Siglo XXI. Diario digital independiente, plural y abierto. Noticias y opinión
Viajes y Lugares Tienda Siglo XXI Grupo Siglo XXI
21º ANIVERSARIO
Fundado en noviembre de 2003
Opinión
Etiquetas | Cartas al director
J. Skibinsky, Islas Baleares

Odio, por que sí

|

La conocí hace dos años, casualmente, en la puerta de los juzgados de Vía Alemania. Salía de allí con cierto enfado luego de poner una denuncia por la aparición de pasquines callejeros con mi fotografía, acusándome de presidir una asociación de maltratadores, algo totalmente falso, y sospechando que era obra de feministas radicales de género, en contra de un escrito mío anterior.



Ella me miró y yo a ella. Se acercó hasta mi moto y tomó mi matrícula, yo amagué con sacarle una foto. Me increpó, le contesté, luego me fui. A las pocas semanas me la encuentro en la calle hablando con mi mujer, se conocían. Ella me recordó aquel encuentro y, a modo de disculpa, me dijo que se sentía perseguida por una denuncia en su contra de sus compañeros de la Policía Local por homofobia. Le comenté que yo también me sentía perseguido. Entendimos mutuamente la situación. Allí quedó todo, hasta hace unos meses.



Una carta suya en prensa digital me critica duramente y sin razón por mi denuncia a la Consellera de Igualdad del Gobierno Balear, Nina Parrón, demostrando que para ser la única integrante del departamento de delitos de odio de la Policía Local de Palma, Sonia Vivas, tiene mucho odio dentro.



No me extraña que ahora quiera ser política de Podemos y salgan declaraciones suyas anteriores diciendo que “esa gente (de Podemos) son escoria”. La catadura moral de una persona se puede medir por la coherencia de sus convicciones. Imposible así confiar en ella. Sonia Vivas queda retratada.

Odio, por que sí

J. Skibinsky, Islas Baleares
Lectores
domingo, 7 de octubre de 2018, 21:18 h (CET)

La conocí hace dos años, casualmente, en la puerta de los juzgados de Vía Alemania. Salía de allí con cierto enfado luego de poner una denuncia por la aparición de pasquines callejeros con mi fotografía, acusándome de presidir una asociación de maltratadores, algo totalmente falso, y sospechando que era obra de feministas radicales de género, en contra de un escrito mío anterior.



Ella me miró y yo a ella. Se acercó hasta mi moto y tomó mi matrícula, yo amagué con sacarle una foto. Me increpó, le contesté, luego me fui. A las pocas semanas me la encuentro en la calle hablando con mi mujer, se conocían. Ella me recordó aquel encuentro y, a modo de disculpa, me dijo que se sentía perseguida por una denuncia en su contra de sus compañeros de la Policía Local por homofobia. Le comenté que yo también me sentía perseguido. Entendimos mutuamente la situación. Allí quedó todo, hasta hace unos meses.



Una carta suya en prensa digital me critica duramente y sin razón por mi denuncia a la Consellera de Igualdad del Gobierno Balear, Nina Parrón, demostrando que para ser la única integrante del departamento de delitos de odio de la Policía Local de Palma, Sonia Vivas, tiene mucho odio dentro.



No me extraña que ahora quiera ser política de Podemos y salgan declaraciones suyas anteriores diciendo que “esa gente (de Podemos) son escoria”. La catadura moral de una persona se puede medir por la coherencia de sus convicciones. Imposible así confiar en ella. Sonia Vivas queda retratada.

Noticias relacionadas

Gladio (espada en latín), fue el nombre que se le dio a la "red de agentes durmientes desplegados por la OTAN en Italia y preparados para entrar en acción en caso de que los soviéticos invadieran Europa Occidental", y serían la fuerza aliada que permanecería detrás de las líneas soviéticas para facilitar el contraataque.

El diccionario es permisivo, incluye la rigidez en la delimitación de las entradas y salidas; al tiempo que acoge la pérdida de los formatos cerebrales a la hora de regular las ideas entrantes o las emitidas tras elucubraciones varias. A veces no está tan claro si apreciamos más los desajustes o seguimos fieles a ciertos límites establecidos.

Duele el dolor, aunque duele más la injusticia que le rodea. Es lo que entendí de las palabras de Rosa Mª Sarda en su relato de vida. Una entrevista donde explicaba la realidad social de un pasado en el que perdió a su hermano por la pandemia del sida. Por un momento, recordé aquella facilidad colérica para culpabilizar al resto en clara atribución a un egoísmo psicológico, toda vez, que nos acercábamos a la mayor osadía de nuestro tiempo: la ignorancia.

 
Quiénes somos  |   Sobre nosotros  |   Contacto  |   Aviso legal  |   Suscríbete a nuestra RSS Síguenos en Linkedin Síguenos en Facebook Síguenos en Twitter   |  
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto | Director: Guillermo Peris Peris
© Diario Siglo XXI. Periódico digital independiente, plural y abierto