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Adrián Candal

Justicia, violencia y otras hierbas

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Finalmente se dieron por finiquitados los eternos, y por fascículos, cuartos de final de Copa del Rey. Un retraso que comenzó con la intoxicación alimentaria de los jugadores del Atlético de Madrid el 4 de enero, y que terminó con los 46 minutos que restaban del Valencia- Dépor. Este último enfrentamiento supuso una nueva dosis de las malas relaciones que existen entre ambos clubes. Y así es, por muchos apretones de manos ‘de Judas’ que se dieran delante de las cámaras Bautista Soler y Lendoiro.

Desde la suspensión del partido hace una semana, los ánimos se han venido crispando tanto que de lo que menos se hablaba era de unos cuartos de final de Copa. La crispación fue, en primer lugar por los comentarios inoportunos de Quique y su entorno, y sobre todo de la prensa de Valencia. Un diario levantino publicaba la semana pasada un artículo titulado ‘Ese ser inferior llamado ¿Deportivo? de A Coruña’, que incluía frases que directamente insultaban: ‘Augusto César, Cara de Rodaballo, Lendoiro’. El artículo merece el Pullitzer, o cuando menos una mención. ¿Dónde está la función social del periodismo, tal y como nos enseñan en las Facultades de Ciencias de la Información?

Después llegó el procedimiento judicial que iniciaron Lendoiro y su abogado Germán Rodríguez Conchado. Se trataba, como todos saben, de que la justicia diera por ganada la eliminatoria al Dépor, o en todo caso que lo que restaba del partido se jugara en campo neutral. Por ejemplo, en Madrid. Pueden ser cuestionables las razones que hayan motivado que el club gallego iniciase este procedimiento, pero lo cierto es que la justicia está al servicio de todos los ciudadanos. Y no estamos hablando de extraterrestres. Para decir si el Dépor tiene razón ya está el juez. No existe ningún ‘pacto de caballeros’ que diga que un equipo no pueda acudir a la justicia ordinaria.

Todo este maremagnum de crispamiento no hizo más que agravarse con la sanción del penalti de David Albelda sobre Senel. Pena máxima que finalmente eliminó al Valencia y enfureció a los aficionados. Y es que, por muy justo que sea un penalti, nunca lo entenderán así las subjetivísimas aficiones locales, aunque no estén en el campo.

Tras oír que finalmente el Deportivo saldría por otra puerta, que no era la prevista, cerca de 2000 seguidores valencianistas rodearon el Camp de Mestalla a toda velocidad emulando una estampida feroz. Finalmente no pasó nada, pero visto el precedente de la moneda si uno fuera del Valencia, al menos iría unos días con la cabeza gacha. Fue un espectáculo digno de autralopitecus. ¿Sólo es uno el violento?

No se pueden permitir actos semejantes, y habría que pararse a reflexionar un poco. Porque no se trata de ajusticiar a la afición Ché, porque bien es cierto que gente ‘reducida’ como esa la hay en muchos otros lugares, pero no sería precipitado decir que no han estado a la altura. A ver si el sábado, que casualidades del destino se vuelven a enfrentar Valencia y Dépor, Riazor demuestra que si sabe estar a la altura.

Justicia, violencia y otras hierbas

Adrián Candal
Adrián Candal
sábado, 4 de febrero de 2006, 00:56 h (CET)
Finalmente se dieron por finiquitados los eternos, y por fascículos, cuartos de final de Copa del Rey. Un retraso que comenzó con la intoxicación alimentaria de los jugadores del Atlético de Madrid el 4 de enero, y que terminó con los 46 minutos que restaban del Valencia- Dépor. Este último enfrentamiento supuso una nueva dosis de las malas relaciones que existen entre ambos clubes. Y así es, por muchos apretones de manos ‘de Judas’ que se dieran delante de las cámaras Bautista Soler y Lendoiro.

Desde la suspensión del partido hace una semana, los ánimos se han venido crispando tanto que de lo que menos se hablaba era de unos cuartos de final de Copa. La crispación fue, en primer lugar por los comentarios inoportunos de Quique y su entorno, y sobre todo de la prensa de Valencia. Un diario levantino publicaba la semana pasada un artículo titulado ‘Ese ser inferior llamado ¿Deportivo? de A Coruña’, que incluía frases que directamente insultaban: ‘Augusto César, Cara de Rodaballo, Lendoiro’. El artículo merece el Pullitzer, o cuando menos una mención. ¿Dónde está la función social del periodismo, tal y como nos enseñan en las Facultades de Ciencias de la Información?

Después llegó el procedimiento judicial que iniciaron Lendoiro y su abogado Germán Rodríguez Conchado. Se trataba, como todos saben, de que la justicia diera por ganada la eliminatoria al Dépor, o en todo caso que lo que restaba del partido se jugara en campo neutral. Por ejemplo, en Madrid. Pueden ser cuestionables las razones que hayan motivado que el club gallego iniciase este procedimiento, pero lo cierto es que la justicia está al servicio de todos los ciudadanos. Y no estamos hablando de extraterrestres. Para decir si el Dépor tiene razón ya está el juez. No existe ningún ‘pacto de caballeros’ que diga que un equipo no pueda acudir a la justicia ordinaria.

Todo este maremagnum de crispamiento no hizo más que agravarse con la sanción del penalti de David Albelda sobre Senel. Pena máxima que finalmente eliminó al Valencia y enfureció a los aficionados. Y es que, por muy justo que sea un penalti, nunca lo entenderán así las subjetivísimas aficiones locales, aunque no estén en el campo.

Tras oír que finalmente el Deportivo saldría por otra puerta, que no era la prevista, cerca de 2000 seguidores valencianistas rodearon el Camp de Mestalla a toda velocidad emulando una estampida feroz. Finalmente no pasó nada, pero visto el precedente de la moneda si uno fuera del Valencia, al menos iría unos días con la cabeza gacha. Fue un espectáculo digno de autralopitecus. ¿Sólo es uno el violento?

No se pueden permitir actos semejantes, y habría que pararse a reflexionar un poco. Porque no se trata de ajusticiar a la afición Ché, porque bien es cierto que gente ‘reducida’ como esa la hay en muchos otros lugares, pero no sería precipitado decir que no han estado a la altura. A ver si el sábado, que casualidades del destino se vuelven a enfrentar Valencia y Dépor, Riazor demuestra que si sabe estar a la altura.

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