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El excelso porcentaje exterior de los rusos (57,7%), así como la notable actuación de Nando de Colo (15 puntos), Clyburn (18) y Higgins (24), impulsa su triunfo y liderazgo en la Euroliga a costa de un Real Madrid falto de acierto y energía en el tramo final.

Los triples del CSKA doblegan al Real Madrid (88-93)

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Cuando confluyen en un mismo escenario Real Madrid y CSKA Moscú resulta un espectáculo sobresaliente. De poder a poder; de líder a líder. De campeón a campeón (10 contra 7 entorchados europeos). El aficionado saboreó uno de esos encuentros marcados en el calendario del curso. El desenlace, sin embargo, tuvo color rojo. El combustible del Real Madrid se agotó antes de tiempo y se añoró la ausencia de Llull, más fuerte que la otra ausencia destacable. La baja de Sergio Rodríguez no tuvo efecto alguno. Amén de los triples, el tridente Nando de Colo, Clyburn y Higgins catapultó al CSKA hacia el triunfo y liderato en solitario de la Euroliga.

Antes de centrarnos en el desenlace, acaecido en el segundo acto (41-38 al descanso), hubo canastas de recuerdo, otros instantes de análisis, y de elogios a un baloncesto ofensivo. Comencemos con Campazzo. El argentino es un diamante. Su maduración ha resultado un verdadero éxito. Sabe cuándo dar velocidad o sosiego al juego. Asume responsabilidades en anotación. No deja un balón suelto ni tampoco abandona su fe. Como muestra su tiro desde más allá del medio campo, sobre la bocina. Nadie le defendió y su tiro acabó embocado. Cerraba el Real Madrid así un cuarto que arrancó siendo un solar y acabó bordando el baloncesto.

Porque de un 3-17 se pasó a un 20-24 (parcial blanco de 17-7) en apenas 3 minutos. El argentino, bien secundado por Ayón y Rudy (otros dos que están de dulce), encauzó una nefasta puesta en escena. Nando de Colo y Clyburn habían golpeado cómodamente a los blancos. Y su defensa maniatado a Tavares y exteriores. Se trató de un ejercicio de plasticidad y sencillez absolutamente magnífica la expuesta por el cuadro ruso.

Enfrente estaba el Real Madrid. Ya sabemos que su fe, y su talento, no sabe de límites. Campazzo no se detuvo tras reconducir ese empiece titubeante. Ni Rudy ni Ayón. Siguieron a lo suyo: defensa asfixiante y certeros en ataque, al tiempo que veloces en las transiciones. El CSKA, con su segunda unidad, se quebró. Tampoco los titulares taparon las heridas y el parcial blanco aumentó: 27-7 (32-24 en el marcador). El Palacio vibraba como en esas noches europeas de prestigio. Como ésta. Acariciando el descanso, Campazzo necesitó aire (18 minutos, 13 puntos y 12 de valoración). Prepelic apenas le dio relevo: tres faltas del tirón. El argentino volvió y sólo tuvo tiempo de dar un pequeño aire al Madrid. De Colo y Clyburn, junto con Peters, reencontraron al CSKA.

De Clyburn a Higgins
Fue la mejor noticia para el CSKA. Habían sobrevivido al huracán Campazzo. Y sustentados en sus hombres inspirados, léase la dupla Clyburn-De Colo, volvieron a gobernar el marcador: 53-59 (superado el ecuador del tercer cuarto). Era un momento de espesura; de medir las acciones. Nadie deseaba descarrilar a la vuelta del descanso. Las defensas se hacían más fuertes; costaba anotar, se anotaba a base de calidad, con escorzos o el defensa encima. Y en ese escenario, el CSKA estuvo más cómodo y acertado. El cuarto iba camino de cerrarse con un panorama contrario al Madrid (55-64), justo con la vuelta de Ayón y Rudy. No tuvieron carrete hasta entonces. Difícil de entender. Como a los árbitros, innecesariamente se hicieron los protagonistas. Lo contrario a Higgins, que se sumó a la causa: 10 puntos en el cuarto. Y éste se cerró con un 61-67.

El clásico europeo se dirimiría en sólo 10 minutos; exigua era la distancia en el marcador, más cuando está el Real Madrid. Ya conocen aquello de su fe. Eso sí, el CSKA sentó bases: tres triples como empiece del cuarto (66-77). Tres acciones aisladas que significaron el cierre prematuro a un notable encuentro. Al Real Madrid le faltó combustible y más recursos a los señalados (ni Causeur, ni Randolph, ni Tavares…). Campazzo, Rudy y Ayón no encontraron aliados más allá del coraje de Reyes. Y enfrente, Higgins (24 puntos, 20 de ellos en el segundo tiempo) tomó definitivamente el relevo a Clyburn. Con esos 10 puntos psicológicos en contra, al Real Madrid (añorando al ausente Llull) le pudo también la tensión, el agobio de los minutos y la exultante efectividad y control del CSKA. Los rusos estuvieron más fuertes en el momento justo, así como en sus porcentajes exteriores: 15 triples de 26 intentos (8 de 22 el Real Madrid). Mejor porcentaje que de 2 puntos (57,7 contra 51,4). En consecuencia, el CSKA ganó en Madrid y lidera la Euroliga.

Los triples del CSKA doblegan al Real Madrid (88-93)

El excelso porcentaje exterior de los rusos (57,7%), así como la notable actuación de Nando de Colo (15 puntos), Clyburn (18) y Higgins (24), impulsa su triunfo y liderazgo en la Euroliga a costa de un Real Madrid falto de acierto y energía en el tramo final.
Rafael Merino
jueves, 29 de noviembre de 2018, 22:54 h (CET)

Cuando confluyen en un mismo escenario Real Madrid y CSKA Moscú resulta un espectáculo sobresaliente. De poder a poder; de líder a líder. De campeón a campeón (10 contra 7 entorchados europeos). El aficionado saboreó uno de esos encuentros marcados en el calendario del curso. El desenlace, sin embargo, tuvo color rojo. El combustible del Real Madrid se agotó antes de tiempo y se añoró la ausencia de Llull, más fuerte que la otra ausencia destacable. La baja de Sergio Rodríguez no tuvo efecto alguno. Amén de los triples, el tridente Nando de Colo, Clyburn y Higgins catapultó al CSKA hacia el triunfo y liderato en solitario de la Euroliga.

Antes de centrarnos en el desenlace, acaecido en el segundo acto (41-38 al descanso), hubo canastas de recuerdo, otros instantes de análisis, y de elogios a un baloncesto ofensivo. Comencemos con Campazzo. El argentino es un diamante. Su maduración ha resultado un verdadero éxito. Sabe cuándo dar velocidad o sosiego al juego. Asume responsabilidades en anotación. No deja un balón suelto ni tampoco abandona su fe. Como muestra su tiro desde más allá del medio campo, sobre la bocina. Nadie le defendió y su tiro acabó embocado. Cerraba el Real Madrid así un cuarto que arrancó siendo un solar y acabó bordando el baloncesto.

Porque de un 3-17 se pasó a un 20-24 (parcial blanco de 17-7) en apenas 3 minutos. El argentino, bien secundado por Ayón y Rudy (otros dos que están de dulce), encauzó una nefasta puesta en escena. Nando de Colo y Clyburn habían golpeado cómodamente a los blancos. Y su defensa maniatado a Tavares y exteriores. Se trató de un ejercicio de plasticidad y sencillez absolutamente magnífica la expuesta por el cuadro ruso.

Enfrente estaba el Real Madrid. Ya sabemos que su fe, y su talento, no sabe de límites. Campazzo no se detuvo tras reconducir ese empiece titubeante. Ni Rudy ni Ayón. Siguieron a lo suyo: defensa asfixiante y certeros en ataque, al tiempo que veloces en las transiciones. El CSKA, con su segunda unidad, se quebró. Tampoco los titulares taparon las heridas y el parcial blanco aumentó: 27-7 (32-24 en el marcador). El Palacio vibraba como en esas noches europeas de prestigio. Como ésta. Acariciando el descanso, Campazzo necesitó aire (18 minutos, 13 puntos y 12 de valoración). Prepelic apenas le dio relevo: tres faltas del tirón. El argentino volvió y sólo tuvo tiempo de dar un pequeño aire al Madrid. De Colo y Clyburn, junto con Peters, reencontraron al CSKA.

De Clyburn a Higgins
Fue la mejor noticia para el CSKA. Habían sobrevivido al huracán Campazzo. Y sustentados en sus hombres inspirados, léase la dupla Clyburn-De Colo, volvieron a gobernar el marcador: 53-59 (superado el ecuador del tercer cuarto). Era un momento de espesura; de medir las acciones. Nadie deseaba descarrilar a la vuelta del descanso. Las defensas se hacían más fuertes; costaba anotar, se anotaba a base de calidad, con escorzos o el defensa encima. Y en ese escenario, el CSKA estuvo más cómodo y acertado. El cuarto iba camino de cerrarse con un panorama contrario al Madrid (55-64), justo con la vuelta de Ayón y Rudy. No tuvieron carrete hasta entonces. Difícil de entender. Como a los árbitros, innecesariamente se hicieron los protagonistas. Lo contrario a Higgins, que se sumó a la causa: 10 puntos en el cuarto. Y éste se cerró con un 61-67.

El clásico europeo se dirimiría en sólo 10 minutos; exigua era la distancia en el marcador, más cuando está el Real Madrid. Ya conocen aquello de su fe. Eso sí, el CSKA sentó bases: tres triples como empiece del cuarto (66-77). Tres acciones aisladas que significaron el cierre prematuro a un notable encuentro. Al Real Madrid le faltó combustible y más recursos a los señalados (ni Causeur, ni Randolph, ni Tavares…). Campazzo, Rudy y Ayón no encontraron aliados más allá del coraje de Reyes. Y enfrente, Higgins (24 puntos, 20 de ellos en el segundo tiempo) tomó definitivamente el relevo a Clyburn. Con esos 10 puntos psicológicos en contra, al Real Madrid (añorando al ausente Llull) le pudo también la tensión, el agobio de los minutos y la exultante efectividad y control del CSKA. Los rusos estuvieron más fuertes en el momento justo, así como en sus porcentajes exteriores: 15 triples de 26 intentos (8 de 22 el Real Madrid). Mejor porcentaje que de 2 puntos (57,7 contra 51,4). En consecuencia, el CSKA ganó en Madrid y lidera la Euroliga.

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