Nunca un viaje tan esperado supo a tan poco. Durante años, ceutíes y melillenses han estado esperando la visita de un presidente del gobierno.
Zapatero, en un gesto sin duda valiente, ha sido el primer jefe de gobierno español que visita las dos ciudades desde que lo hiciera Adolfo Suárez durante su mandato. Sin embargo, la visita del señor presidente ha resultado una decepción para nuestros compatriotas del otro lado del mar de Alborán.
Lo único que se le pedía al presidente es que proclamase que tanto Ceuta como Melilla son ciudades españolas y que lo seguirán siendo. Algo tan sencillo y obvio que ZP no ha sido capaz de cumplir, intentando camuflar la desazón y la indignación de ambas ciudades con promesas de inversiones y muchas sonrisas.
Los españoles de ambas ciudades sólo necesitaban la visita del presidente, que no de ZP, para sentirse miembros plenos del Estado y no ciudades y ciudadanos de segunda clase de las que el resto del país se avergüenza.
Pero no debemos avergonzarnos de estas ciudades como si de un funesto pasado colonial se tratase. Ceuta y Melilla forman parte de España desde el reinado de los Reyes Católicos. Son territorios españoles siglos antes de que existiera Marruecos. Ambas poblaciones son españolas desde que España existe como tal. El único argumento marroquí, exceptuando su afán imperialista y la necesidad de un enemigo externo para que la población olvide sus penurias, es la cercanía a su territorio.
Para defender y tranquilizar a la población, el presidente sólo tenía que afirmar lo obvio, que son ciudades españolas, pero no fue capaz. Quizás porque ZP sigue sin tener muy claro qué es España, cosa que no me preocuparía si fuera el presidente del gobierno de Albania o de Macedonia, pero extremadamente peligroso cuando es el jefe de gobierno de este Estado que aún llamamos España.