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Lo de La Sexta Noche a palo seco tiene su telenguendengue

Íñigo Errejón y El Topo

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Prisma de izquierda acentuada. Visión dirigida en un sentido. Y un conductor de programa convertido en un moderador especial. En estas circunstancias, comprobado está, viene bien cambiar de canal y suavizarlo con algo distinto. Ayer, buscando compensar lo que La Sexta pudiera pretender que supiéramos de Iñigo Errejón, apareció ‘El topo’, la novela de John le Carré que llevo al cine Tomas Alfredson y que en Méjico titularon ‘El espía que sabía demasiado’.


Casualidad. El espía que sabía demasiado a la vez que una entrevista a Íñigo Errejón. Errejón era noticia. En los medios de comunicación estaba la zapatiesta que había liado en su partido firmando una carta conjunta con la alcaldesa de Madrid, Carmena, sin pedir permiso a nadie. Pablo Iglesias había roto su ocaso paternal para salir a la palestra, dolerse del comportamiento y hacer una crítica suave. Más duros, y con peores formas, otros, Juan Carlos Monedero y Echenique, también habían dado su opinión. Como consecuencia de los cambios de canal, Errejón empezó a mezclarse con los conceptos topo y espía.


En la entrevista, La Sexta optó por dedicarse a contar el hecho, recoger alguna crítica y permitir que el entrevistado vagara por el filo de una situación tan excepcional como la que se produce cuando un diputado de un partido político se salta la disciplina del mismo y pretende que el partido y toda su cúpula plieguen velas y sometan a la organización a su dictado transgresor. Como propio de La Sexta o para llenar las horas del programa, la cosa puede dejarse ahí, como una muestra más de una dinámica informativa que en este caso, como en otros, es mejorable. Sí, pero, acabados programa y película, al repasar la condición de topo o espía y el motivo de la acción de Errejón surgen tres preguntas que es imposible evitar: ¿Por qué se presta a actuar como si fuera un topo? ¿Qué pretende conseguir? ¿Para quien espía?


Para contestar a la primera, hay varias respuestas plausibles: En interés propio. Al servicio de otros. Contribución a una causa. Idealismo... Sin embargo, las posibilidades se condensan cuando se tienen en cuenta su edad (35 años) y una historia personal en la que cobra importancia su concepto del dinero. Con 35 años y una carrera política por delante, el motivo, posible, para que Errejón acepte convertirse en topo puede ser uno cualquiera de los apuntados, o todos juntos. Repasando cómo aceptó su beca y un discurso suyo sobre la financiación del grupo político (Crear y ocupar puestos con los que conseguir sueldos para financiar a compañeros) hay que concluir que en Errejón prima el pragmatismo. O, lo que es lo mismo, cualquiera que sea el motivo que le anime a convertirse en posible topo o espía hay que buscarlo en el pragmatismo, la utilidad para conseguir algo. Llegamos así al segundo interrogante ¿Qué pretende conseguir?, que, unido al primero, sirve de puente con un tercero (¿Para quien espía?), que es quien determina todo. Por qué, para conseguir qué, o para quien.


Repasemos el meollo. Errejón monta el pollo aPablo Iglesias, debilita hasta casi romper el grupo de Podemos que creó; y en su situación diseña o acepta una operación política, personal, de grupo, local, madrileña y nacional como ésta en favor de alguien. Si buscamos ese alguien, en primer lugar aparece quien puede que se quiera que aparezca, una anciana de 74 años con carisma, circunscrita al Ayuntamiento de Madrid y con una carrera política próxima al ocaso. Evidentemente, la alcaldesa Carmena puede ser el acicate que le valga a Errejón para un algo que no puede reducirse a la alcaldía o a la Presidencia de la Comunidad Autónoma de Madrid que se airea. Además de la alcaldesa, apartado de ella y como posibilidad, puede haber un supuesto liderazgo en Podemos, al que acaba de dañar. Pero ese supuesto es imposible. Sus conmilitones, jóvenes de izquierdas, no aceptarían como líder a quien ha dañado la organización sin contar con nadie.


Llegamos así a lo único que puede animar a un joven como Errejón: Ponerse en situación de estar en la carrera, incluso competir, por el liderazgo de una izquierda en caída libre, con el PSOE desnortado, Podemos buscando una identidad que nunca ha terminado de definir sometido al ego de Iglesias, IU con Garzón como el líder más cuestionado de su historia, y otros grupos de la izquierda (mareas, confluencias y otras fuerzas).


En La Sexta, estuvo Íñigo Errejón. El Topo, es un personaje de ficción que creó John le Carré. No por casualidad, porque así estaba programado, con el cambio de canal aparecieron juntos: Íñigo Errejón y El Topo. 

Íñigo Errejón y El Topo

Lo de La Sexta Noche a palo seco tiene su telenguendengue
José Luis Heras Celemín
lunes, 21 de enero de 2019, 08:26 h (CET)

Prisma de izquierda acentuada. Visión dirigida en un sentido. Y un conductor de programa convertido en un moderador especial. En estas circunstancias, comprobado está, viene bien cambiar de canal y suavizarlo con algo distinto. Ayer, buscando compensar lo que La Sexta pudiera pretender que supiéramos de Iñigo Errejón, apareció ‘El topo’, la novela de John le Carré que llevo al cine Tomas Alfredson y que en Méjico titularon ‘El espía que sabía demasiado’.


Casualidad. El espía que sabía demasiado a la vez que una entrevista a Íñigo Errejón. Errejón era noticia. En los medios de comunicación estaba la zapatiesta que había liado en su partido firmando una carta conjunta con la alcaldesa de Madrid, Carmena, sin pedir permiso a nadie. Pablo Iglesias había roto su ocaso paternal para salir a la palestra, dolerse del comportamiento y hacer una crítica suave. Más duros, y con peores formas, otros, Juan Carlos Monedero y Echenique, también habían dado su opinión. Como consecuencia de los cambios de canal, Errejón empezó a mezclarse con los conceptos topo y espía.


En la entrevista, La Sexta optó por dedicarse a contar el hecho, recoger alguna crítica y permitir que el entrevistado vagara por el filo de una situación tan excepcional como la que se produce cuando un diputado de un partido político se salta la disciplina del mismo y pretende que el partido y toda su cúpula plieguen velas y sometan a la organización a su dictado transgresor. Como propio de La Sexta o para llenar las horas del programa, la cosa puede dejarse ahí, como una muestra más de una dinámica informativa que en este caso, como en otros, es mejorable. Sí, pero, acabados programa y película, al repasar la condición de topo o espía y el motivo de la acción de Errejón surgen tres preguntas que es imposible evitar: ¿Por qué se presta a actuar como si fuera un topo? ¿Qué pretende conseguir? ¿Para quien espía?


Para contestar a la primera, hay varias respuestas plausibles: En interés propio. Al servicio de otros. Contribución a una causa. Idealismo... Sin embargo, las posibilidades se condensan cuando se tienen en cuenta su edad (35 años) y una historia personal en la que cobra importancia su concepto del dinero. Con 35 años y una carrera política por delante, el motivo, posible, para que Errejón acepte convertirse en topo puede ser uno cualquiera de los apuntados, o todos juntos. Repasando cómo aceptó su beca y un discurso suyo sobre la financiación del grupo político (Crear y ocupar puestos con los que conseguir sueldos para financiar a compañeros) hay que concluir que en Errejón prima el pragmatismo. O, lo que es lo mismo, cualquiera que sea el motivo que le anime a convertirse en posible topo o espía hay que buscarlo en el pragmatismo, la utilidad para conseguir algo. Llegamos así al segundo interrogante ¿Qué pretende conseguir?, que, unido al primero, sirve de puente con un tercero (¿Para quien espía?), que es quien determina todo. Por qué, para conseguir qué, o para quien.


Repasemos el meollo. Errejón monta el pollo aPablo Iglesias, debilita hasta casi romper el grupo de Podemos que creó; y en su situación diseña o acepta una operación política, personal, de grupo, local, madrileña y nacional como ésta en favor de alguien. Si buscamos ese alguien, en primer lugar aparece quien puede que se quiera que aparezca, una anciana de 74 años con carisma, circunscrita al Ayuntamiento de Madrid y con una carrera política próxima al ocaso. Evidentemente, la alcaldesa Carmena puede ser el acicate que le valga a Errejón para un algo que no puede reducirse a la alcaldía o a la Presidencia de la Comunidad Autónoma de Madrid que se airea. Además de la alcaldesa, apartado de ella y como posibilidad, puede haber un supuesto liderazgo en Podemos, al que acaba de dañar. Pero ese supuesto es imposible. Sus conmilitones, jóvenes de izquierdas, no aceptarían como líder a quien ha dañado la organización sin contar con nadie.


Llegamos así a lo único que puede animar a un joven como Errejón: Ponerse en situación de estar en la carrera, incluso competir, por el liderazgo de una izquierda en caída libre, con el PSOE desnortado, Podemos buscando una identidad que nunca ha terminado de definir sometido al ego de Iglesias, IU con Garzón como el líder más cuestionado de su historia, y otros grupos de la izquierda (mareas, confluencias y otras fuerzas).


En La Sexta, estuvo Íñigo Errejón. El Topo, es un personaje de ficción que creó John le Carré. No por casualidad, porque así estaba programado, con el cambio de canal aparecieron juntos: Íñigo Errejón y El Topo. 

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