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Si no reivindicamos el honor bien entendido, desvirtuaremos la vida comunitaria

Honor en fuga

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Pienso que nos vendría de perlas la conservación nítida del significado de este concepto; representa una cualidad enriquecedora de cara a la convivencia. Como tantas otras ideas, de tan manidas en numerosas malversaciones, diluimos su SIGNIFICADO en los usos más controvertidos, y ya no sabemos de lo que estamos hablando cuando las mentamos. Corren tiempos poco propicios para estas precisiones, hasta dejarlas en desuso; pero eso no equivale a la devaluación del concepto. A la vista está la necesidad que del mismo adolecemos en los comportamientos actuales. Por eso reivindico al menos traerlo a colación por si nos adentramos en su consideración y sobre todo en su activación.


Es un concepto implicado en la mejor convivencia, en la mejor vida posible; de lo contrario deja de ser una cualidad deseable, para ser una mera anécdota. El HONOR radica en la reunión de tres factores constituyentes básicos. La dedicación esforzada para la obtención de notables beneficios propios o comunitarios. Es importante el segundo matiz definitorio, lo personal. Con el aditamento de la continuidad en esas maneras de actuar. Si acaso, con el añadido del requerimiento de la franqueza de sus manifestaciones, para desterrar las tendencias hipócritas. Son requisitos ineludibles si se quiere hablar de honor, bien entendido su alejamiento de la precisión matemática positivista.


Una primera delimitación presenta sus credenciales en estas consideraciones sobre el honor. Radica en la diferencia entre la percepción subjetiva de cada sujeto con respecto a la coherencia de sus actuacionesm y las apreciaciones ajenas sobre sus actuaciones. El carácter inaccesible de la auténtica INTIMIDAD del individuo engloba un honor desarrollado en ese espacio cerrado para el resto de ciudadanos. Desde fuera, las alabanzas o ataques a la consistencia de ese sentimiento quedan fuera de lugar. Estaremos ante unas propiedades internas. Los alardes del propio sujeto tampoco tienen sentido cuando pretenden extrapolar su interioridad al dominio público sin tomar en cuenta sus conductas efectivas de cara a la sociedad.


Cada uno lidiará con sus intimidades. Ahora bien, para la asimilación de conceptos de estas características, su valoración, y sobre todo, aplicarlos en las prácticas cotidianas; hemos de ceñirnos a lo detectado en las relaciones humanas.; Parece lógica una estrecha CORRELACIÓN entre las conexiones íntimas de cada mentalidad y las actuaciones puestas en práctica por ese sujeto. Deducimos al menos ese paralelismo; aunque no pase de ser una mera suposición, que nunca podremos comprobar. En consecuencia los razonamientos sobre el honor están abiertos a la consideración de la gente. Que sea tenido poco en cuenta en las diferentes evoluciones de las prácticas emprendidas ya depende de motivaciones distintas.


La escasa presencia del honor en las evaluaciones sociales es notoria, una simple ojeada muestra una panorámica frustrante en ese sentido. Eso sí, utilizamos infinidad de frases con palabras relacionadas con el honor, aunque no estén aplicadas con justeza. Suelen ser ADJETIVACIONES que no exigen la presencia de la calidad honorífica. Tengo el honor. se le rindieron honores, cuadro de honor, títulaciones honoríficas, junto a otras similares, que pretenden expresar aproximaciones al concepto, no pocas veces constituidas en una auténtica burla, porque no tienen en cuenta la idea central. Debido a su proliferación, contribuyen a la generación de un ambiente en el. cual resulta difícil saber de que se está hablando en realidad.


En cada sector de las actividades sociales percibimos personajes relevantes, cuyo esfuerzo, inteligencia y dedicación, consiguieron notables beneficios para ellos y para el conjunto. No obstante, eso no es suficiente para considerarles honoríficos si aquello lo obtuvieron a costa de los abusos sobre otra gente. Lo vemos en las grandes FORTUNAS, de difícil adquisición sin perjudicar al prójimo (Salarios mínimos, engaños informativos, corruptelas administrativas). El honor se les pierde por las rendijas derivadas del incumplimiento del requisito de respetar a los demás. No importa que los aduladores, beneficiados por sus maniobras o simples ignorantes les cubran de alabanzas.


Estas maneras de comportarse enlazan con los procedimientos desarrollados en las cercanías de cualquier poder. Siendo especialmente lamebtable esta evasión de la honorabilidad en aquellas ENTIDADES creadas en teoría para el mejor servicio de los ciudadanos; distinguiendo en ellas los diferentes grados de implicación. Aunque destaquen los protagonismos de los ejecutivos principales, es muy relevante la actitud de sus adláteres, contando también con la complicidad de los asentados en la pasividad ignorante o perezosa. Destaca ese distanciamiento de los individuos, utilizados para las causas pergeñadas por personajes inmersos en las tramas decisorias. El honor queda localizado en las estanterías de las rarezas.


Sin escudarnos en las instituciones, desde las actuaciones de los particulares, también es patente la huida del honor hasta quién sabe que esferas desconocidas. El esfuerzo benefactor de cada sijeto, la consideración hacia los demás; flaquean en los grados de CIVISMO demostrado en los detalles de sus actividades. Podemos iniciar la relación con esos tratos despectivos tan elocuentes, reflejan el talante impropio de seres sociales. En el campo, en la ciudad el esmero por evitar la suciedad es una carencia visible. Los dueños de perros, repartiendo orines y mierdas en territorios ajenos, es habitual; con el añadido de llevarlos sueltos, despreciando las molestias ocasionadas. La lista de inconveniencias es amplia y poco honorable.


El denominador común de la devaluación honorífica radica en el AISLAMIENTO un tanto esquizoide de quienes alardean de ideas sociales mientras en la práctica actúan despegados de los prójimos. Porque además, esa presunta independencia es falsa, debido a las innumerables conexiones en actividad permanente, lo queramos o no. La tendencia suele ser manifiesta de cara a las aportaciones propias; para recibir beneficios procedentes de fuera lo planteamos de otra manera.


En todo caso, aún en las conductas adheridas a los mejores ideales, surge el potente enemigo representado por la RUTINA. Entra progresivamente en una repetición automática de los comportamientos, tendente a la anulación de los esfuerzos creativos en busca de metas superiores. Los revulsivos son necesarios, forman parte del estilo biológico para mantener las exigencias en tensión.


Ménción enérgica conviene dedicar a las buenas conductas MOMENTÁNEAS, llevadas a cabo por lo general con abundante propaganda, pero que desaparecen con prontitud para regresar sus protagonistas a sus trapisondas habituales La voz de alerta descubrirá la falta de continuidad y con frecuencia observaremos con estupor que su presentación sirve de tapadera para las actividades improcedentes, también para obtener sus promotores desgravaciones sustanciosas. La brevedad descubre su escaso talante honorable. En suma, la debida atención evitará´confusiones degradantes.

Honor en fuga

Si no reivindicamos el honor bien entendido, desvirtuaremos la vida comunitaria
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 5 de octubre de 2018, 07:22 h (CET)

Pienso que nos vendría de perlas la conservación nítida del significado de este concepto; representa una cualidad enriquecedora de cara a la convivencia. Como tantas otras ideas, de tan manidas en numerosas malversaciones, diluimos su SIGNIFICADO en los usos más controvertidos, y ya no sabemos de lo que estamos hablando cuando las mentamos. Corren tiempos poco propicios para estas precisiones, hasta dejarlas en desuso; pero eso no equivale a la devaluación del concepto. A la vista está la necesidad que del mismo adolecemos en los comportamientos actuales. Por eso reivindico al menos traerlo a colación por si nos adentramos en su consideración y sobre todo en su activación.


Es un concepto implicado en la mejor convivencia, en la mejor vida posible; de lo contrario deja de ser una cualidad deseable, para ser una mera anécdota. El HONOR radica en la reunión de tres factores constituyentes básicos. La dedicación esforzada para la obtención de notables beneficios propios o comunitarios. Es importante el segundo matiz definitorio, lo personal. Con el aditamento de la continuidad en esas maneras de actuar. Si acaso, con el añadido del requerimiento de la franqueza de sus manifestaciones, para desterrar las tendencias hipócritas. Son requisitos ineludibles si se quiere hablar de honor, bien entendido su alejamiento de la precisión matemática positivista.


Una primera delimitación presenta sus credenciales en estas consideraciones sobre el honor. Radica en la diferencia entre la percepción subjetiva de cada sujeto con respecto a la coherencia de sus actuacionesm y las apreciaciones ajenas sobre sus actuaciones. El carácter inaccesible de la auténtica INTIMIDAD del individuo engloba un honor desarrollado en ese espacio cerrado para el resto de ciudadanos. Desde fuera, las alabanzas o ataques a la consistencia de ese sentimiento quedan fuera de lugar. Estaremos ante unas propiedades internas. Los alardes del propio sujeto tampoco tienen sentido cuando pretenden extrapolar su interioridad al dominio público sin tomar en cuenta sus conductas efectivas de cara a la sociedad.


Cada uno lidiará con sus intimidades. Ahora bien, para la asimilación de conceptos de estas características, su valoración, y sobre todo, aplicarlos en las prácticas cotidianas; hemos de ceñirnos a lo detectado en las relaciones humanas.; Parece lógica una estrecha CORRELACIÓN entre las conexiones íntimas de cada mentalidad y las actuaciones puestas en práctica por ese sujeto. Deducimos al menos ese paralelismo; aunque no pase de ser una mera suposición, que nunca podremos comprobar. En consecuencia los razonamientos sobre el honor están abiertos a la consideración de la gente. Que sea tenido poco en cuenta en las diferentes evoluciones de las prácticas emprendidas ya depende de motivaciones distintas.


La escasa presencia del honor en las evaluaciones sociales es notoria, una simple ojeada muestra una panorámica frustrante en ese sentido. Eso sí, utilizamos infinidad de frases con palabras relacionadas con el honor, aunque no estén aplicadas con justeza. Suelen ser ADJETIVACIONES que no exigen la presencia de la calidad honorífica. Tengo el honor. se le rindieron honores, cuadro de honor, títulaciones honoríficas, junto a otras similares, que pretenden expresar aproximaciones al concepto, no pocas veces constituidas en una auténtica burla, porque no tienen en cuenta la idea central. Debido a su proliferación, contribuyen a la generación de un ambiente en el. cual resulta difícil saber de que se está hablando en realidad.


En cada sector de las actividades sociales percibimos personajes relevantes, cuyo esfuerzo, inteligencia y dedicación, consiguieron notables beneficios para ellos y para el conjunto. No obstante, eso no es suficiente para considerarles honoríficos si aquello lo obtuvieron a costa de los abusos sobre otra gente. Lo vemos en las grandes FORTUNAS, de difícil adquisición sin perjudicar al prójimo (Salarios mínimos, engaños informativos, corruptelas administrativas). El honor se les pierde por las rendijas derivadas del incumplimiento del requisito de respetar a los demás. No importa que los aduladores, beneficiados por sus maniobras o simples ignorantes les cubran de alabanzas.


Estas maneras de comportarse enlazan con los procedimientos desarrollados en las cercanías de cualquier poder. Siendo especialmente lamebtable esta evasión de la honorabilidad en aquellas ENTIDADES creadas en teoría para el mejor servicio de los ciudadanos; distinguiendo en ellas los diferentes grados de implicación. Aunque destaquen los protagonismos de los ejecutivos principales, es muy relevante la actitud de sus adláteres, contando también con la complicidad de los asentados en la pasividad ignorante o perezosa. Destaca ese distanciamiento de los individuos, utilizados para las causas pergeñadas por personajes inmersos en las tramas decisorias. El honor queda localizado en las estanterías de las rarezas.


Sin escudarnos en las instituciones, desde las actuaciones de los particulares, también es patente la huida del honor hasta quién sabe que esferas desconocidas. El esfuerzo benefactor de cada sijeto, la consideración hacia los demás; flaquean en los grados de CIVISMO demostrado en los detalles de sus actividades. Podemos iniciar la relación con esos tratos despectivos tan elocuentes, reflejan el talante impropio de seres sociales. En el campo, en la ciudad el esmero por evitar la suciedad es una carencia visible. Los dueños de perros, repartiendo orines y mierdas en territorios ajenos, es habitual; con el añadido de llevarlos sueltos, despreciando las molestias ocasionadas. La lista de inconveniencias es amplia y poco honorable.


El denominador común de la devaluación honorífica radica en el AISLAMIENTO un tanto esquizoide de quienes alardean de ideas sociales mientras en la práctica actúan despegados de los prójimos. Porque además, esa presunta independencia es falsa, debido a las innumerables conexiones en actividad permanente, lo queramos o no. La tendencia suele ser manifiesta de cara a las aportaciones propias; para recibir beneficios procedentes de fuera lo planteamos de otra manera.


En todo caso, aún en las conductas adheridas a los mejores ideales, surge el potente enemigo representado por la RUTINA. Entra progresivamente en una repetición automática de los comportamientos, tendente a la anulación de los esfuerzos creativos en busca de metas superiores. Los revulsivos son necesarios, forman parte del estilo biológico para mantener las exigencias en tensión.


Ménción enérgica conviene dedicar a las buenas conductas MOMENTÁNEAS, llevadas a cabo por lo general con abundante propaganda, pero que desaparecen con prontitud para regresar sus protagonistas a sus trapisondas habituales La voz de alerta descubrirá la falta de continuidad y con frecuencia observaremos con estupor que su presentación sirve de tapadera para las actividades improcedentes, también para obtener sus promotores desgravaciones sustanciosas. La brevedad descubre su escaso talante honorable. En suma, la debida atención evitará´confusiones degradantes.

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