Vivo la tragedia
del ataque constante,
la tormenta incesante
de las miradas de rabia.
Vivo la pena de no verla a ella,
a “la humanidad”,
vivo, pero cuesta
sus noches de lágrimas
y de insomnio.
He ahí la causa,
yo soy como el sol
y ellos son la sombra,
yo estoy cerca de Dios
y ellos piensan que no existe.
Y mis ojos se fijarán en lo horrible
de los días que pasan
todos son iguales,
inhumanos y privados de la
belleza espiritual.
Hablo de la bondad
que se perdió hace ya tanto,
hoy sueño con ella,
como si aún existiese
alguna posibilidad de recuperarla.
De Tsunami de Rosas