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Barcelona – Girona en Miami

El fútbol como arma política

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No suelo hacer excursiones hacia el mundo del deporte, entre otras razones, en este caso de peso, porque mis relaciones con el mundo de las competiciones deportivas se reduce a esporádicos y selectivos eventos en los que alguno de los deportes de masas, que tanta influencia tienen en el resto de españoles, para muchos de ellos hasta llegar a extremos de verdadero fanatismo, se centra principalmente en aquellos actos deportivos en los que España, como país, se juega el prestigio, el honor o la honrilla en acontecimientos de gran importancia internacional. Fuera de estos casos se puede decir que mi ignorancia en este tema que tanto influye en la mayoría del pueblo español, se puede considerar en un nivel bajo o muy bajo. No obstante, como casi todo, cuando determinadas decisiones deportivas, se despegan de lo que el barón de Couvertine citó como reglas ineludibles de todo deporte y, consecuentemente, entre ellas procuró siempre que, el deporte., se mantuviera alejado de cualquier contaminación política que pudiera afectar a su limpieza, nobleza e independencia de todo factor que no estuviera comprendido dentro de las reglas que debían predominar siempre en toda manifestación deportiva; entonces, señores, es cuando empiezan a interesarme.


Durante estos días alguien, algunos personajes relacionados con el mundo deportivo y, especialmente, con el fútbol español, parece que han ideado algún tipo de extraña combinación, nunca antes llevada a cabo en nuestra liga nacional, por la que, sin motivo alguno que lo justifique, sin que ello pudiera redundar en el interés de nuestra competición anual más seguida por el pueblo español y, evidentemente, sí puede afectar y mucho, a muchos espectadores seguidores de las competiciones de los clubs en los que tienen depositadas sus simpatías, se ha puesto sobre el tapete la posibilidad de que dos equipos catalanes de la liga española, en lugar de celebrar el encuentro que, de conformidad con el calendario establecido, debían celebrar en la localidad designada para que tuviera lugar el encuentro, vayan ustedes a saber por qué ocultos intereses, por qué causas económicas o, lo que apunta como causa principal de tal alteración del normal desarrollo de la Liga, a causa de qué oscuras maquinaciones políticas de tipo soberanista, nada extrañas si consideramos al club Barcelona, definido por los catalanes como “más que un club”, como una entidad cuyos dirigentes nunca han ocultado sus simpatías hacia la causa catalanista, cuando han tenido que declararlo ante los medios comunicación, especialmente presente durante las últimas etapas de la rebelión separatista catalana, circunstancias en las que se han mostrado, desde su presidente al resto de miembros de la Junta Directiva, como adheridos a la causa nacionalista que enfrenta al gobierno catalán con el Estado español. Una actitud que ya viene de lejos, según se ha podido comprobar en aquellas celebraciones, como la misma Copa del Rey, en las que, aparte de silbar estrepitosamente al himno nacional, han dedicado sonoras pitas a las autoridades, especialmente hacia la figura del Rey, que ha tenido que aguantar estoicamente que el populacho presente dejara de exteriorizar su falta de educación y su poco respeto por el evento que tenía lugar.


Todos sabemos las tensas relaciones existentes entre los miembros de los partidos separatistas y la Generalitat (el Parlamente lleva meses inexistente) con el resto de España. También es conocida la política del nuevo gobierno empeñado en sacar agua de donde no hay, ofreciendo un diálogo que, en estos momentos, es imposible dada la posición radical del señor Torra y el señor Puigdemont, su mentor en Waterloo, empeñados en seguir la vía unilateral hacia la exigencia de un referéndum pactado, con la misma propuesta que ya fue declara anticonstitucional por el TC sobre el famoso “derecho a decidir” lo que, no tiene otro objetivo que someter al pueblo catalán a la decisión de si quieren seguir siendo españoles u optan por la ruptura total con España. Todo ello enfrentado a lo dispuesto en nuestra Carta Magna y, por consiguiente, imposible de serles concedido por ningún gobierno de España.


Nos importa un rábano, por lo que respeta a este intento de alterar la normalidad liguera ,en cuanto a sus aspectos deportivos pero, sí nos preocupa enormemente que, como es evidente que están intentando los separatistas catalanes, utilizando esta idea absurda de celebrar el encuentro Barcelona-Gerona en Miami, de una manera torticera, ya que es evidente que lo que se encierra en el fondo de todo este montaje, organizado cuidadosamente desde los despachos de los dirigentes catalanes no es, en modo alguno, el lucrativo ya que, en este concreto caso, la “pela” no parecer ser lo más importante y sí el poder armar una demostración propagandística en los estadios americanos, de modo que, un deporte tan poco popular entre ellos, pueda tener una gran repercusión mediática en el caso de que, el partido en sí, sólo fuera una excusa para armar la gran manifestación de banderas, ,símbolos, pancartas, lazos amarillos, megáfonos, insultos al Jefe del Estado etc. y demás artificios que puedan contribuir a llamar la atención de los ciudadanos americanos sobre unos hechos que, la prensa internacional, aprovecharía para cargar de nuevo contra el gobierno de España. En esta ocasión un gobierno débil, acomodaticio, presto a transigir con tal de aguantar el poder hasta que lleguen la elecciones legislativas, con la idea de que, de aquí a entonces, habrán conseguido atraer más votantes hacia su partido, el PSOE, que les permitieran, con una alianza con las izquierdas, seguir gobernando a su aire la nación española con una mayoría en las Cortes.


Los ministros separatistas no se cansan de repetir, cuando las rectificaciones a sus propios actos, les dejan tiempo para ocuparse de otros temas, que lo que importa es mantener una “diálogo fluido con las autoridades catalanas”, mientras éstas siguen cerradas a cualquier tipo de negociación que no se adapte a sus exigencias que siguen siendo las mismas desde que este proceso empezó a afectar a la unidad del Estado español. En el caso de Pedro Sánchez es evidente que, lo único a lo que atiende es a cómo mantenerse en la poltrona del Gobierno durante el máximo tiempo posible y, entre tanto, parece dispuesto a encajar todo cuanto los catalanes decidan hacer sin reaccionar ante ello; una postura similar a la que el señor Rajoy ha mantenido durante años hasta que no tuvo más remedio que aplicar el 155.


Los objetivos que parece que, en estos momentos, priman dentro del dividido separatismo catalán, algo común a ambas facciones ( ERC y el resto encabezados por Torra) es, por una parte atacar directamente al Rey al que, a falta de la figura de Mariano Rajoy, les parece que es el símbolo más importante y garante de la unidad de la nación española, que tanto les molesta; mientras que, por el otro, ponen todos los medios ( ya han vuelto a abrir, ante la pasividad incomprensible del gobierno del PSOE, las famosas “embajadas” desde las cuales volverán a iniciar las campañas de descrédito al Estado, para intentar socavar la credibilidad de España en los foros internaciones, dentro de cuya estrategia consideramos que entra el organizar, en Miami, una demostración de fuerza en el enfrentamiento deportivo de los dos equipos separatistas catalanes donde, evidentemente, lo de menos va a ser el resultado, aunque ya conocemos al vencedor, sino lo que pueda suceder en el estadio durante los 90 minutos y descanso del partido que vaya a tener lugar en él.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos importa que este encuentro no se celebre, como se pretende, en Miami; antes al contrario, pensamos que, como es lo corriente los dos conjuntos catalanes celebren el encuentro en el lugar que les corresponde en España y que, el señor Luis Rubiales, como responsable de Real Federación Española de Fútbol, opte por la decisión más sensata y evite que Miami, infelices de ellos, se convierta, involuntariamente en un cómplice pasivo de una jugarreta más del separatismo catalán que, en honor a la verdad, no deja de asombrarnos con la variedad de sus triquiñuelas. Lo malo es que, entre tanto, la gobernación de Cataluña está en horas bajas mientras su economía, poco a poco, va notando los efectos de haberse convertido en uno de los polos de preocupación dentro de España y, ya veremos hasta donde llega los avisos de algunos países desde los que nos han venido llegando millones de visitantes, que parece que recomiendan a sus turistas que eviten visitar la comunidad catalana debido a que, la seguridad en la misma, está bajo mínimos.

El fútbol como arma política

Barcelona – Girona en Miami
Miguel Massanet
lunes, 17 de septiembre de 2018, 08:48 h (CET)

No suelo hacer excursiones hacia el mundo del deporte, entre otras razones, en este caso de peso, porque mis relaciones con el mundo de las competiciones deportivas se reduce a esporádicos y selectivos eventos en los que alguno de los deportes de masas, que tanta influencia tienen en el resto de españoles, para muchos de ellos hasta llegar a extremos de verdadero fanatismo, se centra principalmente en aquellos actos deportivos en los que España, como país, se juega el prestigio, el honor o la honrilla en acontecimientos de gran importancia internacional. Fuera de estos casos se puede decir que mi ignorancia en este tema que tanto influye en la mayoría del pueblo español, se puede considerar en un nivel bajo o muy bajo. No obstante, como casi todo, cuando determinadas decisiones deportivas, se despegan de lo que el barón de Couvertine citó como reglas ineludibles de todo deporte y, consecuentemente, entre ellas procuró siempre que, el deporte., se mantuviera alejado de cualquier contaminación política que pudiera afectar a su limpieza, nobleza e independencia de todo factor que no estuviera comprendido dentro de las reglas que debían predominar siempre en toda manifestación deportiva; entonces, señores, es cuando empiezan a interesarme.


Durante estos días alguien, algunos personajes relacionados con el mundo deportivo y, especialmente, con el fútbol español, parece que han ideado algún tipo de extraña combinación, nunca antes llevada a cabo en nuestra liga nacional, por la que, sin motivo alguno que lo justifique, sin que ello pudiera redundar en el interés de nuestra competición anual más seguida por el pueblo español y, evidentemente, sí puede afectar y mucho, a muchos espectadores seguidores de las competiciones de los clubs en los que tienen depositadas sus simpatías, se ha puesto sobre el tapete la posibilidad de que dos equipos catalanes de la liga española, en lugar de celebrar el encuentro que, de conformidad con el calendario establecido, debían celebrar en la localidad designada para que tuviera lugar el encuentro, vayan ustedes a saber por qué ocultos intereses, por qué causas económicas o, lo que apunta como causa principal de tal alteración del normal desarrollo de la Liga, a causa de qué oscuras maquinaciones políticas de tipo soberanista, nada extrañas si consideramos al club Barcelona, definido por los catalanes como “más que un club”, como una entidad cuyos dirigentes nunca han ocultado sus simpatías hacia la causa catalanista, cuando han tenido que declararlo ante los medios comunicación, especialmente presente durante las últimas etapas de la rebelión separatista catalana, circunstancias en las que se han mostrado, desde su presidente al resto de miembros de la Junta Directiva, como adheridos a la causa nacionalista que enfrenta al gobierno catalán con el Estado español. Una actitud que ya viene de lejos, según se ha podido comprobar en aquellas celebraciones, como la misma Copa del Rey, en las que, aparte de silbar estrepitosamente al himno nacional, han dedicado sonoras pitas a las autoridades, especialmente hacia la figura del Rey, que ha tenido que aguantar estoicamente que el populacho presente dejara de exteriorizar su falta de educación y su poco respeto por el evento que tenía lugar.


Todos sabemos las tensas relaciones existentes entre los miembros de los partidos separatistas y la Generalitat (el Parlamente lleva meses inexistente) con el resto de España. También es conocida la política del nuevo gobierno empeñado en sacar agua de donde no hay, ofreciendo un diálogo que, en estos momentos, es imposible dada la posición radical del señor Torra y el señor Puigdemont, su mentor en Waterloo, empeñados en seguir la vía unilateral hacia la exigencia de un referéndum pactado, con la misma propuesta que ya fue declara anticonstitucional por el TC sobre el famoso “derecho a decidir” lo que, no tiene otro objetivo que someter al pueblo catalán a la decisión de si quieren seguir siendo españoles u optan por la ruptura total con España. Todo ello enfrentado a lo dispuesto en nuestra Carta Magna y, por consiguiente, imposible de serles concedido por ningún gobierno de España.


Nos importa un rábano, por lo que respeta a este intento de alterar la normalidad liguera ,en cuanto a sus aspectos deportivos pero, sí nos preocupa enormemente que, como es evidente que están intentando los separatistas catalanes, utilizando esta idea absurda de celebrar el encuentro Barcelona-Gerona en Miami, de una manera torticera, ya que es evidente que lo que se encierra en el fondo de todo este montaje, organizado cuidadosamente desde los despachos de los dirigentes catalanes no es, en modo alguno, el lucrativo ya que, en este concreto caso, la “pela” no parecer ser lo más importante y sí el poder armar una demostración propagandística en los estadios americanos, de modo que, un deporte tan poco popular entre ellos, pueda tener una gran repercusión mediática en el caso de que, el partido en sí, sólo fuera una excusa para armar la gran manifestación de banderas, ,símbolos, pancartas, lazos amarillos, megáfonos, insultos al Jefe del Estado etc. y demás artificios que puedan contribuir a llamar la atención de los ciudadanos americanos sobre unos hechos que, la prensa internacional, aprovecharía para cargar de nuevo contra el gobierno de España. En esta ocasión un gobierno débil, acomodaticio, presto a transigir con tal de aguantar el poder hasta que lleguen la elecciones legislativas, con la idea de que, de aquí a entonces, habrán conseguido atraer más votantes hacia su partido, el PSOE, que les permitieran, con una alianza con las izquierdas, seguir gobernando a su aire la nación española con una mayoría en las Cortes.


Los ministros separatistas no se cansan de repetir, cuando las rectificaciones a sus propios actos, les dejan tiempo para ocuparse de otros temas, que lo que importa es mantener una “diálogo fluido con las autoridades catalanas”, mientras éstas siguen cerradas a cualquier tipo de negociación que no se adapte a sus exigencias que siguen siendo las mismas desde que este proceso empezó a afectar a la unidad del Estado español. En el caso de Pedro Sánchez es evidente que, lo único a lo que atiende es a cómo mantenerse en la poltrona del Gobierno durante el máximo tiempo posible y, entre tanto, parece dispuesto a encajar todo cuanto los catalanes decidan hacer sin reaccionar ante ello; una postura similar a la que el señor Rajoy ha mantenido durante años hasta que no tuvo más remedio que aplicar el 155.


Los objetivos que parece que, en estos momentos, priman dentro del dividido separatismo catalán, algo común a ambas facciones ( ERC y el resto encabezados por Torra) es, por una parte atacar directamente al Rey al que, a falta de la figura de Mariano Rajoy, les parece que es el símbolo más importante y garante de la unidad de la nación española, que tanto les molesta; mientras que, por el otro, ponen todos los medios ( ya han vuelto a abrir, ante la pasividad incomprensible del gobierno del PSOE, las famosas “embajadas” desde las cuales volverán a iniciar las campañas de descrédito al Estado, para intentar socavar la credibilidad de España en los foros internaciones, dentro de cuya estrategia consideramos que entra el organizar, en Miami, una demostración de fuerza en el enfrentamiento deportivo de los dos equipos separatistas catalanes donde, evidentemente, lo de menos va a ser el resultado, aunque ya conocemos al vencedor, sino lo que pueda suceder en el estadio durante los 90 minutos y descanso del partido que vaya a tener lugar en él.


O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, nos importa que este encuentro no se celebre, como se pretende, en Miami; antes al contrario, pensamos que, como es lo corriente los dos conjuntos catalanes celebren el encuentro en el lugar que les corresponde en España y que, el señor Luis Rubiales, como responsable de Real Federación Española de Fútbol, opte por la decisión más sensata y evite que Miami, infelices de ellos, se convierta, involuntariamente en un cómplice pasivo de una jugarreta más del separatismo catalán que, en honor a la verdad, no deja de asombrarnos con la variedad de sus triquiñuelas. Lo malo es que, entre tanto, la gobernación de Cataluña está en horas bajas mientras su economía, poco a poco, va notando los efectos de haberse convertido en uno de los polos de preocupación dentro de España y, ya veremos hasta donde llega los avisos de algunos países desde los que nos han venido llegando millones de visitantes, que parece que recomiendan a sus turistas que eviten visitar la comunidad catalana debido a que, la seguridad en la misma, está bajo mínimos.

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