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“Mateo 7:2 -Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midáis, se os medirá”. (Santa Biblia)

Un PSOE perplejo al ser combatido con sus mismas armas

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Cuando observamos las formas violentas, las negativas extemporáneas y el lenguaje desquiciado con los que las personalidades del PSOE, pretenden negar las acusaciones que reciben de haber sido protagonistas de aquellos hechos, los mismo o muy parecidos a aquellos que ellos utilizaron contra miembros del PP para desprestigiarles, perjudicarlos, perjudicar al partido y poner en tela de juicio al anterior gobierno dirigido por don Mariano Rajoy; cuesta entender que sean precisamente aquellos que cargaron las tintas sobre la honestidad, honradez, capacidad o integridad de sus rivales políticos del PP los que ahora, cuando son acusados de conductas similares a aquellas que ellos repudiaron con tanto ímpetu, intenten desmarcarse de sus responsabilidades mediante el poco original y deja vu método de mostrarse ofendidos, negarlo todo y pretender afirmar su inocencia, armando escenas tan teatrales e inútiles como las que, la señora Dolores Salgado, Ministra de Justicia, ha representado en su comparecencia en el Senado, el día de hoy.


Lo malo es que, quizá por falta de la serenidad debida, por intentar apagar de un manotazo cualquier incidencia que estimen que puede resultar muy peligrosa para su futuro político o por verse sorprendidos cuando les acusan de algo que se creían que ya nunca se les reprocharía, estos señores, tan flacos de memoria, tan inquisidores cuando se trata de cargarle el muerto a un adversario al que pretenden perjudicar, pierden los papeles y actúan sin control cayendo, sin quererlo, en el error de hablar demasiado y decir cosas inconvenientes, demostrando a quienes les han pedido explicaciones que, efectivamente, han acertado cuando formularon la pregunta. La señora Salgado, por mucho que se ha querido mostrar ofendida, no ha dejado de incurrir, como San Pedro, en tres mentiras que, posteriormente ha tenido que rectificar. La primera, cuando negó conocer al señor Manuel Villarejo, un huésped destacado de la cárcel, en prisión preventiva, acusado de blanqueo y pertenencia a una organización criminal en relación con la operación Tándem; la segunda, cuando admitió que le había visto tres veces pero no había hablado con él y la tercera, cuando han aparecido unas conversaciones grabadas por el mismo comisario Villarejo, en las que la ministra expresaba opiniones muy duras respecto a su compañero el juez Marlasca, al que incluso insultaba llamándole maricón.


Claro que ya llueve sobre mojado cuando fue esa misma ministra quien se negaba a proporcionar asistencia jurídica al magistrado Pablo Llaneras en relación a la citación que dicho juez recibió de un juzgado belga, como consecuencia de una denuncia del prófugo Puigdemónt, pretendiendo acusar de prevaricación al señor Llaneras, en un intento intolerable de inmiscuirse en las instituciones de otra nación de un juez belga que carece de las facultades y legitimación para llamar a un magistrado de otra nación que, como es evidente, si tiene que responder ante alguien siempre será ante la jurisdicción de su propio país. Fue desautorizada por su propio partido y por el señor Sánchez, quien fue el que declaró que el magistrado Llaneras recibiría el amparo necesario y la asistencia jurídica, mediante la contratación de un bufete belga especializado en este tipo de juicios y la colaboración de los abogados del Estado.


Podemos comprender la desesperación de esta señora que, probablemente, pensó que nunca saldrían a la luz unas conversaciones del 2009, en una tertulia en la que, por añadidura, se encontraban el juez suspendido, don Baltasar Garzón, con el que parece que estuvieron colaborando durante mucho tiempo. Seguro que se reprocha no haber puesto a Sánchez en antecedentes de esta circunstancia, posiblemente porque pensó que nunca se descubriría o, y es la más probable, pensó que valía la pena arriesgarse ante la posibilidad de ocupar un cargo público de tanta relevancia. No es bocado de buen gusto el ser una de las tres ministras que ya han saboreado el acíbar de haber sido objeto de sendas reprimendas por parte de su jefe de filas, que, como recodarán, empezó por el gravísimo traspiés de la ministra de _Defensa, la señora Robles, que quiso marcarse un tanto pacifista impidiendo la venta de 400 bombas de precisión que se le habían vendido a Arabia Saudí, creando un problema diplomático y económico de gran intensidad, poniendo en peligro la construcción de seis barcos encargados a los astilleros de Navantia, en Cádiz, por una cantidad millonaria. Para solucionar el entuerto fue el mismo Pedro Sánchez quien hubo de desmentir a Margarita Robles y decir que todo había sido un error de la ministra. Naturalmente las bombas se vendieron y, afortunadamente, los seis mil trabajadores de los astilleros de Navantia, podrán seguir cobrando sus sueldos. El segundo caso, el de la ministra de Sanidad, la señora Carmen Montón, a la que se le detectaron ciertas irregularidades en un master que hizo que presentara la dimisión de la ministra, ante las posibilidades de que salieran a relucir cosas que seguramente la hubieran podido perjudicar gravemente. La tercera, por supuesto, la señora Dolores Delgado que se ha lamentado de que se sacase a relucir un hecho que sucedió hace tantos años.


Lo malo es que, alguien con muy malas ideas, un periodista caracterizado por su fanatismo anti- derecha, un señor de mal talante y peor conciencia, el señor Ignacio Escobar, uno de estos investigadores de trapos sucios que, actuando solamente por sus ganas de perjudicar al PP y por su natural egoísmo, no pensó que destapaba una caja de truenos que, como ha sucedido, no ha lesionado solamente a miembros del PP sino que, ahora que han alcanzado el poder los socialistas, es a ellos a quienes ha empezado a poner en situaciones muy incómodas, como es la que, en la actualidad, está pasando la ministra de Justicia y Notario Mayor del Reino, nada más y nada menos. Tenemos noticias de que, dicho periodista y una ayudante suya, fueron encausados por revelación de secretos; no obstante, no parece que hayan dejado de ejercer sus labor de investigadores de tumbas que, según parece, es lo que mejor se les da.


Es evidente que cada bando está dispuesto a utilizar todas aquellas “armas” de las que disponga para obstaculizar a su adversario político y, si el señor Sánchez del PSOE se creyó, en algún momento que, con su moción de censura iba a doblar al PP, es obvio que se equivocó. Nadie en su sano juicio puede pensar que un partido que ha sacado mayorías durante todas las últimas elecciones, por mucho que haya sido afectado por la corrupción y los errores de algunos de sus figuras principales, una vez apartado de la primera fila del partido al señor Mariano Rajoy y, después de la retirada (en realidad no le quedaba otra salida) de la señora Sáez de Santamaría de la política, con la elección del señor Pablo Casado como nuevo presidente del partido, un señor que libre de las acusaciones de las que fue víctima respecto a un master que no completó; está en disposición de emprender una campaña contra el PSOE y Podemos, que le posibilite acortar las diferencias que crearon los casos de corrupción que afectaron al anterior ejecutivo, en cuanto redujeron los apoyos con los que contaba el partido de Fraga, proporcionándoles una ventaja engañosa que, por ahora, sitúa a los socialistas de P.Sánchez, con una cierta ventaja de algunos puntos por encima del PP. Y decimos engañosa, porque todos sabemos que, de los dos millones que ha perdido el PP durante los últimos años, hay muchos votantes que lo hicieron por despecho, indignados por la conducta transigente y tolerante de la dirección en relación al separatismo en Cataluña y su incapacidad para terminar con la corrupción dentro del partido; una situación que, sin lugar a dudas, redundó en un crecimiento anormal del número de separatistas confiados en que los que los dirigían habían encontrado el camino para lograr la independencia y en difundir el disgusto entre los fieles votantes del partido, que decidieron apartarse de él. Restañadas las heridas y con una dirección que ya nada tiene que ver con los casos de corrupción del pasado, la posibilidad de recobrar el gobierno, aunque sea a medio plazo, parece evidente.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la impresión de que la situación por la que estamos pasando, si bien es posible que, durante unos meses pueda seguir siendo favorable a los intereses del PSOE, a medida que vayan pasando por situaciones parecidas a las que han tenido que enfrentarse durante las últimas semanas, si el señor Pablo Casado sabe jugar bien sus bazas, no hay duda de que, el PP, va a conseguir recuperar a muchos de sus votantes, animados por el cambio de dirección y por las nuevas personas que ahora forman la cúpula del partido.

Un PSOE perplejo al ser combatido con sus mismas armas

“Mateo 7:2 -Porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados; y con la medida con que midáis, se os medirá”. (Santa Biblia)
Miguel Massanet
miércoles, 26 de septiembre de 2018, 08:35 h (CET)

Cuando observamos las formas violentas, las negativas extemporáneas y el lenguaje desquiciado con los que las personalidades del PSOE, pretenden negar las acusaciones que reciben de haber sido protagonistas de aquellos hechos, los mismo o muy parecidos a aquellos que ellos utilizaron contra miembros del PP para desprestigiarles, perjudicarlos, perjudicar al partido y poner en tela de juicio al anterior gobierno dirigido por don Mariano Rajoy; cuesta entender que sean precisamente aquellos que cargaron las tintas sobre la honestidad, honradez, capacidad o integridad de sus rivales políticos del PP los que ahora, cuando son acusados de conductas similares a aquellas que ellos repudiaron con tanto ímpetu, intenten desmarcarse de sus responsabilidades mediante el poco original y deja vu método de mostrarse ofendidos, negarlo todo y pretender afirmar su inocencia, armando escenas tan teatrales e inútiles como las que, la señora Dolores Salgado, Ministra de Justicia, ha representado en su comparecencia en el Senado, el día de hoy.


Lo malo es que, quizá por falta de la serenidad debida, por intentar apagar de un manotazo cualquier incidencia que estimen que puede resultar muy peligrosa para su futuro político o por verse sorprendidos cuando les acusan de algo que se creían que ya nunca se les reprocharía, estos señores, tan flacos de memoria, tan inquisidores cuando se trata de cargarle el muerto a un adversario al que pretenden perjudicar, pierden los papeles y actúan sin control cayendo, sin quererlo, en el error de hablar demasiado y decir cosas inconvenientes, demostrando a quienes les han pedido explicaciones que, efectivamente, han acertado cuando formularon la pregunta. La señora Salgado, por mucho que se ha querido mostrar ofendida, no ha dejado de incurrir, como San Pedro, en tres mentiras que, posteriormente ha tenido que rectificar. La primera, cuando negó conocer al señor Manuel Villarejo, un huésped destacado de la cárcel, en prisión preventiva, acusado de blanqueo y pertenencia a una organización criminal en relación con la operación Tándem; la segunda, cuando admitió que le había visto tres veces pero no había hablado con él y la tercera, cuando han aparecido unas conversaciones grabadas por el mismo comisario Villarejo, en las que la ministra expresaba opiniones muy duras respecto a su compañero el juez Marlasca, al que incluso insultaba llamándole maricón.


Claro que ya llueve sobre mojado cuando fue esa misma ministra quien se negaba a proporcionar asistencia jurídica al magistrado Pablo Llaneras en relación a la citación que dicho juez recibió de un juzgado belga, como consecuencia de una denuncia del prófugo Puigdemónt, pretendiendo acusar de prevaricación al señor Llaneras, en un intento intolerable de inmiscuirse en las instituciones de otra nación de un juez belga que carece de las facultades y legitimación para llamar a un magistrado de otra nación que, como es evidente, si tiene que responder ante alguien siempre será ante la jurisdicción de su propio país. Fue desautorizada por su propio partido y por el señor Sánchez, quien fue el que declaró que el magistrado Llaneras recibiría el amparo necesario y la asistencia jurídica, mediante la contratación de un bufete belga especializado en este tipo de juicios y la colaboración de los abogados del Estado.


Podemos comprender la desesperación de esta señora que, probablemente, pensó que nunca saldrían a la luz unas conversaciones del 2009, en una tertulia en la que, por añadidura, se encontraban el juez suspendido, don Baltasar Garzón, con el que parece que estuvieron colaborando durante mucho tiempo. Seguro que se reprocha no haber puesto a Sánchez en antecedentes de esta circunstancia, posiblemente porque pensó que nunca se descubriría o, y es la más probable, pensó que valía la pena arriesgarse ante la posibilidad de ocupar un cargo público de tanta relevancia. No es bocado de buen gusto el ser una de las tres ministras que ya han saboreado el acíbar de haber sido objeto de sendas reprimendas por parte de su jefe de filas, que, como recodarán, empezó por el gravísimo traspiés de la ministra de _Defensa, la señora Robles, que quiso marcarse un tanto pacifista impidiendo la venta de 400 bombas de precisión que se le habían vendido a Arabia Saudí, creando un problema diplomático y económico de gran intensidad, poniendo en peligro la construcción de seis barcos encargados a los astilleros de Navantia, en Cádiz, por una cantidad millonaria. Para solucionar el entuerto fue el mismo Pedro Sánchez quien hubo de desmentir a Margarita Robles y decir que todo había sido un error de la ministra. Naturalmente las bombas se vendieron y, afortunadamente, los seis mil trabajadores de los astilleros de Navantia, podrán seguir cobrando sus sueldos. El segundo caso, el de la ministra de Sanidad, la señora Carmen Montón, a la que se le detectaron ciertas irregularidades en un master que hizo que presentara la dimisión de la ministra, ante las posibilidades de que salieran a relucir cosas que seguramente la hubieran podido perjudicar gravemente. La tercera, por supuesto, la señora Dolores Delgado que se ha lamentado de que se sacase a relucir un hecho que sucedió hace tantos años.


Lo malo es que, alguien con muy malas ideas, un periodista caracterizado por su fanatismo anti- derecha, un señor de mal talante y peor conciencia, el señor Ignacio Escobar, uno de estos investigadores de trapos sucios que, actuando solamente por sus ganas de perjudicar al PP y por su natural egoísmo, no pensó que destapaba una caja de truenos que, como ha sucedido, no ha lesionado solamente a miembros del PP sino que, ahora que han alcanzado el poder los socialistas, es a ellos a quienes ha empezado a poner en situaciones muy incómodas, como es la que, en la actualidad, está pasando la ministra de Justicia y Notario Mayor del Reino, nada más y nada menos. Tenemos noticias de que, dicho periodista y una ayudante suya, fueron encausados por revelación de secretos; no obstante, no parece que hayan dejado de ejercer sus labor de investigadores de tumbas que, según parece, es lo que mejor se les da.


Es evidente que cada bando está dispuesto a utilizar todas aquellas “armas” de las que disponga para obstaculizar a su adversario político y, si el señor Sánchez del PSOE se creyó, en algún momento que, con su moción de censura iba a doblar al PP, es obvio que se equivocó. Nadie en su sano juicio puede pensar que un partido que ha sacado mayorías durante todas las últimas elecciones, por mucho que haya sido afectado por la corrupción y los errores de algunos de sus figuras principales, una vez apartado de la primera fila del partido al señor Mariano Rajoy y, después de la retirada (en realidad no le quedaba otra salida) de la señora Sáez de Santamaría de la política, con la elección del señor Pablo Casado como nuevo presidente del partido, un señor que libre de las acusaciones de las que fue víctima respecto a un master que no completó; está en disposición de emprender una campaña contra el PSOE y Podemos, que le posibilite acortar las diferencias que crearon los casos de corrupción que afectaron al anterior ejecutivo, en cuanto redujeron los apoyos con los que contaba el partido de Fraga, proporcionándoles una ventaja engañosa que, por ahora, sitúa a los socialistas de P.Sánchez, con una cierta ventaja de algunos puntos por encima del PP. Y decimos engañosa, porque todos sabemos que, de los dos millones que ha perdido el PP durante los últimos años, hay muchos votantes que lo hicieron por despecho, indignados por la conducta transigente y tolerante de la dirección en relación al separatismo en Cataluña y su incapacidad para terminar con la corrupción dentro del partido; una situación que, sin lugar a dudas, redundó en un crecimiento anormal del número de separatistas confiados en que los que los dirigían habían encontrado el camino para lograr la independencia y en difundir el disgusto entre los fieles votantes del partido, que decidieron apartarse de él. Restañadas las heridas y con una dirección que ya nada tiene que ver con los casos de corrupción del pasado, la posibilidad de recobrar el gobierno, aunque sea a medio plazo, parece evidente.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la impresión de que la situación por la que estamos pasando, si bien es posible que, durante unos meses pueda seguir siendo favorable a los intereses del PSOE, a medida que vayan pasando por situaciones parecidas a las que han tenido que enfrentarse durante las últimas semanas, si el señor Pablo Casado sabe jugar bien sus bazas, no hay duda de que, el PP, va a conseguir recuperar a muchos de sus votantes, animados por el cambio de dirección y por las nuevas personas que ahora forman la cúpula del partido.

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Pienso, y esto no deja de ser una opinión exclusivamente personal, que la literatura debe estar escrita siempre desde el foco de la ilusión y la esperanza. Son los esenciales avituallamientos para la creatividad. No digo ya que las novelas deban tener un matiz rosa y de amores platónicos que nos alejan de la realidad. Porque ante todo hay que tener presente el punto de unión entre la ficción y la realidad.

Estoy arrepintiéndome de votar, arrepintiéndome de leer páginas de opinión política en la prensa, arrepintiéndome de acudir a manifestaciones manipuladas, arrepintiéndome de ver noticiarios de televisión y, mucho más, tertulias generalistas con tertulianos mediocres.

El padre de la Constitución argentina, Juan Bautista Alberdi, en su obra "El Crimen de la Guerra"(1870), afirma: "No puede haber guerra justa, porque no hay guerra juiciosa. La guerra es la pérdida temporal del juicio". Asimismo, añade que "las guerras serán mas raras a medida que la responsabilidad por sus efectos se hagan sentir en todos los que las promueven y las invitan".

 
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