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Antonio Valencia

El ocaso del fútbol vasco

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El otro poderoso fútbol vasco vive esta temporada momentos de zozobra. A los apuros que están pasando los clubes militantes en Primera División se suma el más que probable descenso del Eibar a Segunda División B y el casi seguro de cuatro o cinco equipos de Segunda B a Tercera.

Las razones de esta escabechina son diversas en cada categoría. En Primera el Alavés se puede considerar un equipo "ascensor", el Athletic está pasando el año malo que todos los equipos de cantera pasan cada década y la Real lleva instalada algunos años en esa zona peligrosa de la tabla clasificatoria (salvo la temporada que casi gana la Liga) y este año se han sumado problemas económicos a los estrictamente deportivos.

En las otras categorías las razones son puramente económicas. En la superprofesionalizada Segunda División de hoy en día, un equipo con jugadores provenientes de Segunda B y Tercera y sueldos de esas categorías no puede mantenerse por mucho tiempo, y ha sido un logro digno de figurar en los libros de historia el de estar tantos años en la División de Plata.

Por su parte, los conjuntos vascos de Segunda B pagan su falta de potencia presupuestaria frente a conjuntos capitalinos como Salamanca, Cultural Leonesa, Oviedo o Burgos. Son equipos, en general, de pequeñas localidades vascas (Zalla, Durango, Portugalete, Amurrio) con escaso número de socios y poca capacidad de generar ingresos en comparación con sus rivales. La excepción a esta norma la constituye el Barakaldo, antes habitual de las eliminatorias de ascenso y ahora rondando el descenso por mor de una nefasta gestión económica.

En lo puramente deportivo, algo que se nota en estos equipos de Segunda y Segunda B es que prima más el aspecto físico que el técnico en el juego del equipo. Tan sólo el Eibar se salió de este guión bajo la batuta de Mendilibar la temporada pasada y Amorrortu la anterior, pero la tónica general es de fútbol directo y de contacto, al que el fútbol de calidad de sus rivales se impone con relativa facilidad.

Curiosamente, este es el tipo de fútbol que demanda el aficionado de Euskadi en los momentos complicados (y a menudo también en los no tan complicados), frente al de calidad que personalizarían jugadores como Yeste, que son los que deben marcar diferencias. Pero ya se sabe que en el fútbol el cliente no suele tener la razón.

El ocaso del fútbol vasco

Antonio Valencia
Antonio Valencia
martes, 21 de marzo de 2006, 22:14 h (CET)
El otro poderoso fútbol vasco vive esta temporada momentos de zozobra. A los apuros que están pasando los clubes militantes en Primera División se suma el más que probable descenso del Eibar a Segunda División B y el casi seguro de cuatro o cinco equipos de Segunda B a Tercera.

Las razones de esta escabechina son diversas en cada categoría. En Primera el Alavés se puede considerar un equipo "ascensor", el Athletic está pasando el año malo que todos los equipos de cantera pasan cada década y la Real lleva instalada algunos años en esa zona peligrosa de la tabla clasificatoria (salvo la temporada que casi gana la Liga) y este año se han sumado problemas económicos a los estrictamente deportivos.

En las otras categorías las razones son puramente económicas. En la superprofesionalizada Segunda División de hoy en día, un equipo con jugadores provenientes de Segunda B y Tercera y sueldos de esas categorías no puede mantenerse por mucho tiempo, y ha sido un logro digno de figurar en los libros de historia el de estar tantos años en la División de Plata.

Por su parte, los conjuntos vascos de Segunda B pagan su falta de potencia presupuestaria frente a conjuntos capitalinos como Salamanca, Cultural Leonesa, Oviedo o Burgos. Son equipos, en general, de pequeñas localidades vascas (Zalla, Durango, Portugalete, Amurrio) con escaso número de socios y poca capacidad de generar ingresos en comparación con sus rivales. La excepción a esta norma la constituye el Barakaldo, antes habitual de las eliminatorias de ascenso y ahora rondando el descenso por mor de una nefasta gestión económica.

En lo puramente deportivo, algo que se nota en estos equipos de Segunda y Segunda B es que prima más el aspecto físico que el técnico en el juego del equipo. Tan sólo el Eibar se salió de este guión bajo la batuta de Mendilibar la temporada pasada y Amorrortu la anterior, pero la tónica general es de fútbol directo y de contacto, al que el fútbol de calidad de sus rivales se impone con relativa facilidad.

Curiosamente, este es el tipo de fútbol que demanda el aficionado de Euskadi en los momentos complicados (y a menudo también en los no tan complicados), frente al de calidad que personalizarían jugadores como Yeste, que son los que deben marcar diferencias. Pero ya se sabe que en el fútbol el cliente no suele tener la razón.

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