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¿Tampoco descalificar por idearios?

Para Marius Carol “no vale todo”

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Resulta impresionante ver hasta donde son capaces de llegar algunos periodistas con tal de atacar a aquellos que consideran que pueden constituir un peligro para quienes ellos defienden; aquellos de que, posiblemente, dependen para sostener sus periódicos y de los que reciben sustanciosas contribuciones económicas para tenerlos contentos, garantizarse su fidelidad y convertirlos en sus portavoces (aquello que antes se conocía como “la voz de su amo”), cuando precisen utilizarlos en favor de sus propios intereses y peripecias políticas…


El periódico La Vanguardia, de Cataluña, es la muestra más adecuada para poner un ejemplo de aquellos a los que nos hemos referido en el párrafo anterior. El grupo Godó sabe navegar perfectamente a favor del viento y su habilidad para evitar el viento de costado o las corrientes adversas, se ha convertido en algo tan conocido que hasta es posible que, algún día, se considere una asignatura obligatoria para los estudiantes de periodismo. Que a tal empresario le debe corresponder un director digno de sus habilidades para sobrevivir en este complicado mundo de la información, es algo que a nadie pudiera extrañar y, por eso, todos los sucesivos directores que han pasado por La Vanguardia siempre se han venido caracterizando por saber comer carne cuando a la Dirección le ha convenido y comer pescado cuando la dirección ha decidido que tenía que acudir a los frutos del mar. Ahora le ha tocado el turno al señor Marius Carol, una persona que, al principio, cuando se estrenó en el cargo de director del rotativo, algunos pensamos que tendría un comportamiento distinto al de sus predecesores. Nos equivocamos.


No ha sido así y tenemos que reconocer que ha seguido con una dedicación digna de encomio, todos los consejos, indicaciones, órdenes o sugerencias de sus superiores del grupo Godó. Algunos pensamos que, el hecho de ser un rotativo que pertenecía a un grupo aristocrático, supuestamente conservador, relacionado con toda la burguesía catalana y que, tradicionalmente, al menos durante muchos años, fue considerado de derechas (derechas catalanas por supuesto, como el caso del señor Jordi Pujol, médico y banquero) ¡Tendrían que haber visto ustedes las portadas del diario de los Godó, mostrando su entusiasmo ante la entrada de las tropas de Franco en Barcelona en el 26 de enero de 1939; las muestras de adhesión y los panegíricos en alabanza de los libertadores de la opresión ( aquello sí fue opresión y dictadura totalitaria) de aquel comunismo y anarquismo que fueron los que habían matado de hambre al apoblación de Cataluña y que fueron culpables de los miles de muertes de frailes, empresarios, católicos y personas que resultaban incómodas a aquella turba de matarifes, a los que la Generalitat del señor Companys permitió que mediante los de la FAI y la CNT se entregaran armas de las que se habían apoderado en el asalto al cuartel de San Andrés el 19 de julio, al populacho que se las pedían. Nada más iniciada la Guerra Civil, en la ciudad de Barcelona, se implantó el terror que vino de las manos de las Milicias Antifexistes y el Frente Popular.


Lo cierto es que, por aquello de que las veletas giran siempre en favor del viento que sopla, los señores directivos de La Vanguardia, en algunas ocasiones con algunos problemas económicos, supieron encontrar la fuente de ayuda que precisaban consiguiendo que la Generalitat, a los principios de esta revolución del catalanismo, unas actividades que mantuvieron en secreto durante mucho tiempo, en la que se empezaron a formar los grupos de propaganda, difusión, captación de prosélitos y organizadores de las primeras escaramuzas de los catalanistas en contra del Estado español; aprovecharon la corriente de la lucha lingüísticas a favor de la inmersión en la lengua catalana, para conseguir una importante “ayuda” que creemos recordar que podría alcanzar los treinta millones anuales, para que se imprimiera una edición del periódico en lengua catalana. Más tarde se dice que, a cambio de propaganda institucional y otros favores editoriales, La Vanguardia ha venido recibiendo otras ayudas que, sin duda, han sido muy bien recibidas por los aristócratas Godó, que han preferido sanear las finanzas del grupo que mantenerse fieles a la monarquía española.


El actual director del diario catalán y catalanista, el señor Marius Carol, no parece que haya tenido muchos remilgos a la hora de darle el giro radical hacia el más puro separatismo, utilizando para ello, no sólo el Editorial de la publicación, sino que se ha valido de una serie de columnistas y articulistas, encabezados por la señora Pilar Rahola, el ejemplo más claro del fanatismo, la tergiversación histórica, la radicalidad contra todo lo que huela a España y a español y la nacionalista del catalanismo más acérrima que se pudiera encontrar que, no obstante, no duda en criticar y mofarse de lo que para ella es el colmo de la estupidez de los españoles “ su apego a la patria española”. Claro que rodeado de semejante compañía, el señor Carol no ha podido evitar el contagiarse de tanto adoctrinamiento, de tantas fake news, ya que ahora se ha puesto de moda esta expresión inglesa, de tantos compromisos con la élite del catalanismo institucional y de todos aquellos que han convertido, a sus partidos, en verdaderos depredadores encargados de acabar con lo que ellos ( para el señor Puigdemont, en su retiro dorado de Bélgica, en Waterloo, rodeado de su guardia de corps y gastándose alegremente el dinero que le envían de las colectas que les hacen a los infelices que siguen creyendo que este proyecto anticonstitucional va a conseguir sus objetivos con éxito; el utilizar el término “opresión”, cuando habla del Estado español ya se ha convertido en una faceta más de su carácter de prófugo de la justicia) se trata de una invasión de los españoles que pretenden desalojarlos de ella y suprimir, de un plumazo, su lengua el catalán; cuando la realidad es que nunca ha existido, desde que estamos en democracia, ninguna política estatal, ni con el PP ni con los socialistas, ni ninguna actitud por parte de la Administración Pública, que fuera en contra de sus libertades en cuestión de la lengua y, a cambio, sí se han puesto en las escuelas catalanas mil obstáculos para que, los que quisieran estudiar en castellano lo pudieran hacer y siguen en ello.


Hoy, el señor Marius Carol, en su editorial, nos habla de que “no vale todo” en referencia a la sorpresa de la aparición de VOX con sus doce escaños para el Parlamento Andaluz. Se lamenta de que el PP y Ciudadanos se encuentren ante el dilema de que quizá, si quieren evitar que los socialistas sigan ocupando el poder en Andalucía otros 36 años, se vean “obligados” a pactar con los señores de VOX, a los que las izquierdas ya se han encargado de presentarlos como el peor mal que le pudiera ocurrir a España, olvidándose de que lo peor que le ha ocurrido a España y por este orden fue la lamentable legislatura en la que Zapatero estuvo al poder y, de paso, se dedicó a lo que sabe hacer a la perfección: arruinar al país hasta el extremo de que tuvo que marcharse con el rabo entre piernas porque no se veía capaz de tomar las decisiones que después tuvo que tomar Rajoy y, con ello, verse enfrentado a la crisis peor a la que un directivo puede tener que hacerlo y, por otra parte, la llegada del comunismo bolivariano a la política española. Habla de Valls, al que por cierto no acogieron con demasiada simpatía cuando decidió presentarse para la alcaldía de Barcelona, aprovechándose de que dicho señor se tomó una libertad, sabiendo que depende en todo de Ciudadanos, de adelantarse para poner en dificultades a Rivera, manifestando completamente en contra de una alianza de Ciudadanos con VOX. Un error que quizá le vaya a costar la pérdida de apoyo, desde la derecha, para su pretensión de hacerse con el municipio de Barcelona.


Yo le preguntaría al señor Carol, un gran periodista pero, evidentemente, entregado de propia voluntad o por imperativo de sus jefes, a la causa independentista catalana si, de verdad, se hubiera manifestado tan en contra, respecto a las alianzas de los separatistas con Podemos para que, entre ambos, compincharse para ir en contra del legítimo, constitucional, democrático y único Estado español; pretendiendo, incumpliendo todas las leyes y basándose en argumentos falaces y espurios, romper a la nación española sólo porque, a la mitad de ciudadanos catalanes, se les ha pasado por la cabeza contradecir al resto de España y rebelarse en contra de las leyes que ellos mismos se dieron cuando, hace hoy cuarenta años, se dieron una Constitución, a la que un 90% de los catalanes se comprometió a obedecer.


Se olvida, el señor Caro, que los señores de VOX, a los que no he votado en ninguna ocasión, no han infringido ningún artículo de la Constitución, lo que no pueden decir los políticos catalanes a los que tanto defiende su periódico. El hecho de que estén convencidos de que las autonomías ha sido uno de los peores negocios que pudiera haber decidido el pueblo español, no es que signifique que no se acata la Carta Magna porque, si fuera sí,seríamos muchos millones de españoles los que deberían ser rechazados por anti-consticionalistas. Hoy parece ser que nadie tiene derecho a tener otras ideas políticas que no sean de izquierdas, cualesquiera fueran éstas. Cuando uno escucha los proyectos sobre economía e inversiones públicas, del señor Pablo Iglesias, sobre lo que debería hacerse en España le cogen ganas de empezar a gritar reclamando la vuelta de la sensatez a las filas de los políticos españoles. Cuando vemos en lo que se ha convertido el feminismo, lejos de unas reclamaciones sensatas de igualdad y observamnos que la propaganda de este feminismo radical, de lucha abierta contra los varones, de pretensiones de sacar ventaja de su sexo, de petición de números iguales de mujeres y hombres en las instituciones, sin tener en cuenta la valía, la inteligencia, los conocimientos de cada persona, sea mujer u hombre; y se nos pide que apoyemos semejante barbaridad tenemos derecho a no pensar igual y a oponernos.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos sentimos verdaderamente afectados cuando personas como el señor Carol, de La Vanguardia, se expresan contra VOX con los mismos argumentos que los comunistas bolivarianos cuando, en España, hay muchos municipios y autonomías en los que se han celebrado pactos contra natura entre partidos llamados constitucionalistas ( ahora mismo, el señor P.Sánchez, intenta pactar con Podemos) y el partido comunista de P.Iglesias, un partido que se ha declarado abiertamente en contra de la monarquía, en contra del sistema de gobierno español, en contra de la propia Constitución, una institución que, por cierto, si pudiera se mostraría dispuesto a derogar para sustituirla, seguramente, por un régimen parecido al que actualmente existe en la nació, del que son abiertamente defensores. No, señor Marius Carol, es cierto que no vale todo y mucho menos, como ustedes hacen cada día en su periódico catalán, intentar levantar un muro de odio entre Cataluña y el resto de España, poniéndose claramente de la parte del bando secesionista. No, es cierto que “no vale todo”. 

Para Marius Carol “no vale todo”

¿Tampoco descalificar por idearios?
Miguel Massanet
viernes, 7 de diciembre de 2018, 00:26 h (CET)

Resulta impresionante ver hasta donde son capaces de llegar algunos periodistas con tal de atacar a aquellos que consideran que pueden constituir un peligro para quienes ellos defienden; aquellos de que, posiblemente, dependen para sostener sus periódicos y de los que reciben sustanciosas contribuciones económicas para tenerlos contentos, garantizarse su fidelidad y convertirlos en sus portavoces (aquello que antes se conocía como “la voz de su amo”), cuando precisen utilizarlos en favor de sus propios intereses y peripecias políticas…


El periódico La Vanguardia, de Cataluña, es la muestra más adecuada para poner un ejemplo de aquellos a los que nos hemos referido en el párrafo anterior. El grupo Godó sabe navegar perfectamente a favor del viento y su habilidad para evitar el viento de costado o las corrientes adversas, se ha convertido en algo tan conocido que hasta es posible que, algún día, se considere una asignatura obligatoria para los estudiantes de periodismo. Que a tal empresario le debe corresponder un director digno de sus habilidades para sobrevivir en este complicado mundo de la información, es algo que a nadie pudiera extrañar y, por eso, todos los sucesivos directores que han pasado por La Vanguardia siempre se han venido caracterizando por saber comer carne cuando a la Dirección le ha convenido y comer pescado cuando la dirección ha decidido que tenía que acudir a los frutos del mar. Ahora le ha tocado el turno al señor Marius Carol, una persona que, al principio, cuando se estrenó en el cargo de director del rotativo, algunos pensamos que tendría un comportamiento distinto al de sus predecesores. Nos equivocamos.


No ha sido así y tenemos que reconocer que ha seguido con una dedicación digna de encomio, todos los consejos, indicaciones, órdenes o sugerencias de sus superiores del grupo Godó. Algunos pensamos que, el hecho de ser un rotativo que pertenecía a un grupo aristocrático, supuestamente conservador, relacionado con toda la burguesía catalana y que, tradicionalmente, al menos durante muchos años, fue considerado de derechas (derechas catalanas por supuesto, como el caso del señor Jordi Pujol, médico y banquero) ¡Tendrían que haber visto ustedes las portadas del diario de los Godó, mostrando su entusiasmo ante la entrada de las tropas de Franco en Barcelona en el 26 de enero de 1939; las muestras de adhesión y los panegíricos en alabanza de los libertadores de la opresión ( aquello sí fue opresión y dictadura totalitaria) de aquel comunismo y anarquismo que fueron los que habían matado de hambre al apoblación de Cataluña y que fueron culpables de los miles de muertes de frailes, empresarios, católicos y personas que resultaban incómodas a aquella turba de matarifes, a los que la Generalitat del señor Companys permitió que mediante los de la FAI y la CNT se entregaran armas de las que se habían apoderado en el asalto al cuartel de San Andrés el 19 de julio, al populacho que se las pedían. Nada más iniciada la Guerra Civil, en la ciudad de Barcelona, se implantó el terror que vino de las manos de las Milicias Antifexistes y el Frente Popular.


Lo cierto es que, por aquello de que las veletas giran siempre en favor del viento que sopla, los señores directivos de La Vanguardia, en algunas ocasiones con algunos problemas económicos, supieron encontrar la fuente de ayuda que precisaban consiguiendo que la Generalitat, a los principios de esta revolución del catalanismo, unas actividades que mantuvieron en secreto durante mucho tiempo, en la que se empezaron a formar los grupos de propaganda, difusión, captación de prosélitos y organizadores de las primeras escaramuzas de los catalanistas en contra del Estado español; aprovecharon la corriente de la lucha lingüísticas a favor de la inmersión en la lengua catalana, para conseguir una importante “ayuda” que creemos recordar que podría alcanzar los treinta millones anuales, para que se imprimiera una edición del periódico en lengua catalana. Más tarde se dice que, a cambio de propaganda institucional y otros favores editoriales, La Vanguardia ha venido recibiendo otras ayudas que, sin duda, han sido muy bien recibidas por los aristócratas Godó, que han preferido sanear las finanzas del grupo que mantenerse fieles a la monarquía española.


El actual director del diario catalán y catalanista, el señor Marius Carol, no parece que haya tenido muchos remilgos a la hora de darle el giro radical hacia el más puro separatismo, utilizando para ello, no sólo el Editorial de la publicación, sino que se ha valido de una serie de columnistas y articulistas, encabezados por la señora Pilar Rahola, el ejemplo más claro del fanatismo, la tergiversación histórica, la radicalidad contra todo lo que huela a España y a español y la nacionalista del catalanismo más acérrima que se pudiera encontrar que, no obstante, no duda en criticar y mofarse de lo que para ella es el colmo de la estupidez de los españoles “ su apego a la patria española”. Claro que rodeado de semejante compañía, el señor Carol no ha podido evitar el contagiarse de tanto adoctrinamiento, de tantas fake news, ya que ahora se ha puesto de moda esta expresión inglesa, de tantos compromisos con la élite del catalanismo institucional y de todos aquellos que han convertido, a sus partidos, en verdaderos depredadores encargados de acabar con lo que ellos ( para el señor Puigdemont, en su retiro dorado de Bélgica, en Waterloo, rodeado de su guardia de corps y gastándose alegremente el dinero que le envían de las colectas que les hacen a los infelices que siguen creyendo que este proyecto anticonstitucional va a conseguir sus objetivos con éxito; el utilizar el término “opresión”, cuando habla del Estado español ya se ha convertido en una faceta más de su carácter de prófugo de la justicia) se trata de una invasión de los españoles que pretenden desalojarlos de ella y suprimir, de un plumazo, su lengua el catalán; cuando la realidad es que nunca ha existido, desde que estamos en democracia, ninguna política estatal, ni con el PP ni con los socialistas, ni ninguna actitud por parte de la Administración Pública, que fuera en contra de sus libertades en cuestión de la lengua y, a cambio, sí se han puesto en las escuelas catalanas mil obstáculos para que, los que quisieran estudiar en castellano lo pudieran hacer y siguen en ello.


Hoy, el señor Marius Carol, en su editorial, nos habla de que “no vale todo” en referencia a la sorpresa de la aparición de VOX con sus doce escaños para el Parlamento Andaluz. Se lamenta de que el PP y Ciudadanos se encuentren ante el dilema de que quizá, si quieren evitar que los socialistas sigan ocupando el poder en Andalucía otros 36 años, se vean “obligados” a pactar con los señores de VOX, a los que las izquierdas ya se han encargado de presentarlos como el peor mal que le pudiera ocurrir a España, olvidándose de que lo peor que le ha ocurrido a España y por este orden fue la lamentable legislatura en la que Zapatero estuvo al poder y, de paso, se dedicó a lo que sabe hacer a la perfección: arruinar al país hasta el extremo de que tuvo que marcharse con el rabo entre piernas porque no se veía capaz de tomar las decisiones que después tuvo que tomar Rajoy y, con ello, verse enfrentado a la crisis peor a la que un directivo puede tener que hacerlo y, por otra parte, la llegada del comunismo bolivariano a la política española. Habla de Valls, al que por cierto no acogieron con demasiada simpatía cuando decidió presentarse para la alcaldía de Barcelona, aprovechándose de que dicho señor se tomó una libertad, sabiendo que depende en todo de Ciudadanos, de adelantarse para poner en dificultades a Rivera, manifestando completamente en contra de una alianza de Ciudadanos con VOX. Un error que quizá le vaya a costar la pérdida de apoyo, desde la derecha, para su pretensión de hacerse con el municipio de Barcelona.


Yo le preguntaría al señor Carol, un gran periodista pero, evidentemente, entregado de propia voluntad o por imperativo de sus jefes, a la causa independentista catalana si, de verdad, se hubiera manifestado tan en contra, respecto a las alianzas de los separatistas con Podemos para que, entre ambos, compincharse para ir en contra del legítimo, constitucional, democrático y único Estado español; pretendiendo, incumpliendo todas las leyes y basándose en argumentos falaces y espurios, romper a la nación española sólo porque, a la mitad de ciudadanos catalanes, se les ha pasado por la cabeza contradecir al resto de España y rebelarse en contra de las leyes que ellos mismos se dieron cuando, hace hoy cuarenta años, se dieron una Constitución, a la que un 90% de los catalanes se comprometió a obedecer.


Se olvida, el señor Caro, que los señores de VOX, a los que no he votado en ninguna ocasión, no han infringido ningún artículo de la Constitución, lo que no pueden decir los políticos catalanes a los que tanto defiende su periódico. El hecho de que estén convencidos de que las autonomías ha sido uno de los peores negocios que pudiera haber decidido el pueblo español, no es que signifique que no se acata la Carta Magna porque, si fuera sí,seríamos muchos millones de españoles los que deberían ser rechazados por anti-consticionalistas. Hoy parece ser que nadie tiene derecho a tener otras ideas políticas que no sean de izquierdas, cualesquiera fueran éstas. Cuando uno escucha los proyectos sobre economía e inversiones públicas, del señor Pablo Iglesias, sobre lo que debería hacerse en España le cogen ganas de empezar a gritar reclamando la vuelta de la sensatez a las filas de los políticos españoles. Cuando vemos en lo que se ha convertido el feminismo, lejos de unas reclamaciones sensatas de igualdad y observamnos que la propaganda de este feminismo radical, de lucha abierta contra los varones, de pretensiones de sacar ventaja de su sexo, de petición de números iguales de mujeres y hombres en las instituciones, sin tener en cuenta la valía, la inteligencia, los conocimientos de cada persona, sea mujer u hombre; y se nos pide que apoyemos semejante barbaridad tenemos derecho a no pensar igual y a oponernos.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos sentimos verdaderamente afectados cuando personas como el señor Carol, de La Vanguardia, se expresan contra VOX con los mismos argumentos que los comunistas bolivarianos cuando, en España, hay muchos municipios y autonomías en los que se han celebrado pactos contra natura entre partidos llamados constitucionalistas ( ahora mismo, el señor P.Sánchez, intenta pactar con Podemos) y el partido comunista de P.Iglesias, un partido que se ha declarado abiertamente en contra de la monarquía, en contra del sistema de gobierno español, en contra de la propia Constitución, una institución que, por cierto, si pudiera se mostraría dispuesto a derogar para sustituirla, seguramente, por un régimen parecido al que actualmente existe en la nació, del que son abiertamente defensores. No, señor Marius Carol, es cierto que no vale todo y mucho menos, como ustedes hacen cada día en su periódico catalán, intentar levantar un muro de odio entre Cataluña y el resto de España, poniéndose claramente de la parte del bando secesionista. No, es cierto que “no vale todo”. 

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