Una vez más hay que darle la razón al tantos años alcalde de Jerez de la Frontera, Pedro Pacheco, cuando dijo aquello de que "la justicia es un cachondeo". No se refería, evidentemente, a la justicia deportiva, pero es a ésta a la que mejor se le ajusta dicho calificativo.

Y es que sancionar con 3.000 euros de multa todo lo que sucedió el jueves en el Vicente Calderón sólo se puede interpretar como una burla, como que los comités piensan que los ciudadanos somos unos tontos que no hemos visto volar botellas de cristal y botellines de plástico llenos de líquidos a escasos metros de jugadores profesionales de fútbol

Claro que tampoco debemos sorprendernos por estas cosas. Si tenemos en cuenta el bombardeo al que fue sometido Figo en el Camp Nou, cabeza de cochinillo incluida, y el nulo castigo que sufrió el Barcelona como consecuencia, ya deberíamos tener muy claro de qué va esto.

Es cierto que con la sanción al Valencia se abrió una esperanza de cambio, de mano dura, pero ayer se demostró que todo era un espejismo y que mientras no se le acierte a uno de los árbitros aquí no pasa nada, e incluso cuando pasa se le saluda, que diría José María García.

Y una última cuestión. ¿Para qué hay cámaras en los estadios? El autor del monedazo de Mestalla no ha sido localizado, como tampoco lo han sido los lanzadores del Manzanares. ¿Desidia? ¿Encubrimiento por parte de los clubes? Todo es posible en el fútbol español.