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Antonio Valencia

Defendiendo lo indefendible

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El tema estrella de esta semana que se nos va no ha sido, como cabía esperar, el enésimo partido del siglo Barça-Madrid, ni tampoco el buen papel de nuestros equipos en la Champions League. Han sido, por desgracia y de nuevo, los árbitros.

Y es que la historia ha sido de lo más rocambolesca. Tenemos a una patronal (la Liga de Fútbol Profesional) que paga a unos árbitros por un servicio a través de otra patronal (la Federación, que lo es respecto de los colegiados). Hasta aquí, más o menos, todo puede ser normal aunque un tanto enrevesado.

Pero hete aquí que la LFP descubre que hay un desfase entre el dinero que manda y el que realmente reciben los jueces deportivos (vamos, que se queda dinero por el camino; oficialmente se nos dice que en el Comité de Árbitros) y además, por razones incomprensibles, la Federación devuelve el cheque con el que la Liga pretendía pagar a los trencillas. Y como a éstos no les llegan sus emolumentos, pues se declaran en huelga.

La LFP propone la solución que a cualquier persona con dos dedos de frente se le ocurriría: pagar directamente a los árbitros vía transferencia bancaria a las respectivas cuentas corrientes (o sea, como a cualquier otro trabajador). Bueno, pues no. Dicen los árbitros que no, que ellos tienen que cobrar a través de la Federación. ¿Alguien entiende algo?

Personalmente, entiendo que el Comité Técnico de Árbitros se financiaba (de modo cuanto menos alegal) con este dinero, aligerando así la pesada carga de deudas que arrastra la Federación, con cuantiosas deudas con la AFE y con los futbolistas internacionales españoles. Lo que me parece bastante triste es que los árbitros se presten a este juego, y gente tan seria como Eduardo Iturralde González defiendan lo indefendible: que no es mejor que te paguen directamente en tu cuenta corriente.

Y ahora viene la pregunta del millón: ¿por qué éste numantinismo absurdo contra la Liga, tomando a los clubes y, de rebote, a todos los aficionados como rehenes? La respuesta, como diría el gran Dylan, está en el aire (the answer, my friend, is blowing in the wind...)

Defendiendo lo indefendible

Antonio Valencia
Antonio Valencia
sábado, 1 de abril de 2006, 22:02 h (CET)
El tema estrella de esta semana que se nos va no ha sido, como cabía esperar, el enésimo partido del siglo Barça-Madrid, ni tampoco el buen papel de nuestros equipos en la Champions League. Han sido, por desgracia y de nuevo, los árbitros.

Y es que la historia ha sido de lo más rocambolesca. Tenemos a una patronal (la Liga de Fútbol Profesional) que paga a unos árbitros por un servicio a través de otra patronal (la Federación, que lo es respecto de los colegiados). Hasta aquí, más o menos, todo puede ser normal aunque un tanto enrevesado.

Pero hete aquí que la LFP descubre que hay un desfase entre el dinero que manda y el que realmente reciben los jueces deportivos (vamos, que se queda dinero por el camino; oficialmente se nos dice que en el Comité de Árbitros) y además, por razones incomprensibles, la Federación devuelve el cheque con el que la Liga pretendía pagar a los trencillas. Y como a éstos no les llegan sus emolumentos, pues se declaran en huelga.

La LFP propone la solución que a cualquier persona con dos dedos de frente se le ocurriría: pagar directamente a los árbitros vía transferencia bancaria a las respectivas cuentas corrientes (o sea, como a cualquier otro trabajador). Bueno, pues no. Dicen los árbitros que no, que ellos tienen que cobrar a través de la Federación. ¿Alguien entiende algo?

Personalmente, entiendo que el Comité Técnico de Árbitros se financiaba (de modo cuanto menos alegal) con este dinero, aligerando así la pesada carga de deudas que arrastra la Federación, con cuantiosas deudas con la AFE y con los futbolistas internacionales españoles. Lo que me parece bastante triste es que los árbitros se presten a este juego, y gente tan seria como Eduardo Iturralde González defiendan lo indefendible: que no es mejor que te paguen directamente en tu cuenta corriente.

Y ahora viene la pregunta del millón: ¿por qué éste numantinismo absurdo contra la Liga, tomando a los clubes y, de rebote, a todos los aficionados como rehenes? La respuesta, como diría el gran Dylan, está en el aire (the answer, my friend, is blowing in the wind...)

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