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Adrián Candal

El heredero

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Ayer se enfrentaron en El Madrigal los dos equipos que, inesperadamente, más hicieron disfrutar a la parroquia española en su participación europea. Villarreal y Dépor midieron las fuerzas y empataron a un tanto. La resaca europea, el cansancio o la eficacia gallega a domicilio aguaron minimamente la fiesta que se tenía preparada en Vila-Real.

Por una parte, el equipo de Castellón representa el éxito más actual. El del modesto que llega a cotas insospechadas y contra todo pronóstico se planta en las semifinales de toda una Champions con un juego que enamora. Y por otro lado el Dépor, un equipo que no hace tanto escribía las mismas páginas históricas que el ‘submarino amarillo’. Por tanto, no es tan descabellado decir que el Villarral es el heredero futbolístico del Dépor.

Hace dos temporadas, cuando el equipo mediterráneo se hizo con la cesión de Juan Román Riquelme y el club todavía no era ni la sombra de lo que es ahora, su presidente, Fernando Roig, decía que el objetivo de la plantilla era seguir los triunfales pasos del Deportivo. Poco tardó en hacerse efectivo ese éxito, y ahora el conjunto que prepara Pellegrini es una de las sensaciones de Europa.

Pero como todo tiene su coste y su peaje, para un equipo novato en estas lidias el peso de jugar la Champions ha pasado factura. No tanto como al Betis, que pegó un bajón sobresaliente de un año para otro. Pero este año, o mucho cambian las cosas o el Villarreal no podrá jugar la temporada que viene la Champions. Con la ilusión de pasearse por Europa, el equipo ha descuidado el torneo casero, que a la postre, es el más importante y el que asegura el futuro. Pero no pitemos el final de partido premeditadamente, porque la posibilidad de que el Villarreal gane la Liga de Campeones no es tanta utopía.

El paso por la competición europea no solo ha dado prestigio al equipo castellonense, sino que le ha dado dinero. Un club que ya no andaba nada mal monetariamente, con una fuerte empresa de cerámicas detrás y un acaudalado presidente al frente, ha visto como con la Champions su patrimonio se vio considerablemente reforzado. Y aunque Riquelme, Forlán, Gonzalo o Senna sean seguidos por muchos equipos del mundo, y por tanto se corra el peligro de que se marchen de Vila-Real, el futuro que le queda al club es delicioso y tremendamente bueno.

Es una cuesta arriba y un camino que promete éxitos. El Villarreal está andando los pasos que ya caminara aquel maravilloso Dépor. Un digno heredero, con el que nos alegramos todos.

El heredero

Adrián Candal
Adrián Candal
lunes, 10 de abril de 2006, 21:52 h (CET)
Ayer se enfrentaron en El Madrigal los dos equipos que, inesperadamente, más hicieron disfrutar a la parroquia española en su participación europea. Villarreal y Dépor midieron las fuerzas y empataron a un tanto. La resaca europea, el cansancio o la eficacia gallega a domicilio aguaron minimamente la fiesta que se tenía preparada en Vila-Real.

Por una parte, el equipo de Castellón representa el éxito más actual. El del modesto que llega a cotas insospechadas y contra todo pronóstico se planta en las semifinales de toda una Champions con un juego que enamora. Y por otro lado el Dépor, un equipo que no hace tanto escribía las mismas páginas históricas que el ‘submarino amarillo’. Por tanto, no es tan descabellado decir que el Villarral es el heredero futbolístico del Dépor.

Hace dos temporadas, cuando el equipo mediterráneo se hizo con la cesión de Juan Román Riquelme y el club todavía no era ni la sombra de lo que es ahora, su presidente, Fernando Roig, decía que el objetivo de la plantilla era seguir los triunfales pasos del Deportivo. Poco tardó en hacerse efectivo ese éxito, y ahora el conjunto que prepara Pellegrini es una de las sensaciones de Europa.

Pero como todo tiene su coste y su peaje, para un equipo novato en estas lidias el peso de jugar la Champions ha pasado factura. No tanto como al Betis, que pegó un bajón sobresaliente de un año para otro. Pero este año, o mucho cambian las cosas o el Villarreal no podrá jugar la temporada que viene la Champions. Con la ilusión de pasearse por Europa, el equipo ha descuidado el torneo casero, que a la postre, es el más importante y el que asegura el futuro. Pero no pitemos el final de partido premeditadamente, porque la posibilidad de que el Villarreal gane la Liga de Campeones no es tanta utopía.

El paso por la competición europea no solo ha dado prestigio al equipo castellonense, sino que le ha dado dinero. Un club que ya no andaba nada mal monetariamente, con una fuerte empresa de cerámicas detrás y un acaudalado presidente al frente, ha visto como con la Champions su patrimonio se vio considerablemente reforzado. Y aunque Riquelme, Forlán, Gonzalo o Senna sean seguidos por muchos equipos del mundo, y por tanto se corra el peligro de que se marchen de Vila-Real, el futuro que le queda al club es delicioso y tremendamente bueno.

Es una cuesta arriba y un camino que promete éxitos. El Villarreal está andando los pasos que ya caminara aquel maravilloso Dépor. Un digno heredero, con el que nos alegramos todos.

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