La nota más destacada de este fin de semana futbolístico ha sido, por desgracia, la cantidad de incidentes de público que han acaecido en diversos partidos de Primera División.

Algunos de ellos sucedieron en campos donde viene siendo habitual que ocurran en los últimos tiempos, como el caso del Vicente Calderón (donde el público aplaudió la expulsión de las gradas del Frente Atlético tras una carga policial) o el derby sevillanos, donde es raro el día en que no sucede nada.

Sin embargo, otros sucedieron en estadios donde son poco habituales estos actos, caso de Mendizorroza, con peleas entre aficionados (que por una vez Euskal Telebista no ocultó como hizo en otras ocasiones en pro de la hermandad de aficiones vascas) y Anoeta, donde se exhibió el mismo lema ("Salva muérete") que se pudo ver en San Mamés en la primera vuelta.

Y es que mientras las sanciones a los clubes por estos acontecimientos sean tan ridículas como lo son actualmente, ninguno de ellos se va a tomar en serio nada de esto. A no ser, claro está, que se le acierte a un árbitro en la cabeza y se tenga que repetir un partido importante a puerta cerrada. O que en la reunión veraniega de los clubes para sortear el calendario les dé un ataque de cordura y tomen medidas, pero esto es tan complicado como ver al monstruo del lago Ness.

Así pues, esto es lo que tenemos: clubes permisivos, multas ridículas y descerebrados en abundancia. Con estos ingredientes es difícil hacer otro caldo.