Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Política | Congreso | ERC | PSOE
Ni azar ni nervios descontrolados

Operación serrín y estiércol en el Congreso de los Diputados

|

El rifirrafe en la Sesión nº 159 del Pleno del Congreso de los Diputados, entre Rufián y el ministro Borrell, ha sido buscado. En él hay, debe haber, algo más de lo que se aprecia a simple vista y las cámaras de televisión han recogido: La ‘Operación serrín y estiércol’, una jugada política con intenciones fáciles de prever y efectos aún no conocidos

Para averiguar las intenciones de Rufián y Borrell, veamos la situación antes del rifirrafe. Sólo existía la pregunta presentada al Gobierno para la Sesión de Control “¿Qué valoración hace el Ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de la gestión de su ministerio”. Nada más. Sobre ella, Rufián actuaría. Sobre ella también, el ministro debería responder y replicar. Estos son textos de las intervenciones de ambos:


Rufián: “Señor Borrell, si viniera a los plenos se enteraría de lo que estamos hablando, cada vez que el grupo parlamentario de Ciudadanos nos llame golpistas, le recordaremos los tiros que hay en el techo y les diremos fascistas. Dicho esto, dicho esto, señor Borrell, la verdad es que llevo tiempo queriendo decirle esto. Usted, y míreme bien, usted es el ministro más indigno, usted es el ministro más indigno de la historia de la democracia española; y los ha habido muy indignos. Usted, señor Borrell, no es un ministro, usted es un hooligan, usted es un militante de Sociedad Civil Catalana, una vergüenza para su grupo parlamentario, más que nada porque es una organización de extrema derecha...Tres cosas, señor Borrell. La primera, vergüenza. Le debería dar vergüenza decir que compite con nosotros cuando maneja un presupuesto de 1.500 millones de euros respecto a 60. La diferencia entre usted y un ministro de exteriores se llama Raúl Romeva. Dos, vergüenza que usted se mofe de mi compañero Oriol Junqueras mientras se pudría en una cárcel de Madrid y usted se estaba mofando en un mitín del PSC. Le pido que dimita. Muchas gracias.”

Borrell: “Yo creía que iba a tener la ocasión de intercambiar con usted argumentos sólidos sobre política exterior, pero ya veo que no se trata de eso. Una vez más, señor Rufián, ha vertido usted sobre el hemiciclo esa mezcla de serrín y estiércol que es lo único que es usted capaz de producir... Yo creo que el hemiciclo es el lugar en el que se argumenta con la palabra, no el lugar donde se escupe a los diputados como acaba de ocurrir”.


Esos textos tienen poco de improvisados: Rufián sabía qué iba a decir. Borrel, con el cambio de tono tras su primera frase, también demostró que su respuesta es consecuencia de una táctica preparada.


Además de sus intervenciones, contando con ellos mismos y sus grupos parlamentarios (ERC, PSOE), o sin ellos, hay alrededor de lo ocurrido algunas circunstancias, unas ajenas y otras propias, que merecen ser tenidas en cuenta.

Entre las primeras, está un ambiente previo a la Sesión en el que, entre el fragor político de unos PGE sin aprobar y el olor a Elecciones Generales, aparecía la última ocurrencia del PP a cuenta de la sustitución de los miembros del CGPJ. Pablo Casado y García Egea en entredicho. Ignacio Cosidó en la picota por su metedura de pata en un WhatsApp. Rafael Catalá censurado y en boca de todos (hasta de él mismo). Javier Arenas citado por su segundo apellido (Bocanegra) junto al ‘mor-bo’, candidato popular a las Elecciones Andaluzas (Moreno Bonilla). Y la vuelta de los “viejos clanes” que reaparecen y vuelven a jugar, cada uno a lo suyo.


Entre las propias, las sobrevenidas previsibles: Expulsión de Rufián. Aplauso común de PP, PSOE y Ciudadanos a la expulsión. Reacción de ERC. Y hasta las intervenciones, programadas, de los populares Suárez Lamata y Hernando Fraile con sus preguntas a la ministra de justicia. Y las imprevisibles: Ausencias de Presidente y Vicepresidenta del Gobierno del Hemiciclo (acaso calculado). Protesta de Borrell por un escupitajo supuesto, o no, de Jordi Salvador. Reacción de ERC. El lastre oratorio de Adriana Lastra, suavizando la ofensa del escupitajo a Borrell y poniendo a sus compañeros ante la duda de si pretendía salvar algo con ERC o si, como intentó afear alguien, “una vez más, no se entera y anda a pájaros”.


Todo ello compone una especie de embrollo que sirve para enredar situaciones y juicios; y para ocultar las pretensiones que hay tras la “Operación Serrín y estiércol”. Y es que, en la situación política nacional, la acción iniciada por Rufián y secundada por Borrell compromete el equilibrio de fuerzas políticas (en el que es imprescindible ERC) que sostienen al gobierno de Pedro Sánchez. Con ello, el rifirrafe de hoy se convierte en el principio de una maniobra política iniciada por ERC, secundada por el PSOE y en la que el resto de grupos políticos, si no lo perciben y evitan, pueden convertirse en meros comparsas: El PP asentando liderazgos y con sus ocurrencias. Podemos a la greña interna, tratando de compaginar intereses propios y aspiraciones de mareas y confluencias con socios potenciales. Ciudadanos obligado a buscar sitio tras alterarse los supuestos electorales; y decidiendo a quien conviene convertir en enemigo. Y los independentistas, catalanes y vascos, en el atolladero que entre todos han preparado, unos como actores y sabiéndolo (ERC y PSOE) y otros como bojiganga.


La “Operación serrín y estiércol” ha empezado en el Congreso de los Diputados. Es una jugada política en la que se pueden prever las intenciones de quienes la han iniciado: ERC conseguir la supremacía del independentismo en Cataluña. PSOE lograr una situación que propicie la prorroga o reedición de un gobierno socialista. Falta por conocer los efectos, unos efectos que, inexorablemente, van a ir unidos a las urnas.  

Operación serrín y estiércol en el Congreso de los Diputados

Ni azar ni nervios descontrolados
José Luis Heras Celemín
jueves, 22 de noviembre de 2018, 08:38 h (CET)

El rifirrafe en la Sesión nº 159 del Pleno del Congreso de los Diputados, entre Rufián y el ministro Borrell, ha sido buscado. En él hay, debe haber, algo más de lo que se aprecia a simple vista y las cámaras de televisión han recogido: La ‘Operación serrín y estiércol’, una jugada política con intenciones fáciles de prever y efectos aún no conocidos

Para averiguar las intenciones de Rufián y Borrell, veamos la situación antes del rifirrafe. Sólo existía la pregunta presentada al Gobierno para la Sesión de Control “¿Qué valoración hace el Ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación de la gestión de su ministerio”. Nada más. Sobre ella, Rufián actuaría. Sobre ella también, el ministro debería responder y replicar. Estos son textos de las intervenciones de ambos:


Rufián: “Señor Borrell, si viniera a los plenos se enteraría de lo que estamos hablando, cada vez que el grupo parlamentario de Ciudadanos nos llame golpistas, le recordaremos los tiros que hay en el techo y les diremos fascistas. Dicho esto, dicho esto, señor Borrell, la verdad es que llevo tiempo queriendo decirle esto. Usted, y míreme bien, usted es el ministro más indigno, usted es el ministro más indigno de la historia de la democracia española; y los ha habido muy indignos. Usted, señor Borrell, no es un ministro, usted es un hooligan, usted es un militante de Sociedad Civil Catalana, una vergüenza para su grupo parlamentario, más que nada porque es una organización de extrema derecha...Tres cosas, señor Borrell. La primera, vergüenza. Le debería dar vergüenza decir que compite con nosotros cuando maneja un presupuesto de 1.500 millones de euros respecto a 60. La diferencia entre usted y un ministro de exteriores se llama Raúl Romeva. Dos, vergüenza que usted se mofe de mi compañero Oriol Junqueras mientras se pudría en una cárcel de Madrid y usted se estaba mofando en un mitín del PSC. Le pido que dimita. Muchas gracias.”

Borrell: “Yo creía que iba a tener la ocasión de intercambiar con usted argumentos sólidos sobre política exterior, pero ya veo que no se trata de eso. Una vez más, señor Rufián, ha vertido usted sobre el hemiciclo esa mezcla de serrín y estiércol que es lo único que es usted capaz de producir... Yo creo que el hemiciclo es el lugar en el que se argumenta con la palabra, no el lugar donde se escupe a los diputados como acaba de ocurrir”.


Esos textos tienen poco de improvisados: Rufián sabía qué iba a decir. Borrel, con el cambio de tono tras su primera frase, también demostró que su respuesta es consecuencia de una táctica preparada.


Además de sus intervenciones, contando con ellos mismos y sus grupos parlamentarios (ERC, PSOE), o sin ellos, hay alrededor de lo ocurrido algunas circunstancias, unas ajenas y otras propias, que merecen ser tenidas en cuenta.

Entre las primeras, está un ambiente previo a la Sesión en el que, entre el fragor político de unos PGE sin aprobar y el olor a Elecciones Generales, aparecía la última ocurrencia del PP a cuenta de la sustitución de los miembros del CGPJ. Pablo Casado y García Egea en entredicho. Ignacio Cosidó en la picota por su metedura de pata en un WhatsApp. Rafael Catalá censurado y en boca de todos (hasta de él mismo). Javier Arenas citado por su segundo apellido (Bocanegra) junto al ‘mor-bo’, candidato popular a las Elecciones Andaluzas (Moreno Bonilla). Y la vuelta de los “viejos clanes” que reaparecen y vuelven a jugar, cada uno a lo suyo.


Entre las propias, las sobrevenidas previsibles: Expulsión de Rufián. Aplauso común de PP, PSOE y Ciudadanos a la expulsión. Reacción de ERC. Y hasta las intervenciones, programadas, de los populares Suárez Lamata y Hernando Fraile con sus preguntas a la ministra de justicia. Y las imprevisibles: Ausencias de Presidente y Vicepresidenta del Gobierno del Hemiciclo (acaso calculado). Protesta de Borrell por un escupitajo supuesto, o no, de Jordi Salvador. Reacción de ERC. El lastre oratorio de Adriana Lastra, suavizando la ofensa del escupitajo a Borrell y poniendo a sus compañeros ante la duda de si pretendía salvar algo con ERC o si, como intentó afear alguien, “una vez más, no se entera y anda a pájaros”.


Todo ello compone una especie de embrollo que sirve para enredar situaciones y juicios; y para ocultar las pretensiones que hay tras la “Operación Serrín y estiércol”. Y es que, en la situación política nacional, la acción iniciada por Rufián y secundada por Borrell compromete el equilibrio de fuerzas políticas (en el que es imprescindible ERC) que sostienen al gobierno de Pedro Sánchez. Con ello, el rifirrafe de hoy se convierte en el principio de una maniobra política iniciada por ERC, secundada por el PSOE y en la que el resto de grupos políticos, si no lo perciben y evitan, pueden convertirse en meros comparsas: El PP asentando liderazgos y con sus ocurrencias. Podemos a la greña interna, tratando de compaginar intereses propios y aspiraciones de mareas y confluencias con socios potenciales. Ciudadanos obligado a buscar sitio tras alterarse los supuestos electorales; y decidiendo a quien conviene convertir en enemigo. Y los independentistas, catalanes y vascos, en el atolladero que entre todos han preparado, unos como actores y sabiéndolo (ERC y PSOE) y otros como bojiganga.


La “Operación serrín y estiércol” ha empezado en el Congreso de los Diputados. Es una jugada política en la que se pueden prever las intenciones de quienes la han iniciado: ERC conseguir la supremacía del independentismo en Cataluña. PSOE lograr una situación que propicie la prorroga o reedición de un gobierno socialista. Falta por conocer los efectos, unos efectos que, inexorablemente, van a ir unidos a las urnas.  

Noticias relacionadas

Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.

El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.

Duele el dolor, aunque duele más la injusticia que le rodea. Es lo que entendí de las palabras de Rosa Mª Sarda en su relato de vida. Una entrevista donde explicaba la realidad social de un pasado en el que perdió a su hermano por la pandemia del sida. Por un momento, recordé aquella facilidad colérica para culpabilizar al resto en clara atribución a un egoísmo psicológico, toda vez, que nos acercábamos a la mayor osadía de nuestro tiempo: la ignorancia.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto