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Opinión
Etiquetas | Hablemos sin tapujos | GOBIERNO | PSOE
Estamos ante un Ejecutivo incapaz de afrontar los problemas con entereza,

¿Pensaron, los de la moción de censura, que gobernarían Jauja?

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Quién escuche a la señora Celaá seguramente podría pensar que, ella y su partido, el PSOE, son inocentes criaturas que nunca se metieron con la oposición, esperaron a que los tribunales dictaran sentencia para desacreditar al PP o se abstuvieron de reprobar a ministros y pedir dimisiones durante todo el tiempo en el que, el PP, estuvo al frente del gobierno de la nación. Pero estaría equivocado.


Sí, señores, el nerviosismo claramente visible durante estos últimos días en todos los ministros del Gobierno y su falta de serenidad ante las circunstancias adversas con las que se deben enfrentar, demuestran a las claras que estamos ante un Ejecutivo incapaz de afrontar los problemas con entereza, dispuesto a emplear como defensa el “y tú más” y con varias ministras que están dando muestras de tener más inclinación al sectarismo en cuanto a defender y favorecer a su partido que verdadera vocación de servir realmente al pueblo español, ocupándose de sus necesidades y de resolver los problemas que más le preocupan. Estamos, señores, ante un gobierno ficticio, sin otro propósito que subsistir, agarrado como una lapa al poder y dispuesto a conservarlo, aunque para ello deban ceder ante el separatismo y aliarse con el comunismo más rancio y pasado de moda, como es el bolivariano que representa el señor Pablo Iglesias y sus secuaces de Podemos.


Día tras días el tema catalán se va emponzoñando más y nadie, absolutamente nadie, parece dispuesto a poner fin a semejante desbarajuste. A medida que transcurre el tiempo los soberanistas catalanes se van dando cuenta de que se les permite actuar con plena impunidad, como se demuestra estos días en los que las algaradas callejeras, los enfrentamientos para impedir, al resto de ciudadanos, que se puedan manifestarse en las calles de Barcelona para exponer sus justas quejas contra los actos totalitarios del independentismo, cada vez más numerosas, más concurridas, más radicalizadas y, por supuesto con menos respeto a unas fuerzas del orden, evidentemente con órdenes de sus superiores de limitarse a aguantar y evitar emplear sus recursos, que son muchos, para controlar a aquellos provocadores, que lo que están buscando es poder exhibir, ante Europa, a algunos heridos con rastros evidentes de haber sufrido lo que ellos califican como “brutalidad de la acción policíaca”


Si el gobierno español sigue manteniendo esta actitud pazguata, si no decide acabar de una vez con tantos chantajes y con las amenazas de dejar al pairo los PGE por falta de su apoyo; ya es hora de que, el señor Sánchez, camuflado y fuera de la actualidad nacional con un “oportuno” viaje de lucimiento, al menos eso piensa él, en América; abandonando, en España, temas de gran envergadura que requerirían su presencia y que, para vergüenza de su gobierno, deben de ser tratados por sus ministros que, evidentemente no han sabido estar a la altura de las circunstancias. Puede que el señor ministro de Ciencia, señor Duque ( una persona a la que, en su día, califiqué de “verso suelto” dentro de un gobierno en el que nunca debió comprometerse) haya sido víctima de quienes le mal aconsejaron o que se quiso meter en un terreno que nada tiene que ver con los cohetes y sus viajes al espacio, donde seguramente se encontrará más a gusto que ahora, que se ha visto metido en un enredo al que le han conducido las andanzas académicas de algunos de sus compañeros y compañeras.


Si ya fue una gran equivocación el traslado de los políticos presos, acusados de delitos muy graves, relacionados con el referendo ilegal del 1.O del 2017, acercándolos a las penitenciarías de Cataluña donde, según informaciones, están tratados a cuerpo de rey y donde se les permiten las visitas que quieran, así como organizar a sus huestes para que sigan presentando el gran desafío independentista al Gobierno español, atado de pies y manos, para que el señor Sánchez no coseche otro de sus habituales fracasos, al carecer de apoyos suficiente para sacar adelante los PGE del 2019.


Pero hay que reconocer que no se puede acusar de falta de reacción, ni de mojigatería o temor al fracaso a los independentistas que, en este aspecto, han demostrado tener más arrestos que los que se oponen a ellos. En primer lugar, el máximo responsable de que, después de la aplicación del 155 y su pronta retirada convocando una elecciones inmediatas fue el gobierno del señor Rajoy, caído éste, ha sido su sucesor al frente del gobierno, el señor Pedro Sánchez, el que se ha visto obligado a ceder, cada vez que se lo exigen quienes apoyaron la moción de censura, a sus exigencias que, precisamente en el caso de los separatistas catalanes, ha sido como ponerle la soga al cuello puesto que, cada vez que quieren dar un paso al frente en su intento de salirse con la suya, no tienen más que apretarle el nudo, que le presiona el cuello, para obligarle a obedecer. Pero hay otros culpables, otros que ya hace tiempo que, vistas las derivas evidentemente peligrosas para la unidad de España e incluso para que podamos seguir manteniendo el actual régimen democrático del que gozamos, no parecen haberse enterado y prefieren seguir manteniendo un statu quo cómodo, un stand by que no les compromete y, por muy raro que parezca y para vergüenza de los que juraron defender la unidad de la patria, han tenido que ser los militares retirados, aquellos que supieron luchar con honor para evitar que el comunismo internacional se apoderara de España y que, ahora, tienen que ver como unos advenedizos, unos cachorros de aquellos que no tuvieron inconveniente en convertir las calles de Madrid, Barcelona, Valencia y otras capitales españolas, en cementerios para tantos religiosos, empresarios, católicos, personas de la derecha e, incluso, republicanos ilustres, que pagaron con su vida haberse opuesto a aquella situación de caos, incendios, asesinatos y demás correrías a cargo de aquellos que convirtieron en oficio el liquidar a quienes no podían defenderse de su insania.


Cada día que pasa, cada mes que transcurre y cada paso que se da en la política española, está acercando a España al fin trágico que parece que nadie está dispuesto a evitar. Mientras los partidos, que podríamos calificar como defensores de la Constitución del 78, se siguen mirando de perfil, más atentos a sus posibilidades electorales que a enfrentarse a una izquierda dispuesta a poner toda la carne en el asador ante esta oportunidad, insospechada, que gracias a la desgraciada actitud del gobierno anterior del PP y a sus cálculos erróneos sobre sus posibilidades de enfrentarse al separatismo, utilizando una política de tolerancia, apaciguadora, condescendiente en materia económica y evidentemente injusta, al proporcionarles a los separatistas más ayudas financieras y créditos que a otras autonomías que se lo merecían más.


Aunque, efectivamente, no somos monárquicos, no nos queda más remedio que reconocer que, en este tema, la figura del rey Felipe VI ha sido la única que ha sabido defender con gallardía la unidad de España y condenar el separatismo catalán; una actitud que, desgraciadamente, no fue bien entendida en Cataluña, incapaces de ver, obsesionados por su idea independentista, más allá de sus narices y de tragarse, sin pasar por el filtro de la razón y el sentido común, que una Cataluña fuera de España y de la UE, cargada de deudas y en manos de las izquierdas, no tendría otro final que el acabar en la quiebra soberana, en manos de algún país que haría de ella, como ha sucedido tantas veces con estos países que no han tenido quien los protegiese, en manos de alguna nación que, con toda probabilidad, los trataría como a una colonia. Salir del pozo para caer en la caldera.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, seguimos un camino que, por desgracia, no nos va a llevar hacia donde ya estábamos encaminados para dirigirnos, cerca de Europa, hacia la recuperación económica y con posibilidades de recobrar, al menos en una parte, aquel bienestar que fue truncado por la gran crisis del 2008. Es evidente que pueden pasar muchos años antes de que recuperemos el bienestar de entonces y, con toda probabilidad, aquellos años no se vuelvan a recuperar nunca porque, cada vez, somos más y puede que la automatización, mecanización, digitalización, robotización y demás adelantos que van llegando, cada vez con mayor rapidez, tanta, que nos van superando y dejando atrás; nos obliguen a que el sistema económico, el trabajo de las personas, la estructuración de las empresas y de los servicios públicos y el ocio, deban ser reestructurados para adaptar a la humanidad a los nuevos tiempos y hábitos de vida, que ya se nos echan encima. En fin, creemos que no se trata de pesimismo, ni de derrotismo, más bien es una reflexión modesta sobre lo que puede esperarnos en manos de quienes no están en condiciones de llevar a España a una situación de bienestar o, más bien, en sentido contrario..

¿Pensaron, los de la moción de censura, que gobernarían Jauja?

Estamos ante un Ejecutivo incapaz de afrontar los problemas con entereza,
Miguel Massanet
domingo, 30 de septiembre de 2018, 11:45 h (CET)

Quién escuche a la señora Celaá seguramente podría pensar que, ella y su partido, el PSOE, son inocentes criaturas que nunca se metieron con la oposición, esperaron a que los tribunales dictaran sentencia para desacreditar al PP o se abstuvieron de reprobar a ministros y pedir dimisiones durante todo el tiempo en el que, el PP, estuvo al frente del gobierno de la nación. Pero estaría equivocado.


Sí, señores, el nerviosismo claramente visible durante estos últimos días en todos los ministros del Gobierno y su falta de serenidad ante las circunstancias adversas con las que se deben enfrentar, demuestran a las claras que estamos ante un Ejecutivo incapaz de afrontar los problemas con entereza, dispuesto a emplear como defensa el “y tú más” y con varias ministras que están dando muestras de tener más inclinación al sectarismo en cuanto a defender y favorecer a su partido que verdadera vocación de servir realmente al pueblo español, ocupándose de sus necesidades y de resolver los problemas que más le preocupan. Estamos, señores, ante un gobierno ficticio, sin otro propósito que subsistir, agarrado como una lapa al poder y dispuesto a conservarlo, aunque para ello deban ceder ante el separatismo y aliarse con el comunismo más rancio y pasado de moda, como es el bolivariano que representa el señor Pablo Iglesias y sus secuaces de Podemos.


Día tras días el tema catalán se va emponzoñando más y nadie, absolutamente nadie, parece dispuesto a poner fin a semejante desbarajuste. A medida que transcurre el tiempo los soberanistas catalanes se van dando cuenta de que se les permite actuar con plena impunidad, como se demuestra estos días en los que las algaradas callejeras, los enfrentamientos para impedir, al resto de ciudadanos, que se puedan manifestarse en las calles de Barcelona para exponer sus justas quejas contra los actos totalitarios del independentismo, cada vez más numerosas, más concurridas, más radicalizadas y, por supuesto con menos respeto a unas fuerzas del orden, evidentemente con órdenes de sus superiores de limitarse a aguantar y evitar emplear sus recursos, que son muchos, para controlar a aquellos provocadores, que lo que están buscando es poder exhibir, ante Europa, a algunos heridos con rastros evidentes de haber sufrido lo que ellos califican como “brutalidad de la acción policíaca”


Si el gobierno español sigue manteniendo esta actitud pazguata, si no decide acabar de una vez con tantos chantajes y con las amenazas de dejar al pairo los PGE por falta de su apoyo; ya es hora de que, el señor Sánchez, camuflado y fuera de la actualidad nacional con un “oportuno” viaje de lucimiento, al menos eso piensa él, en América; abandonando, en España, temas de gran envergadura que requerirían su presencia y que, para vergüenza de su gobierno, deben de ser tratados por sus ministros que, evidentemente no han sabido estar a la altura de las circunstancias. Puede que el señor ministro de Ciencia, señor Duque ( una persona a la que, en su día, califiqué de “verso suelto” dentro de un gobierno en el que nunca debió comprometerse) haya sido víctima de quienes le mal aconsejaron o que se quiso meter en un terreno que nada tiene que ver con los cohetes y sus viajes al espacio, donde seguramente se encontrará más a gusto que ahora, que se ha visto metido en un enredo al que le han conducido las andanzas académicas de algunos de sus compañeros y compañeras.


Si ya fue una gran equivocación el traslado de los políticos presos, acusados de delitos muy graves, relacionados con el referendo ilegal del 1.O del 2017, acercándolos a las penitenciarías de Cataluña donde, según informaciones, están tratados a cuerpo de rey y donde se les permiten las visitas que quieran, así como organizar a sus huestes para que sigan presentando el gran desafío independentista al Gobierno español, atado de pies y manos, para que el señor Sánchez no coseche otro de sus habituales fracasos, al carecer de apoyos suficiente para sacar adelante los PGE del 2019.


Pero hay que reconocer que no se puede acusar de falta de reacción, ni de mojigatería o temor al fracaso a los independentistas que, en este aspecto, han demostrado tener más arrestos que los que se oponen a ellos. En primer lugar, el máximo responsable de que, después de la aplicación del 155 y su pronta retirada convocando una elecciones inmediatas fue el gobierno del señor Rajoy, caído éste, ha sido su sucesor al frente del gobierno, el señor Pedro Sánchez, el que se ha visto obligado a ceder, cada vez que se lo exigen quienes apoyaron la moción de censura, a sus exigencias que, precisamente en el caso de los separatistas catalanes, ha sido como ponerle la soga al cuello puesto que, cada vez que quieren dar un paso al frente en su intento de salirse con la suya, no tienen más que apretarle el nudo, que le presiona el cuello, para obligarle a obedecer. Pero hay otros culpables, otros que ya hace tiempo que, vistas las derivas evidentemente peligrosas para la unidad de España e incluso para que podamos seguir manteniendo el actual régimen democrático del que gozamos, no parecen haberse enterado y prefieren seguir manteniendo un statu quo cómodo, un stand by que no les compromete y, por muy raro que parezca y para vergüenza de los que juraron defender la unidad de la patria, han tenido que ser los militares retirados, aquellos que supieron luchar con honor para evitar que el comunismo internacional se apoderara de España y que, ahora, tienen que ver como unos advenedizos, unos cachorros de aquellos que no tuvieron inconveniente en convertir las calles de Madrid, Barcelona, Valencia y otras capitales españolas, en cementerios para tantos religiosos, empresarios, católicos, personas de la derecha e, incluso, republicanos ilustres, que pagaron con su vida haberse opuesto a aquella situación de caos, incendios, asesinatos y demás correrías a cargo de aquellos que convirtieron en oficio el liquidar a quienes no podían defenderse de su insania.


Cada día que pasa, cada mes que transcurre y cada paso que se da en la política española, está acercando a España al fin trágico que parece que nadie está dispuesto a evitar. Mientras los partidos, que podríamos calificar como defensores de la Constitución del 78, se siguen mirando de perfil, más atentos a sus posibilidades electorales que a enfrentarse a una izquierda dispuesta a poner toda la carne en el asador ante esta oportunidad, insospechada, que gracias a la desgraciada actitud del gobierno anterior del PP y a sus cálculos erróneos sobre sus posibilidades de enfrentarse al separatismo, utilizando una política de tolerancia, apaciguadora, condescendiente en materia económica y evidentemente injusta, al proporcionarles a los separatistas más ayudas financieras y créditos que a otras autonomías que se lo merecían más.


Aunque, efectivamente, no somos monárquicos, no nos queda más remedio que reconocer que, en este tema, la figura del rey Felipe VI ha sido la única que ha sabido defender con gallardía la unidad de España y condenar el separatismo catalán; una actitud que, desgraciadamente, no fue bien entendida en Cataluña, incapaces de ver, obsesionados por su idea independentista, más allá de sus narices y de tragarse, sin pasar por el filtro de la razón y el sentido común, que una Cataluña fuera de España y de la UE, cargada de deudas y en manos de las izquierdas, no tendría otro final que el acabar en la quiebra soberana, en manos de algún país que haría de ella, como ha sucedido tantas veces con estos países que no han tenido quien los protegiese, en manos de alguna nación que, con toda probabilidad, los trataría como a una colonia. Salir del pozo para caer en la caldera.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, seguimos un camino que, por desgracia, no nos va a llevar hacia donde ya estábamos encaminados para dirigirnos, cerca de Europa, hacia la recuperación económica y con posibilidades de recobrar, al menos en una parte, aquel bienestar que fue truncado por la gran crisis del 2008. Es evidente que pueden pasar muchos años antes de que recuperemos el bienestar de entonces y, con toda probabilidad, aquellos años no se vuelvan a recuperar nunca porque, cada vez, somos más y puede que la automatización, mecanización, digitalización, robotización y demás adelantos que van llegando, cada vez con mayor rapidez, tanta, que nos van superando y dejando atrás; nos obliguen a que el sistema económico, el trabajo de las personas, la estructuración de las empresas y de los servicios públicos y el ocio, deban ser reestructurados para adaptar a la humanidad a los nuevos tiempos y hábitos de vida, que ya se nos echan encima. En fin, creemos que no se trata de pesimismo, ni de derrotismo, más bien es una reflexión modesta sobre lo que puede esperarnos en manos de quienes no están en condiciones de llevar a España a una situación de bienestar o, más bien, en sentido contrario..

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