En su momento la desaparición de las famosas recusaciones arbitrales fue interpretado, en general, como una mayor democratización de la organización del fútbol hispano, un mayor respeto al estamento arbitral y a su relativa independencia.

Sin embargo, pasados varios años ya después de la eliminación de esta medida, uno se plantea muy seriamente la conveniencia de recuperar esta figura. Y no hay que mirar más que a los varios errores, de diferente calado, que nuestros trencillas cometieron en este último fin de semana ‘del árbitro’.

Por ejemplo: el Athletic Club está teniendo una suerte horrorosa, por ser generosos, con Megía Dávila; el colegiado madrileño completó una actuación ciertamente lamentable el pasado domingo en La Catedral, con un criterio tan severo a la hora de amonestar que luego tampoco tuvo el valor de mantener, a riesgo de quedarse sólo en el campo, claro, leyes de la ventaja mal dadas …

A uno le vino de repente a la memoria alguna de las exhibiciones de García de Loza, sobre todo de una a semifinal de Copa , con toda la Policía desplegada en el campo, algo inaudito en San Mamés, del cirio que se montó.

El caso es que los errores de este árbitro pasan por ser varios y continuados durante las últimas campañas cada vez que pita a los bilbaínos; uno se acuerda especialmente de un choque de Kovacevic en el área pequeña con Imanol Etxeberria cuando éste cogía el balón que se llevó a éste por delante y donde no pitó nada (min.93); el balón rechazado acabó en gol… increíble.

Quien más quien menos tiene una ‘bestia negra’ en el arbitraje, un colegiado al que desearían no ver ni en pintura, con razón o sin razón. Nadie duda de la imparcialidad y nivel aceptable en general de nuestros colegiados, pero entiendo que se le debe conceder a los clubes la posibilidad de elegir qué arbitro desean no dirija ninguno de sus encuentros.

Limitarlo a uno o a dos, que se haga público o que sea confidencial, o que un colegiado no pueda estar recusado por más de X clubes a la vez, eso ya es cuestión de discutirlo. Creo que lo más oportuno sería mantener una cierta privacidad y prudencia al respecto.

Algún club igual también pide poder ‘elegir’ más que ‘recusar’; por ejemplo, Osasuna parece claro que ejercitaría ese derecho con Pérez Lasa, de lo bien que le va cada vez que les pita. Pero no, en todo caso las designaciones deben seguir siendo cuestión del Comité de Árbitros, en persona o por ordenador; de otra manera, su independencia quedaría seriamente afectada.

Si los criterios de selección son justos y responden a parámetros objetivos, como parece, uno es partidario de la elección personal antes que del ordenador. Como también lo es de poder escuchar con más frecuencia las opiniones de los árbitros en los medios de comunicación, como hacen entrenadores, presidentes o jugadores. No pasaría nada malo, habría más transparencia y los aficionados entenderían mejor ciertas decisiones.