Se acaba de producir una de las noticias más inesperadas y de consecuencias imprevisibles a día de hoy en Oriente Medio, como es la victoria -tan clara como inesperada– en las últimas elecciones en Palestina.
Se preveía sin duda un voto de castigo a Al Fatah por varios motivos, el principal, la corrupción latente en el seno de su clase dirigente y su incapacidad en años y años, pese a todo tipo de ayudas de la Comunidad Internacional para pacificar la zona y conseguir un acuerdo con sus vecinos israelitas, que les permitiera sobrevivir y progresar en condiciones dignas. Pero nunca de tal magnitud.
Cierto es que el Estado de Israel, con su política de asentamientos, sus flagrantes incumplimientos de resoluciones ONU y aislamientos de la población palestina ha contribuido en gran medida a la perpetuación del conflicto y al ahogamiento económico de Palestina, pero … cada palo que aguante su vela.
Así, el fiscal general palestino, Ahmed al-Megani confirmó antesdeayer que está investigando la ‘desaparición’ de unos mil millones de euros de los fondos de la Autoridad Nacional Palestina; a expensas de sentencia judicial al respecto, blanco y en botella... leche; si a ello le añadimos los 665 millones de déficit anual que arrastran, ello da idea del caos o corrupción en la gestión económica del gobierno de la Autoridad Nacional Palestina. El presidente Abú Mazen lo tiene ciertamente difícil para dar explicaciones convincentes a estos agujeros.
Hay análisis para todos los gustos; lo cierto y verdad es que peor que como estaba con Al Fatal, el pueblo palestino parece complicado que lo vaya a tener. Desaparecida la controvertida figura de su líder Arafat, la gestión de la Autoridad Naconal Palestina ha dilapidado unos ingresos nada desdeñables: de un total de 1960 millones de dólares, 1100, nada menos, provenientes de la ayuda internacional (UE: 595 en total, EE.UU.: 234, Países Árabes: 204, Noruega: 60 y Japón: 30).
Con una población de tres millones y poco de personas, similar a la de Euskadi, la proporción de agentes / población civil es brutal. Hay en torno a 58.700 agentes (en Euskadi, 7500 ertzainas); muchos de estos agentes temen, por cierto, por la continuidad en su trabajo, ya que piensan que las milicias de Hamas pueden sustituirles en bloque. Otro foco de conflicto posible, por si había pocos.
Pero de lo que no cabe duda es de que la población palestina ha reconocido en las urnas el silencioso trabajo de Hamas y su eficaz red de servicios sociales, que ha proporcionado en los últimos años más ayuda y asistencia real a los más necesitados que la ineficaz y corrupta burocracia gubernamental.
Hay, en definitiva, un voto de castigo claro a la mala gestión de Al Fatah. Sólo cabe desear que una vez en el Gobierno, asuman con valentía y lejos de guerrillas y terrorismos la responsabilidad histórica de conseguir la paz en Oriente Medio, el reconocimiento de Israel, la aceptación de la Hoja de Ruta y la creación al fin de un Estado Palestino, una vez Israel ha iniciado el camino de la desocupación de los territorios ilegalmente ocupados.
Apoyo internacional no parece que les vaya a faltar.