Hubo momentos
en que no medí
la fuerza de mis deseos,
mis impulsos buenos y malos,
ni pensé,
en como los verían otros.
Yo fui eso.
Hice lo que mis antojos desearon
y sin dolor ni pena quise tanto
que con dolor
ahora sé, no tengo:
del arco iris el consuelo.
No obedecí en todo,
fui terrible,
pero ningún gran daño,
por mí hecho,
llenó a extrañas almas
de quebrantos.
Impulsos que desconozco,
y fueron muchos
llevaron mi vida a las orillas
de desobedecer
a nobles voces consejeras.
Mientras,
las experiencias por mí vividas,
demostraban
que los impulsos me llenaban
y los seguí,
pequeños pero intensos
...pero a nadie herí,
no hice hacer daño...
Fueron sólo caprichos
de niña, ya olvidados,
que ni huella dejaron,
que sepulté, en el pasado.
De Los Sueños de una Mujer.