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“Nosotras parimos, nosotras decidimos”, aunque repudiable, podría justificarse si lo que se decide no fuese una vida

El asesinato legalizado

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Horrible, horrendo, execrable, inhumano, aborrecible.., todos los calificativos peyorativos y despectivos que usemos son pocos para describir la inenarrable e inconfesable acción que se comete contra el ser más indefenso de la naturaleza: el no nato.


Está universalmente aceptado que el asesinato es una forma de homicidio que constituye un delito contra el bien jurídico de una persona física, que consiste en matar a un ser humano incurriendo en ciertas circunstancias específicas, como la alevosía, el precio, la recompensa, la promesa o el ensañamiento.

Veamos si en este abominable crimen se dan las circunstancias mencionadas: Se perpetra con alevosía ya que según el Derecho esta circunstancia se da cuando quien comete un delito contra las personas lo lleva a cabo mediante la traición y pone los medios para asegurarse su ejecución, sin exponerse a peligro.

Quien ejecuta un aborto no se expone a daño alguno, ya que la persona que sufre el mal, es decir, la muerte, no tiene medios para defenderse, ni puede atacar a quien lo agrede.

El precio y la recompensa se dan por descontados, puesto que el asesino recibe un premio, el costo de su intervención, si se ejecuta en clínicas abortivas, o, caso de que se lleve a cabo en privado, se obtiene la recompensa de eliminar una vida que no se desea, aparte de la retribución que recibe quien lo realiza.

Obviemos la promesa y centrémonos en el ensañamiento. No puede haberlo mayor, dado que, quien lleva a cabo esta monstruosa acción, se deleita causando un daño irreparable a quien no puede defenderse.

Analicemos si el ser que se encuentra en el vientre de una mujer es o no una persona. A este respecto la doctora Mónica López Barahoma, directora de la Cátedra de Bioética Jeròme Lejeune manifiesta: “La ética no puede dar juicios de valor sobre algo que no plantea la ciencia, pero los datos de la ciencia son indiscutibles. Hay vida humana desde que el embrión existe como tal. Lo que pasa es que esta información se toma luego de un lado o de otro. La discusión empieza desde que valoramos si el ser humano puede tener disponibilidad sobre otra vida humana o si vale más la vida de la madre que la del niño. Ahí está la discusión, pero que el embrión es vida humana no es discutible”.

Queda bien claro que el embrión es una vida humana, según la Ciencia, por lo tanto, una persona. Nos queda por dilucidar el espinoso asunto de quien es preferible la madre o la nueva criatura que está por nacer. Jamás hemos de obviar que el aborto es una acción encaminada a poner fin a una vida, que no se justifica que se realice para salvar otra, de igual forma que no se le sacaría el corazón a una persona, cuya muerte se avecina, para trasplantarlo a otra, por muy urgentemente que lo necesite. El lema de las feministas: “Nosotras parimos, nosotras decidimos”, aunque repudiable, podría justificarse si lo que se decide no fuese una vida que, aunque dentro del vientre de la gestante, transcurrido el tiempo del embarazo, alumbrará al mundo con los mismos derechos que otro ser humano.

Quienes preconizan esto no tienen en cuenta que el ser que llevan en su vientre no les pertenece. No es una cosa que se pueda adquirir o que, una vez conseguida, se tenga la potestad de desecharla como si se tratase de un objeto.

Los españoles nos hemos conmovido y llenado de horror ante el crimen, difundido por los medios de comunicación, perpetrado por un padre con un niño de dos meses.

Lo mismo de inválido e indefenso ha estado ese niño que el que aún no ha nacido y se le quita la vida. Pero nadie se estremece siquiera ante los miles de asesinatos que se llevan a cabo cada día. Según el El Instituto de Política Familiar, en España se realiza un aborto cada cinco minutos y medio, es decir, 258 cada día.

Durante el año 2017, según los datos estadísticos conocidos, en España se realizaron 94.123 abortos, 922, más que en 2016. Los que se llevan a cabo sin ser controlados estadísticamente, los desconocemos.

Ha habido una especie de “omertá” por parte de todos los medios de comunicación sobre la reciente ley del aborto aprobada en Nueva York el pasado 22 de enero, por la que se permite el aborto durante todo el embarazo y que sea realizado no sólo por médicos, sino por otros profesionales de la salud, como practicantes o médicos asistentes.

Como se trata de un hecho criminal, aunque permitido por la Ley, en nuestro País no se han aireado ni se le ha dado cobertura mediática. Es una noticia que “no vende”por el horror que pueda producir.

En contra de estas muertes legalizadas, tenemos en España más de 50.000 padres que desean adoptar a un menor y que no lo pueden llevar a cabo a causa de las trabas y dificultades legales que se lo impiden.

Los abortos se podrían eliminar si hubiese voluntad política para ello, sólo con prestar ayuda estatal a las madres gestantes y, una vez ocurrido el parto, entregarle la nueva criatura a cualquiera de los tantos padres que desean adoptar, pero para eso no tiene dinero el Estado, sí para despilfarrarlo en tantas cosas inútiles y, en muchos casos, inconfesables.

Pero esa determinación restaría votos a los políticos que quisiesen ponerla en práctica. De todas manearas a quien impunemente se asesina no tiene voz ni medios para defenderse. Es el ser más desvalido y desprotegido de toda la Humanidad. Aún no ha nacido ¿quien se expondrá a defenderlo?

El asesinato legalizado

“Nosotras parimos, nosotras decidimos”, aunque repudiable, podría justificarse si lo que se decide no fuese una vida
Manuel Villegas
miércoles, 30 de enero de 2019, 09:35 h (CET)

Horrible, horrendo, execrable, inhumano, aborrecible.., todos los calificativos peyorativos y despectivos que usemos son pocos para describir la inenarrable e inconfesable acción que se comete contra el ser más indefenso de la naturaleza: el no nato.


Está universalmente aceptado que el asesinato es una forma de homicidio que constituye un delito contra el bien jurídico de una persona física, que consiste en matar a un ser humano incurriendo en ciertas circunstancias específicas, como la alevosía, el precio, la recompensa, la promesa o el ensañamiento.

Veamos si en este abominable crimen se dan las circunstancias mencionadas: Se perpetra con alevosía ya que según el Derecho esta circunstancia se da cuando quien comete un delito contra las personas lo lleva a cabo mediante la traición y pone los medios para asegurarse su ejecución, sin exponerse a peligro.

Quien ejecuta un aborto no se expone a daño alguno, ya que la persona que sufre el mal, es decir, la muerte, no tiene medios para defenderse, ni puede atacar a quien lo agrede.

El precio y la recompensa se dan por descontados, puesto que el asesino recibe un premio, el costo de su intervención, si se ejecuta en clínicas abortivas, o, caso de que se lleve a cabo en privado, se obtiene la recompensa de eliminar una vida que no se desea, aparte de la retribución que recibe quien lo realiza.

Obviemos la promesa y centrémonos en el ensañamiento. No puede haberlo mayor, dado que, quien lleva a cabo esta monstruosa acción, se deleita causando un daño irreparable a quien no puede defenderse.

Analicemos si el ser que se encuentra en el vientre de una mujer es o no una persona. A este respecto la doctora Mónica López Barahoma, directora de la Cátedra de Bioética Jeròme Lejeune manifiesta: “La ética no puede dar juicios de valor sobre algo que no plantea la ciencia, pero los datos de la ciencia son indiscutibles. Hay vida humana desde que el embrión existe como tal. Lo que pasa es que esta información se toma luego de un lado o de otro. La discusión empieza desde que valoramos si el ser humano puede tener disponibilidad sobre otra vida humana o si vale más la vida de la madre que la del niño. Ahí está la discusión, pero que el embrión es vida humana no es discutible”.

Queda bien claro que el embrión es una vida humana, según la Ciencia, por lo tanto, una persona. Nos queda por dilucidar el espinoso asunto de quien es preferible la madre o la nueva criatura que está por nacer. Jamás hemos de obviar que el aborto es una acción encaminada a poner fin a una vida, que no se justifica que se realice para salvar otra, de igual forma que no se le sacaría el corazón a una persona, cuya muerte se avecina, para trasplantarlo a otra, por muy urgentemente que lo necesite. El lema de las feministas: “Nosotras parimos, nosotras decidimos”, aunque repudiable, podría justificarse si lo que se decide no fuese una vida que, aunque dentro del vientre de la gestante, transcurrido el tiempo del embarazo, alumbrará al mundo con los mismos derechos que otro ser humano.

Quienes preconizan esto no tienen en cuenta que el ser que llevan en su vientre no les pertenece. No es una cosa que se pueda adquirir o que, una vez conseguida, se tenga la potestad de desecharla como si se tratase de un objeto.

Los españoles nos hemos conmovido y llenado de horror ante el crimen, difundido por los medios de comunicación, perpetrado por un padre con un niño de dos meses.

Lo mismo de inválido e indefenso ha estado ese niño que el que aún no ha nacido y se le quita la vida. Pero nadie se estremece siquiera ante los miles de asesinatos que se llevan a cabo cada día. Según el El Instituto de Política Familiar, en España se realiza un aborto cada cinco minutos y medio, es decir, 258 cada día.

Durante el año 2017, según los datos estadísticos conocidos, en España se realizaron 94.123 abortos, 922, más que en 2016. Los que se llevan a cabo sin ser controlados estadísticamente, los desconocemos.

Ha habido una especie de “omertá” por parte de todos los medios de comunicación sobre la reciente ley del aborto aprobada en Nueva York el pasado 22 de enero, por la que se permite el aborto durante todo el embarazo y que sea realizado no sólo por médicos, sino por otros profesionales de la salud, como practicantes o médicos asistentes.

Como se trata de un hecho criminal, aunque permitido por la Ley, en nuestro País no se han aireado ni se le ha dado cobertura mediática. Es una noticia que “no vende”por el horror que pueda producir.

En contra de estas muertes legalizadas, tenemos en España más de 50.000 padres que desean adoptar a un menor y que no lo pueden llevar a cabo a causa de las trabas y dificultades legales que se lo impiden.

Los abortos se podrían eliminar si hubiese voluntad política para ello, sólo con prestar ayuda estatal a las madres gestantes y, una vez ocurrido el parto, entregarle la nueva criatura a cualquiera de los tantos padres que desean adoptar, pero para eso no tiene dinero el Estado, sí para despilfarrarlo en tantas cosas inútiles y, en muchos casos, inconfesables.

Pero esa determinación restaría votos a los políticos que quisiesen ponerla en práctica. De todas manearas a quien impunemente se asesina no tiene voz ni medios para defenderse. Es el ser más desvalido y desprotegido de toda la Humanidad. Aún no ha nacido ¿quien se expondrá a defenderlo?

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