la colaboración unos de otros. Es una lástima, por tanto, que la situación humanitaria se deteriore. A propósito, Naciones Unidas se queja de que cada vez tiene menos fondos para responder. En ocasiones, nos falta solidaridad y nos sobra ese espíritu de avaricia, la manera más evidente de un subdesarrollo moral que nos deshumaniza por completo. Los sistemas económicos no pueden girar en torno al dinero, han de circular alrededor del ser humano. Téngase en cuenta que lo que nos enriquece es el compartir, no mirar hacia otro lado, o permanecer pasivos ante el dolor del que nos pide auxilio. Orientémonos en la donación, aunque nos traiga problemas; esto nos honra. Pensemos en que la mejor sapiencia no la dan los títulos, sino el conocernos en primera persona.

Ojalá aprendamos a enriquecernos desde ese amor incondicional, que derriba muros y distancias, al tiempo que nos hace más compasivos; ya que en toda existencia, cohabita una sola tristeza, la de no ser humanitarios. Cien millones de personas son empujadas a la pobreza extrema, cada año, porque no pueden hacer frente a los gastos médicos, según datos recientes de la Organización Mundial de la Salud. Bajo este marco de debilidades, cuesta entender ciertas actitudes de frialdad humanística, cuando en realidad lo que nos ennoblece humanamente es saber acompañar a los que lloran y acompasar sus desvelos con nuestro apoyo. La fuerza del testimonio de los grandes hombres de nuestra historia está, justamente, en vivir en coherencia los pequeños pulsos de cada día y en comunidad ofrecerlos; porque son estos pequeños detalles de entrega los que nos dan vida, en contra de la tendencia mundana actual que termina aislándonos entre sí. Por tanto, activemos la vigilancia y el combate hacia esas políticas engañosas, que nos atontan y nos vuelven inhumanos a más no poder. Coloquémonos, entonces, en disposición de enmendarnos, aunque para ello tengamos que salirnos de nosotros mismos. Rectificar es de sabios. Que la verdadera sabiduría está en reconocer nuestra propia torpeza.

Sea como fuere, el signo más auténtico y verdadero de espíritu humanístico es la serenidad constante. Bajo este triunfo hay siempre una cruz, la lucha permanente por la sensatez y una actitud de servicio inquebrantable. Así compartiremos una felicidad que nadie nos podrá sustraer. No dejemos perdernos y, aún peor, endiosarnos por moradores corruptos. Al fin y al cabo, la mejor enseñanza que uno puede llevar consigo, pasa por eliminar lo que no es indispensable y por incorporar un espíritu positivo y esperanzado. No es cuestión de ponerse tristes, sino de gozarse por vivir y tomar la fuerza requerida para poder liberarnos de ataduras. Somos libres, seamos libres; somos amor, seamos amor; somos algo que late, seamos alguien que despierta; y todo esto, para todo momento y para toda caminata; sabiendo que la cognición también es humilde y sabia a la vez, porque no entiende más que de instantes precisos y concretos.

Noticias relacionadas

Alberga la voz protocolo acepciones varias. La cuarta de ellas, siguiendo al DRAE, define esta palabra como ”secuencia detallada de un proceso de actuación científica, técnica, médica, etc.”. Al parecer, todo protocolo supone una garantía para evitar decisiones improvisadas en los distintos ámbitos y tranquilizar, de paso, a los destinatarios de la actuación, que pueden ser los miembros de un colectivo concreto o, en algunos casos, toda la población.

Si algo nos va quedando claro, es la enorme complicación de la cual formamos parte activa. El cielo nos plantea retos de altura si queremos ser consecuentes y la materia resulta muy superficial, la mayor parte es indetectable en el Universo como materia oscura. Las energías y las condensaciones nos traen de cabeza, hasta el punto de que avanzamos sin avanzar, de ver sin ver, o muchas situaciones similares.

Hoy comienzan las elecciones en la India. Están habilitados para votar más de 960 millones de habitantes en comicios de formato singular que van a durar 44 días. El país encarna la mayor democracia del mundo y, a diferencia de lo que suele acontecer en occidente, se espera un incremento del número de ciudadanos que acudan a las urnas.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto