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“En términos penales, los separatistas catalanes han pasado de la sedición a la rebelión, habiendo quedado ambos gravísimos delitos por completo impunes.” Enrique de Diego

España prerrevolucionaria. Cataluña precisa, urgentemente, la aplicación del 155

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¿Cuánto de la integridad de España y del bienestar de la ciudadanía piensa sacrificar el señor Pedro Sánchez, para satisfacer su afán desmedido de poder y su obtusa visión de lo que, verdaderamente, le conviene a nuestra nación? He aquí la pregunta que deberíamos hacernos los españoles ante las perspectivas de que, el actual presidente del Gobierno de España, tire por la borda todo lo que se ha hecho en defensa de la unidad del país, cediendo ante las exigencias de aquellos que no tuvieron el más mínimo reparo en desafiar al Gobierno del Estado español, planteando la exigencia de que deseaban, sí o sí, que se les concediese la independencia de esta parte fundamental de la nación española que es Cataluña, para constituirse en una nación independiente.


Estos días pasados hemos tenido ocasión de comprobar que, todo aquello que intentaban hacernos creer los independentistas catalanes de que se trataba de una revolución “blanda”, sin violencia ni alharacas, sino en un tono festivo y reivindicativo, se ha esfumado cuando se les ha dado paso a los revolucionarios de la CDR, con sus matones y chantajistas, para que actuaran en nombre de aquellos que pretenden instaurar la república catalana, inspirada por Puigdemont y Torra, como paso previo a lo que ellos estiman posible: la independencia de la autonomía catalana. Sueños utópicos que, no obstante, han dado un sesgo muy peligroso a las reivindicaciones catalanas que, hasta ahora, salvo las algaradas del 1 de octubre del 2017, habían intentado mantener un perfil bajo de violencia, para no espantar al resto de Europa, a la que pretendían convencer de que eran unos demócratas que pedían lo que, en Justicia, decían que se les debía. La violencia engendra violencia, dice la Biblia, y esta frase se ha venido repitiendo sin que, por lo visto, haya llegado a los oídos de aquellos que piensan que utilizándola van a conseguir doblegar al Estado de derecho.


Violencia universitaria. Por desgracia, hace ya bastante tiempo que, tanto en las escuelas públicas como en las universidades estatales, la enseñanza que en ellas se practica, lejos de la objetividad que se les debería pedir a profesores y catedráticos, se centra en el adoctrinamiento, la violencia contra aquellos alumnos que no quieren integrarse en las mafias comunistas que dominan las aulas, las bandas agresoras que imponen el terror entre aquellos que siguen pensando que, a la universidad, se va para aprender y no para reclutar guerrilleros para la revolución anticapitalista. Estos días hemos tenido ocasión de ver la calidad de la enseñanza que se imparte en dichos centros, en el comportamiento incívico, violento, agresivo y fanático de estos cafres que han salido a las calles, en concomitancia con los comunistas bolivarianos que azuzó Pablo Iglesias, en contra de los elegidos para el Parlamento Andaluz de acuerdo con el veredicto de las urnas y según las reglas establecidas por la democracia. Por desgracia, la Universidad Complutense de Madrid, durante muchos años dirigidas por José Carrillo hijo de Santiago Carrillo el que participó activamente en la revolución de Asturias y posteriormente estuvo seriamente implicado en los crímenes republicanos perpetrados en las sacas de las cárceles madrileñas de personas no adeptas a la república, republicanos de derechas, militares y católicos que fueron trasportados en camiones y vilmente masacrados en Paracuellos del Jarama ( Madrid); ha sido uno de los “viveros” de los que han salido individuos tan peligrosos como Pablo Iglesias, Iñigo Errejón o Monedero capaces de introducir en España doctrinas que para lo único que han servido es para que acabáramos metidos en un berenjenal político del que no sabemos a ciencia cierta cómo se va a poder salir.


Violencia de los CDR ( Comités defensa de la República catalana): Desde hace un tiempo y favorecidos y arengados por el propio Torra, han aparecido en la calles y en las carreteras catalanas unos grupos organizados, encapuchados para no ser reconocidos, que son verdaderos expertos en enfrentarse a las fuerzas del orden, poner vallas e interrumpir el tránsito en las carreteras y calles; mostrase violentos con los que intentan evitar sus actuaciones y dispuestos a cometer cualquier destrozo o salvajada con tal de amedrentar a los ciudadanos que no comparten, ni la manera de pensar ni la forma de actuar de semejantes energúmenos. Han tenido especial relevancia sus intervenciones en los enfrentamientos de Terrassa, Tarragona, Paseo de Gracia en Barcelona y Gerona.


Permisividad de los políticos catalanes soberanistas y la Generalitat. Por increíble que nos pudiera parecer, los propios mandos políticos superiores de las fuerzas de orden público catalanas, de la Generalitat,( los mossos), se produce la paradoja de que, cuando en circunstancias extremas, ante posibilidad de enfrentamientos entre los partidarios soberanistas y defensores de la unidad de España, como fue el caso de una manifestación legal de miembros de VOX en la ciudad de Terrassa, que fue atacada por los CDR con la intención de impedir que siguiera su itinerario, lo que obligó a los mossos a intervenir para evitar que ambas manifestaciones pudieran chocar y que, como es fácil deducir, produjo las inevitables cargas policiales con heridos por ambas partes, en mayor número para la policía. Entre los manifestantes parece que dos fueron golpeados y una congresista de la CUP resultó herida por una pelota de goma en la mano. Los heridos de la policía catalana fueron más numerosos.


Lo hiriente, lo verdaderamente grave e incomprensible ha sido que, en unas declaraciones, el señor Buch, Consejero de Interior de la Generalitat, ha manifestado que ( después de negar que hubiera habido cargas policiales en Girona y Terrassa , algo que evidentemente sí sucedió) "hay imágenes que no se acaban de ajustar a los principios que corresponden a una policía democrática" añadiendo,” "Hay imágenes que no gustan ni a la sociedad, ni al cuerpo, ni a mí mismo, ni al presidente, ni al Govern", una forma poco elegante de escurrir el bulto de sus responsabilidades como superior de los mossos en Cataluña que, como era de esperar, ha provocado la pronta respuesta de los mandos de la policía autonómica, protestando enérgicamente por las palabras, evidentemente injustas y sectarias, de su conceller en jefe.


Lo cierto es que se está respirando un aire enrarecido, no sólo en Cataluña, sino en el resto de España (véanse los episodios revolucionarios de Málaga, Granada, Sevilla y Cádiz, provocados por la llamada del señor Pablo Iglesias de que se saliera a las calles para combatir al “fascismo” apelativo que les atribuye, sin prueba alguna, a los señores elegidos del partido VOX) unos ciertos vientos revolucionarios que resultan preocupantes si tenemos en cuenta que, en las manifestaciones que han tenido lugar en la citadas urbes españolas, han participado comunistas bolivarianos, anarquistas, estudiantes y gentes de la calle siempre dispuestas a formar parte de cualquier protesta que tenga lugar contra lo que, ellos, en su simplicidad, califican de “derecha”, siempre en el sentido más peyorativo y sin que hagan distinción entre PP. Ciudadanos o, ahora, los recién llegados al Parlamento andaluz, los neófitos de VOX, a los que meten en un mismo saco, contra el cual cualquier medio de lucha es bien recibido.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, empezamos a temer que los acontecimientos, si el gobierno del señor P.Sánchez se empecina en dejar que el orden público, en España, deje de ser una prioridad; si para sus fines particulares quiere seguir permitiendo a los separatistas catalanes, que vayan abusando de la tolerancia que se les viene dando y si, poseído de una egolatría y cerrazón que no le permitan ver los deletéreos efectos de consentir que regresemos a épocas pretéritas, (que nunca llegamos a pensar que fuera algo que pudiera repetirse) pero que, a la vista de las cosas que están ocurriendo estos días, ya no nos atrevemos a apostar a que, de alguna forma, pudieran llegar a reproducirse. Siempre se ha dicho, cuando se van repitiendo estas alteraciones callejeras, estos enfrentamientos entre unos y otros y con las fuerzas del orden; que esta dejación de funciones de las autoridades o este mirar hacia el otro lado, para no asumir responsabilidades, puede llegar un momento en el que dé lugar a que se produzca, en alguna de dichos enfrentamientos, la primera víctima mortal y, en este caso, con toda seguridad y como ya sucedió antes del 18 de julio de 1936, es muy posible que los esfuerzos que se hagan para evitar que la tensión estalle, ya no sean suficientes para evitar la inevitable escalada de venganzas y contra venganzas, que fueron las que dieron lugar al levantamiento del Ejército de Franco. Una catástrofe que pudiera conducir a nuestro país, si no a una nueva guerra, sí a una situación como la que están viviendo algunos países del cono sur americano. Si Cataluña sigue por la senda que se han marcado los soberanistas es evidente que, quiera o no el señor Sánchez, no va le a quedar otro remedio que aplicarles, de nuevo, el Artº 155 de la vigente Constitución pero, en esta ocasión, sin la blandenguería con la que se utilizó en la anterior ocasión que, evidentemente no sirvió para los fines para los que se había implantado.

España prerrevolucionaria. Cataluña precisa, urgentemente, la aplicación del 155

“En términos penales, los separatistas catalanes han pasado de la sedición a la rebelión, habiendo quedado ambos gravísimos delitos por completo impunes.” Enrique de Diego
Miguel Massanet
sábado, 8 de diciembre de 2018, 12:27 h (CET)

¿Cuánto de la integridad de España y del bienestar de la ciudadanía piensa sacrificar el señor Pedro Sánchez, para satisfacer su afán desmedido de poder y su obtusa visión de lo que, verdaderamente, le conviene a nuestra nación? He aquí la pregunta que deberíamos hacernos los españoles ante las perspectivas de que, el actual presidente del Gobierno de España, tire por la borda todo lo que se ha hecho en defensa de la unidad del país, cediendo ante las exigencias de aquellos que no tuvieron el más mínimo reparo en desafiar al Gobierno del Estado español, planteando la exigencia de que deseaban, sí o sí, que se les concediese la independencia de esta parte fundamental de la nación española que es Cataluña, para constituirse en una nación independiente.


Estos días pasados hemos tenido ocasión de comprobar que, todo aquello que intentaban hacernos creer los independentistas catalanes de que se trataba de una revolución “blanda”, sin violencia ni alharacas, sino en un tono festivo y reivindicativo, se ha esfumado cuando se les ha dado paso a los revolucionarios de la CDR, con sus matones y chantajistas, para que actuaran en nombre de aquellos que pretenden instaurar la república catalana, inspirada por Puigdemont y Torra, como paso previo a lo que ellos estiman posible: la independencia de la autonomía catalana. Sueños utópicos que, no obstante, han dado un sesgo muy peligroso a las reivindicaciones catalanas que, hasta ahora, salvo las algaradas del 1 de octubre del 2017, habían intentado mantener un perfil bajo de violencia, para no espantar al resto de Europa, a la que pretendían convencer de que eran unos demócratas que pedían lo que, en Justicia, decían que se les debía. La violencia engendra violencia, dice la Biblia, y esta frase se ha venido repitiendo sin que, por lo visto, haya llegado a los oídos de aquellos que piensan que utilizándola van a conseguir doblegar al Estado de derecho.


Violencia universitaria. Por desgracia, hace ya bastante tiempo que, tanto en las escuelas públicas como en las universidades estatales, la enseñanza que en ellas se practica, lejos de la objetividad que se les debería pedir a profesores y catedráticos, se centra en el adoctrinamiento, la violencia contra aquellos alumnos que no quieren integrarse en las mafias comunistas que dominan las aulas, las bandas agresoras que imponen el terror entre aquellos que siguen pensando que, a la universidad, se va para aprender y no para reclutar guerrilleros para la revolución anticapitalista. Estos días hemos tenido ocasión de ver la calidad de la enseñanza que se imparte en dichos centros, en el comportamiento incívico, violento, agresivo y fanático de estos cafres que han salido a las calles, en concomitancia con los comunistas bolivarianos que azuzó Pablo Iglesias, en contra de los elegidos para el Parlamento Andaluz de acuerdo con el veredicto de las urnas y según las reglas establecidas por la democracia. Por desgracia, la Universidad Complutense de Madrid, durante muchos años dirigidas por José Carrillo hijo de Santiago Carrillo el que participó activamente en la revolución de Asturias y posteriormente estuvo seriamente implicado en los crímenes republicanos perpetrados en las sacas de las cárceles madrileñas de personas no adeptas a la república, republicanos de derechas, militares y católicos que fueron trasportados en camiones y vilmente masacrados en Paracuellos del Jarama ( Madrid); ha sido uno de los “viveros” de los que han salido individuos tan peligrosos como Pablo Iglesias, Iñigo Errejón o Monedero capaces de introducir en España doctrinas que para lo único que han servido es para que acabáramos metidos en un berenjenal político del que no sabemos a ciencia cierta cómo se va a poder salir.


Violencia de los CDR ( Comités defensa de la República catalana): Desde hace un tiempo y favorecidos y arengados por el propio Torra, han aparecido en la calles y en las carreteras catalanas unos grupos organizados, encapuchados para no ser reconocidos, que son verdaderos expertos en enfrentarse a las fuerzas del orden, poner vallas e interrumpir el tránsito en las carreteras y calles; mostrase violentos con los que intentan evitar sus actuaciones y dispuestos a cometer cualquier destrozo o salvajada con tal de amedrentar a los ciudadanos que no comparten, ni la manera de pensar ni la forma de actuar de semejantes energúmenos. Han tenido especial relevancia sus intervenciones en los enfrentamientos de Terrassa, Tarragona, Paseo de Gracia en Barcelona y Gerona.


Permisividad de los políticos catalanes soberanistas y la Generalitat. Por increíble que nos pudiera parecer, los propios mandos políticos superiores de las fuerzas de orden público catalanas, de la Generalitat,( los mossos), se produce la paradoja de que, cuando en circunstancias extremas, ante posibilidad de enfrentamientos entre los partidarios soberanistas y defensores de la unidad de España, como fue el caso de una manifestación legal de miembros de VOX en la ciudad de Terrassa, que fue atacada por los CDR con la intención de impedir que siguiera su itinerario, lo que obligó a los mossos a intervenir para evitar que ambas manifestaciones pudieran chocar y que, como es fácil deducir, produjo las inevitables cargas policiales con heridos por ambas partes, en mayor número para la policía. Entre los manifestantes parece que dos fueron golpeados y una congresista de la CUP resultó herida por una pelota de goma en la mano. Los heridos de la policía catalana fueron más numerosos.


Lo hiriente, lo verdaderamente grave e incomprensible ha sido que, en unas declaraciones, el señor Buch, Consejero de Interior de la Generalitat, ha manifestado que ( después de negar que hubiera habido cargas policiales en Girona y Terrassa , algo que evidentemente sí sucedió) "hay imágenes que no se acaban de ajustar a los principios que corresponden a una policía democrática" añadiendo,” "Hay imágenes que no gustan ni a la sociedad, ni al cuerpo, ni a mí mismo, ni al presidente, ni al Govern", una forma poco elegante de escurrir el bulto de sus responsabilidades como superior de los mossos en Cataluña que, como era de esperar, ha provocado la pronta respuesta de los mandos de la policía autonómica, protestando enérgicamente por las palabras, evidentemente injustas y sectarias, de su conceller en jefe.


Lo cierto es que se está respirando un aire enrarecido, no sólo en Cataluña, sino en el resto de España (véanse los episodios revolucionarios de Málaga, Granada, Sevilla y Cádiz, provocados por la llamada del señor Pablo Iglesias de que se saliera a las calles para combatir al “fascismo” apelativo que les atribuye, sin prueba alguna, a los señores elegidos del partido VOX) unos ciertos vientos revolucionarios que resultan preocupantes si tenemos en cuenta que, en las manifestaciones que han tenido lugar en la citadas urbes españolas, han participado comunistas bolivarianos, anarquistas, estudiantes y gentes de la calle siempre dispuestas a formar parte de cualquier protesta que tenga lugar contra lo que, ellos, en su simplicidad, califican de “derecha”, siempre en el sentido más peyorativo y sin que hagan distinción entre PP. Ciudadanos o, ahora, los recién llegados al Parlamento andaluz, los neófitos de VOX, a los que meten en un mismo saco, contra el cual cualquier medio de lucha es bien recibido.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, empezamos a temer que los acontecimientos, si el gobierno del señor P.Sánchez se empecina en dejar que el orden público, en España, deje de ser una prioridad; si para sus fines particulares quiere seguir permitiendo a los separatistas catalanes, que vayan abusando de la tolerancia que se les viene dando y si, poseído de una egolatría y cerrazón que no le permitan ver los deletéreos efectos de consentir que regresemos a épocas pretéritas, (que nunca llegamos a pensar que fuera algo que pudiera repetirse) pero que, a la vista de las cosas que están ocurriendo estos días, ya no nos atrevemos a apostar a que, de alguna forma, pudieran llegar a reproducirse. Siempre se ha dicho, cuando se van repitiendo estas alteraciones callejeras, estos enfrentamientos entre unos y otros y con las fuerzas del orden; que esta dejación de funciones de las autoridades o este mirar hacia el otro lado, para no asumir responsabilidades, puede llegar un momento en el que dé lugar a que se produzca, en alguna de dichos enfrentamientos, la primera víctima mortal y, en este caso, con toda seguridad y como ya sucedió antes del 18 de julio de 1936, es muy posible que los esfuerzos que se hagan para evitar que la tensión estalle, ya no sean suficientes para evitar la inevitable escalada de venganzas y contra venganzas, que fueron las que dieron lugar al levantamiento del Ejército de Franco. Una catástrofe que pudiera conducir a nuestro país, si no a una nueva guerra, sí a una situación como la que están viviendo algunos países del cono sur americano. Si Cataluña sigue por la senda que se han marcado los soberanistas es evidente que, quiera o no el señor Sánchez, no va le a quedar otro remedio que aplicarles, de nuevo, el Artº 155 de la vigente Constitución pero, en esta ocasión, sin la blandenguería con la que se utilizó en la anterior ocasión que, evidentemente no sirvió para los fines para los que se había implantado.

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