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Un mundo en Cambio

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Vivimos un tiempo de cambio, pero también un tiempo de transformación socioeconómica profunda, de modelos de convivencia y de relación que cada día más están configurando nuevos estratos sociales y económicos. Unos, configurados por quienes por su conocimiento, posicionamiento y relaciones optan a la conquista de las oportunidades en la denominada cuarta revolución industrial y otros, por el contrario que sufren este hecho, o mejor dicho este momento de cambio, en donde la robotización del sistema laboral, los nuevos nichos de negocio o las oportunidades empresariales se fijan en torno a los requisitos de poder visualizarlas y optar a ellas , algo imposible en un mundo en donde la igualdad de oportunidades se ha difuminado , el desconcierto por el futuro personal y profesional de las clases obreras y medias se ha hecho paso y el miedo ha empezado a funcionar en ese nuevo virus de la ansiedad, el stress y el desosiego ante un mundo que no frena y unos cambios que no van a dejar a nadie indiferente. Así, hoy, me preocupa la visión de un mundo separado entre el poder económico de quien aprovechando las oportunidades de cambio triunfa y quienes sin capacidad de acceder a dichas vías de desarrollo personal y profesional se les resigna a un modelo quebrado de bienestar y de salarios bajos. No por menos, toda revolución y conflicto humano parte en gran medida de la falta de generosidad y de solidaridad de los sistemas que son incapaces de atenuar estas situaciones. Fruto de ello, es la aparición de movimientos radicales y populistas que hoy recurren el mundo captando ese descontento de esas nuevas mayorías que poco a poco se abren paso.


Por ello, tal vez, exista una responsabilidad importante que descansa no sólo en las instituciones y gobiernos o en la política, sino también en la esfera privada de quienes triunfando por sus capacidades, conocimientos y posición deben hoy más nunca ayudar a quienes más allá del optimismo de un mundo mejor y de oportunidad sólo ven la negatividad de un mundo en cambio que poco a poco los expulsa del sistema de bienestar y del progreso que antaño se construyó tras el período de guerras que azotaron el mundo


Y este hecho, no debe partir por una concepción humanitaria ni de solidaridad pura, sino de la propia necesidad de entender que un mundo no equilibrado, que una sociedad sin oportunidades y construida desde la incertidumbre sólo sirve como caldo de cultivo al conflicto y la revolución entre clases.


En definitiva, construir el siglo XXI es ser capaces de fijar un proceso de transformación social , económica y productiva con una visión global , esa desde donde se construyen proyectos comunes y de colaboración público privada , hoy imprescindibles para afrontar los retos y desafíos que tenemos por delante.

Un mundo en Cambio

Josu Gómez Barrutia
sábado, 16 de febrero de 2019, 08:59 h (CET)

Vivimos un tiempo de cambio, pero también un tiempo de transformación socioeconómica profunda, de modelos de convivencia y de relación que cada día más están configurando nuevos estratos sociales y económicos. Unos, configurados por quienes por su conocimiento, posicionamiento y relaciones optan a la conquista de las oportunidades en la denominada cuarta revolución industrial y otros, por el contrario que sufren este hecho, o mejor dicho este momento de cambio, en donde la robotización del sistema laboral, los nuevos nichos de negocio o las oportunidades empresariales se fijan en torno a los requisitos de poder visualizarlas y optar a ellas , algo imposible en un mundo en donde la igualdad de oportunidades se ha difuminado , el desconcierto por el futuro personal y profesional de las clases obreras y medias se ha hecho paso y el miedo ha empezado a funcionar en ese nuevo virus de la ansiedad, el stress y el desosiego ante un mundo que no frena y unos cambios que no van a dejar a nadie indiferente. Así, hoy, me preocupa la visión de un mundo separado entre el poder económico de quien aprovechando las oportunidades de cambio triunfa y quienes sin capacidad de acceder a dichas vías de desarrollo personal y profesional se les resigna a un modelo quebrado de bienestar y de salarios bajos. No por menos, toda revolución y conflicto humano parte en gran medida de la falta de generosidad y de solidaridad de los sistemas que son incapaces de atenuar estas situaciones. Fruto de ello, es la aparición de movimientos radicales y populistas que hoy recurren el mundo captando ese descontento de esas nuevas mayorías que poco a poco se abren paso.


Por ello, tal vez, exista una responsabilidad importante que descansa no sólo en las instituciones y gobiernos o en la política, sino también en la esfera privada de quienes triunfando por sus capacidades, conocimientos y posición deben hoy más nunca ayudar a quienes más allá del optimismo de un mundo mejor y de oportunidad sólo ven la negatividad de un mundo en cambio que poco a poco los expulsa del sistema de bienestar y del progreso que antaño se construyó tras el período de guerras que azotaron el mundo


Y este hecho, no debe partir por una concepción humanitaria ni de solidaridad pura, sino de la propia necesidad de entender que un mundo no equilibrado, que una sociedad sin oportunidades y construida desde la incertidumbre sólo sirve como caldo de cultivo al conflicto y la revolución entre clases.


En definitiva, construir el siglo XXI es ser capaces de fijar un proceso de transformación social , económica y productiva con una visión global , esa desde donde se construyen proyectos comunes y de colaboración público privada , hoy imprescindibles para afrontar los retos y desafíos que tenemos por delante.

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