Cristo no pretendio una Iglesia, ni intervenir con su palabra en la "masa social" haciendo el bien. No confundamos. Enseñaba otra cosa: el autoconocimiento a través de la escucha, que aprendio además de fuentes orientales, herméticas. Hay hasta 300 y pico Evangelios apócrifos que cuentan distintas versiones de su historia, entre los que destacan: "La Pistis Sophia", el Evangelio de Tomás Dídimo (hermano de Jesús) y el de Maria Magdalena (su esposa -a todos los rabís o rabinos de la época se les exigía estar casados-); además, claro, de los elegidos y manipulados por la Iglesia para su función principal: servir de apoyo al imperio de Constantino. Y Pablo, no Pedro, fue el escogido por Jesús como pilar para difundir su Enseñanza, después de su cruz y ficción ("La Historia oculta de Cristo", José Luis Parise)
La "palabra", también puede ser usada, arteramente, como instrumento de propaganda y manipulación. Lo decía Adolf Hitler ("Mein Kampf",1924): "Las Masas de Un Pueblo Siempre Se Someten Al Poder de la Palabra...".